Portada Antonio Morales


Otra bofetada al gas

En octubre de 2017 la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia decidió negar la autorización a Enagás, a través de su sociedad Gascan, para poner en marcha las obras de la regasificadora de Granadilla, en Tenerife. La CNMC indicaba entonces en su informe que «no se considera conveniente tomar, en estos momentos, la decisión de autorizar la construcción de la Planta de GNL de Granadilla (Tenerife), hasta que no se disponga de las mencionadas garantías de uso de la planta, y de los correspondientes estudios económicos que comprueben la sostenibilidad económica del sector del gas natural, tras la gasificación de las Islas Canarias». El informe de la CNMC sostenía –aquí está la clave- por un lado, que no existe un compromiso de la compañía suministradora de energía a las islas (Endesa-Unelco) de que va a consumir el gas que produciría la gasificadora y, por otro,  que no se dispone de un estudio económico real sobre la propuesta.

Por las mismas fechas, Juan Vila, presidente de GasINDUSTRIAL, publicaba en El Periódico de la Energía, un artículo absolutamente esclarecedor. Se oponía, coincidiendo con la CNMC, a la central de Granadilla básicamente con los mismos argumentos.  En “En esta piedra, ya tropezamos”-así se titula su artículo- Juan Vila empieza haciéndose dos preguntas: “Primera cuestión: ¿Para quién se construyeron en España, en la última década, tres centrales de descarga de GNL (Gas Natural Licuado)? Respuesta: para las más de sesenta centrales de ciclo combinado también recientemente construidas para producir electricidad y, dicho sea de paso pero no menos cierto, para satisfacer “la vanidad” de algunas autonomías afanadas por contar “con todo de todo” en su territorio. Fue el pernicioso fenómeno del “yo también quiero una”… Segunda cuestión: ¿Y quién paga la amortización, mantenimiento y operación de estas plantas? Pues bien, debido a la crisis y al aumento desbocado de las renovables, hoy la mayoría de estas centrales no funcionan o funcionan muy poco. La producción de electricidad a partir de gas representa únicamente el 20 % del consumo de gas, mientras que la previsión contemplada en su momento era del doble -ya alcanzado en 2008-, o incluso del triple. Así es que quien paga todo esto no son los ciclos para los que se construyeron estas instalaciones. Estas infraestructuras las pagan en primer lugar los que no las necesitaban en absoluto, o sea la industria, cuyo consumo de gas supone el 60% del total del país. Tenemos seis centrales de Gas Natural Licuado cuando con dos o tres estaríamos sobradamente bien servidos hasta el año 2030. (…) Tanto técnicos como políticos cometieron el error de planear este asunto erróneamente. Decidieron construir muy por encima de las necesidades del país lo que está costando a la industria miles de millones de euros en costes y la subsiguientemente pérdida de competitividad. Decisión errónea de nefastas consecuencias para la industria. Quienes la tomaron, se han quedado tan anchos. La factura la pagan otros.”

El Gobierno Canario salió al paso inmediatamente, y justificando el despropósito, con afirmaciones cuando menos singulares: aseguraron entonces que el informe de la CNMC era pecata minuta, que se  harían  meras correcciones a los documentos presentados y que las aportarían de inmediato. Como si no hubiesen tenido tiempo durante los 20 años transcurridos desde la presentación del proyecto de penetración del gas en Canarias. Y sabían que no estaban diciendo la verdad. No puede haber documento que lo justifique porque producir energía con gas en nuestro archipiélago nos cuesta unos 190 euros el MW/h mientras con las renovables es de unos 80 euros el MW/h y no puede haber un compromiso de compra del gas producido porque sería de tontos comprometerse a comprar el gas de por vida cuando cada vez es más barata y mayor la producción de renovables. Gas Natural lo  vio más claro y retiró los fondos destinados a comenzar las obras.

Un año justo después y “tras las correcciones presentadas de inmediato”, la CNMC ha vuelto a dar una bofetada  al intento de implantar el gas en Canarias. El órgano regulador ha insistido una vez más en que es insostenible económicamente implantar el gas en esta tierra. Vuelve a repetir que genera más costes que ingresos, que no tiene clientes asegurados, que el sobrecoste lo terminaríamos pagando todos…

Es lo que vengo sosteniendo desde hace muchos años. Es lo que venimos afirmando los que apostamos por otro modelo energético. Pero el gobierno se mantiene en sus trece. Insisten en el gas como elemento de transición aunque después tengamos que cubrir entre todos los costes del despropósito. Como está pasando en el sistema peninsular: Gas Natural ha presentado una demanda contra el Estado español en la Audiencia Nacional reclamando nada más y nada menos que  400 millones de euros por responsabilidad patrimonial a causa, dicen,  del impacto que ha tenido en su cuenta de resultados la paralización de sus centrales térmicas de gas desde el año 2009 debido a que se sobreincentivó a las renovables. Es algo parecido a lo que hizo Iberdrola cuando se le impidió que cerrara la planta de Arcos de la Frontera que pidió entonces una indemnización de 900 millones. O lo que ha sucedido con Castor, el cementerio de gas de Castellón, que fue paralizado al provocar 500 seísmos y por el que estamos pagando a Florentino Pérez 1.700 millones de euros. O lo que está sucediendo con las autopistas de peaje. Y es que los beneficios son para unos pocos, mientras que las pérdidas se socializan.

Corporate Europe Observatory es un ente que viene denunciando desde hace muchos años las prácticas ligadas a los trust político-económicos para imponer el gas. Según este observatorio, el lobby del gas europeo cuenta con más de 1.000 grupos de presión en sus nóminas y han empleado para obtener sus fines más de 100 millones de euros solo el año pasado. Afirman que algunos de los que más gastan son Shell o ExxonMobil. Tiene que ver eso exactamente con los continuos mensajes del gas como elemento de transición a las renovables (¿les suena?), el gas como combustible más limpio o el gas más barato que el fuel… cuando según la modelización de la propia UE, Europa ya tiene suficiente capacidad para cubrir la demanda de gas hasta 2040 sin construir nuevas infraestructuras.

Lo he repetido mil veces y lo vuelvo a repetir: las grandes productoras de petróleo y gas no escatiman esfuerzos una y otra vez para impedir que se incentive la producción de renovables y el aumento de la eficiencia energética. Y es en España donde mejor apoyo han encontrado sin ninguna duda. Y eso a pesar de que su implantación está siendo ruinosa. Desde 2002 hasta 2011 en España se instalaron 67 plantas de ciclo combinado con una inversión de más de 13.000 millones de euros. En los últimos años su producción ha caído en un 72%. En la actualidad distintas plantas instaladas por toda la geografía peninsular se han tenido que parar (Huelva, Castellón,… ). Red Eléctrica plantea que se deberían cerrar al menos diez ciclos combinados nuevos. Que sobran 6.000 MW de gas. La planta regasificadora de El Musel, en Gijón, se inauguró y ni siquiera se ha puesto en funcionamiento… Según la CNMC se deberían cerrar distintas plantas de ciclo combinado porque muchas de ellas no han funcionado ni al 10% de su capacidad y porque sería más rentable sustituirlas por renovables. Según un informe de UBS, Europa podría cerrar en los próximos dos o tres años un total de 127 gigavatios de carbón y gas. Y mientras se están pidiendo al Estado más de 1.400 millones de indemnización por el cierre de plantas… La gran burbuja del gas se inicia en la época de Felipe González y avanza a piñón fijo durante los mandatos de Aznar, Zapatero y Rajoy. Las inversiones y las plantas e infraestructuras construidas o por instalar en España son tres veces superiores a las necesarias y España tiene en estos momentos una tercera parte de la capacidad de regasificación de toda Europa.

Miren lo que está pasando estos días con la rebelión del sector energético ante los planes de transición energética que el gobierno de Pedro Sánchez ha hecho públicos días atrás. Le insisten en que los pasos a dar sean “inteligentes, graduales y sin ansiedad”. Es decir: déjese ir, cristiano, que nos puede hacer un descosido, que primero el negocio y después el interés de la ciudadanía y el planeta. Como apuntaba Jesús Mota en El País el pasado 17 de noviembre: “mientras toda España asimila el severo impacto de las condiciones de transición energética-el mercado de los motores de combustión debe esfumarse en 32 años y el 100% de la electricidad debe ser renovable en 2050-, el mercado mayorista de electricidad sigue triturando los recibos de luz de los ciudadanos. Con viento o sin viento, con lluvia o en régimen de secano, a pleno sol o entre tenebrosos nublados, con impuestos o sin ellos, el precio de la electricidad en el mercado sube de forma persistente…”

Insisto, lo he escrito otras veces. Tenemos que hacer posible otra política energética. Tenemos que obligar a que se implante un nuevo modelo energético. En Canarias es factible y necesario. Solo hay que ponerse. Haciendo lo que nos corresponde y exigiéndolo a los gobiernos de turno. De la mano de la ciudadanía, como con el petróleo. Porque dependemos en un 92% del exterior y de lugares inseguros, porque tenemos recursos naturales suficientes, porque nos sale muchísimo más barato producir energía con renovables que con fósiles, porque nos amenaza el cambio climático… Y no es tan difícil. Solo hay que aplicarse a trabajar -con firmeza, sin circunloquios y sin condicionantes externos- por la eficiencia y el ahorro, por favorecer el autoconsumo en los comercios, industrias y hogares,  por despejar todos los obstáculos que atenazan a la energía eólica, por implantar millones de metros cuadrados de fotovoltaicas en edificios públicos e industriales, por potenciar la geotermia como energía limpia e inagotable, por forjar un mix de biomasa endógena, aerotermia, energía mareomotriz…, por sustituir las grandes centrales térmicas por plantas de generación más cercanas y permeables, por favorecer la implantación de las hidroeléctricas donde fuera necesario, por establecer industrias, por fomentar la I+D+i, por crear  miles de empleos verdes alrededor de las energías limpias… Ese y no otro es el camino a transitar.

EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LOS TERRITORIOS INSULARES

El pasado 25 de octubre el Centro UNESCO  Gran Canaria, en colaboración con la ULPGC y el Cabildo de Gran Canaria organizó el Encuentro Archipiélago y Océano: Repercusión del Cambio Climático en los Territorios Insulares con la participación de expertos de distintos lugares del mundo. Si no estoy equivocado es la primera vez que se celebran aquí en Gran Canaria unas jornadas interdisciplinares que congregan a científicos, gestores y políticos de la Macaronesia (Azores, Madeira, Canarias, Cabo Verde) para debatir las medidas más adecuadas en la lucha contra el cambio climático y sus efectos en los archipiélagos.

Millones de refugiados del planeta han sufrido, sufren y seguirán sufriendo las consecuencias de los fenómenos meteorológicos extremos. Es inhumano y suicida dar la espalda a esta realidad; el primer informe del Banco Mundial analizando los efectos del calentamiento global sobre los flujos migratorios en el mundo establece que más de 140 millones de personas de África, América Latina y Asia tendrán que emigrar de sus países antes de 2050. De ellas, 86 millones migrarán desde la cercana región del África Subsahariana.

Los últimos tres años, es decir, 2015, 2016 y 2017, han sido los tres años más calurosos registrados hasta la actualidad desde 1880. Y los factores del cambio climático a largo plazo, como las concentraciones de dióxido de carbono, el aumento del nivel del mar y la acidificación de los océanos, entre otros fenómenos preocupantes, continuarán a menos que actuemos. Además, esta situación afectará especialmente –está afectando especialmente- a los archipiélagos tal y como reflejan los diferentes informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU. En Canarias las afecciones empiezan a ser significativas: desvíos de los alisios hacia el este con el riesgo de cambios serios en el clima; calentamiento de nuestras aguas con la aparición de riesgos ligados a la tropicalización del clima; aumento del nivel del mar;  periodos prolongados de sequía y calimas y precipitaciones intensas; aparición de enfermedades tropicales…

Mientras Donald Trump seguía cuestionando la pasada semana el calentamiento global, un informe del IPCCC ha reflejado el impacto inmediato del cambio climático más allá de como se pensaba que iba a ser hasta ahora y afirma que evitar el daño requiere cambiar la economía mundial a una velocidad y escala que no tiene “antecedentes documentados”.

Los noventa y tanto científicos implicados en el estudio se basan en 6.000 artículos irrefutables  para describir un mundo con escasez de alimentos y aumento de los incendios forestales, así como la desaparición de una gran cantidad de arrecifes de coral para el año 2040. También observaron que si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan con el crecimiento actual, la atmósfera aumentará su temperatura en 1,5 grados en 2040, llegando a  una temperatura que el Acuerdo de París recomendaba no alcanzar hasta dentro de 82 años. Esto se traducirá en inundaciones de las costas e intensificación de las sequías y, como consecuencia, aumento de la pobreza.

Simplemente piensen que este estudio prevé, en un escenario de un aumento de la temperatura global en 1,5 grados, que países como EE.UU, Bangladesh, China, Egipto e India, entre otros, alberguen a 50 millones de personas que estarán expuestas a los efectos del aumento de las inundaciones costeras para 2040.

¿Cómo lograremos evitar esta situación? Los autores de  este informe lo dejan muy claro: se requiere transformar la economía mundial en unos pocos años y estiman que el daño del calentamiento global tendría un coste de 54.000 millones de dólares. Pero mientras concluyen que técnicamente es posible limitar el calentamiento a 1,5 grados, también muestran su desconfianza de que sea posible alcanzar un acuerdo político al respecto. Afirman que se requerirán impuestos elevados para las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y que la contaminación de efecto invernadero deberá reducirse en un 45 % con respecto a los niveles de 2010 para 2030, y en un 100 % en el 2050. También nos dicen que, para 2050, el uso del carbón como fuente de electricidad tendría que prácticamente desaparecer y producirse una reducción importante en el consumo de energías fósiles como el petróleo y el carbón. Las energías renovables, como la eólica y la solar, que representan aproximadamente el 20 por ciento del mix energético actual, deberían aumentar hasta en un 67 por ciento.

Pues bien, ante este panorama, quiero decir que el Cabildo de Gran Canaria en este mandato ha sido el primero de la historia de esta institución que se ha tomado en serio la apuesta por un desarrollo sostenible que logre, por un lado, rebajar nuestro impacto sobre los recursos energéticos, y por otro, conseguir un mayor autoconsumo y por tanto un importante ahorro en la factura eléctrica. Seguimos avanzando en la promoción de las energías renovables y la lucha contra el calentamiento global dentro de esa estrategia de convertir a Gran Canaria en una ‘ecoisla’. 

Y en ese marco, hemos ido poniendo en marcha diversas actuaciones para cumplir con el compromiso que adquirimos con la ciudadanía de lograr que Gran Canaria sea una isla sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Estamos instalando plantas fotovoltaicas y aerogeneradores en nuestros edificios y en las plantas de tratamientos de los residuos. La Red Insular de Cargadores para vehículos eléctricos en todo el territorio insular avanza a buen ritmo. Las subvenciones para la instalación de plantas fotovoltaicas en viviendas particulares han supuesto también un antes y un después en la implicación del Cabildo en la promoción de las energías renovables.

Estamos investigando e impulsando la búsqueda de nuevas alternativas que garanticen la soberanía energética Gran Canaria a través de la geotermia o la central hidroeólica de Chira- Soria. Nuestro Plan RENOVAGUA contempla una inversión de 18 millones de euros para la instalación de aerogeneradores,  plantas fotovoltaicas y toda una serie de actuaciones de ahorro y eficiencia energética vinculadas al ciclo integral del agua (desalación, depuración, riegos agrícolas, abastecimiento humano…). Por otro lado, tenemos en marcha el Plan de Cooperación con los Ayuntamientos y las Mancomunidades que plantea una inversión de 9 millones de euros para actuaciones relacionadas con las energías renovables y la eficiencia energética. 

Así mismo, hemos logrado impulsar el Pacto de los Alcaldes por el Clima y la Energía Sostenible en toda la isla y podemos afirmar con satisfacción que somos la única isla del archipiélago con todos los ayuntamientos adheridos a esta propuesta europea de lucha por la sostenibilidad de la Tierra. Incluye precisos y actualizados inventarios de emisiones de Gases de Efecto Invernadero de los 21 municipios y acciones para  contribuir a la descarbonización de la actividad humana en Gran Canaria.  Además, hemos elaborado una Evaluación de Riesgos y Vulnerabilidades frente al Cambio Climático con el apoyo de la Fundación Biodiversidad.

El Cabildo lleva también dos años ininterrumpidos trabajando en la configuración de una Estrategia Insular de Cambio Climático mediante un amplio proceso participativo. Durante este periodo hemos emprendido y desarrollado numerosas acciones y proyectos para conocer las vulnerabilidades de la isla y adoptar decisiones de adaptación a impactos y de mitigación de gases contaminantes. Hemos firmado recientemente un Convenio con la AEMET para hacer un seguimiento real de las afecciones del clima en la Isla; presentado  el proyecto INTERREG MAC-CLIMA; apoyado el Centro de Documentación de Cambio Climático y Medio Ambiente del Centro UNESCO Gran Canaria…

Estoy absolutamente convencido de que debemos y podemos hacer más en la lucha contra el cambio climático, redoblando esfuerzos desde la propia gestión pública y sensibilizando a la ciudadanía para que sitúe el calentamiento global en un lugar preferente dentro de sus preocupaciones. La mayor parte de las personas tienen vidas ajetreadas y multitud de cosas urgentes y cotidianas que atender. Y quizás deberíamos intensificar los esfuerzos para concienciar sobre algo llamado “calentamiento global”, aparentemente invisible y considerado erróneamente peligroso solo en el largo plazo. Es necesario convencerse de que luchando contra el cambio climático estamos protegiendo a nuestros seres queridos, nuestros hogares, nuestro territorio  y nuestros medios de vida.

Durante los últimos doscientos años, los seres humanos hemos demostrado claramente que podemos cambiar el clima, y lo hemos hecho en la dirección incorrecta. Ahora tenemos la oportunidad histórica de demostrar que podemos cambiarlo para hacer las cosas mejor. Les animo a todos a remar en esta dirección y a difundir  este mensaje.

GRAN CANARIA ANTE EL DÍA DEL MEDIO AMBIENTE

El Centro Unesco-Gran Canaria está organizando el Encuentro “Archipiélago y Océano: Repercusión del Cambio Climático en los territorios insulares

Como sabemos, los efectos del calentamiento global son ya una realidad fehaciente en muchos territorios de los cinco continentes, en mares y océanos, en estepas y montañas, en desiertos y sistemas fluviales, en bosques y en litorales costeros, en grandes ciudades y en poblaciones aisladas. Muchos impactos se constatan en el presente por fenómenos meteorológicos adversos o extremos, como prolongadas sequías, extensas inundaciones y lluvias torrenciales, huracanes, olas de calor y olas de frío extremos que, en su conjunto y entre otros factores añadidos, afectan a la salud de las personas y a sus hogares, a sus sectores productivos, al acceso al agua potable, a sus economías y, en definitiva, a su presente pero también a su futuro. Los pronósticos realizados hace 30 años por la comunidad científica sobre la evolución e impactos del cambio climático, se han visto superados por una realidad que se repite día a día, mes a mes y año a año. Se trata, sin duda, de la mayor amenaza que se cierne sobre el planeta y los seres humanos en este siglo XXI. En Canarias los efectos empiezan  a ser significativos en el mar y en  el clima.


El Acuerdo de París, alcanzado en la Cumbre del Clima de Naciones Unidas en 2015, proclama la necesidad de que los estados, incluyendo sus respectivas industrias y sectores productivos, agentes sociales y ciudadanía, deben realizar un serio y comprometido esfuerzo para evitar alcanzar los 2ºC de temperatura media global en 2100 con respecto a la registrada en la era pre-industrial (1880). Sin embargo, en el mismo texto del Acuerdo de París suscrito y o ratificado hasta hoy por 194 países, se cita literalmente que Naciones Unidas “observa con preocupación que los niveles estimados de emisiones de gases de efecto invernadero en 2025 y 2030 previstas para los estados (a nivel nacional) no son compatibles con los escenarios de 2ºC, y que para mantener el aumento de temperatura por debajo de ese valor o por debajo de 1´5ºC con respecto a los niveles preindustriales, se requerirá un esfuerzo de reducción de emisiones mucho mayor que el que suponen las contribuciones previstas por los estados”.

Es decir, que a pesar del reconocimiento implícito de las devastadoras consecuencias que tendrá para el planeta y la humanidad el cambio climático en este siglo y en los próximos, las emisiones responsables siguen generándose e incluso aumentando en lugar de reducirse. En 2017, trascurridos dos años del Acuerdo de París, la Unión Europea incrementó estas emisiones en un 1,8% con respecto a la disminución del 0´4% que registró el anterior año 2016. España, el año pasado, fue el cuarto país de la Unión Europea que más aumentó sus emisiones, un 7´4%, y la tendencia continúa siendo muy preocupante. De proseguir con esta tendencia, viviremos profundas y graves inestabilidades de toda índole a nivel mundial que pagaremos todas las personas del presente y, sobre todo, las generaciones jóvenes y las venideras. El Observatorio de la Aemet de Izaña acaba de hacer público que a finales de abril superamos el umbral más peligroso de las 400 partículas por millón de CO2.

La implicación en esta materia debe ser una prioridad máxima en todas las acciones políticas de todas las administraciones del mundo, de todas y, en especial, de los territorios que más contribuyen a la emisión de estos gases.  Sin paliativos, sin ambigüedades, sin contemplar los intereses de las industrias que más contaminan y que se resisten a dejar de contaminar, los hidrocarburos deben pasar a la historia con urgencia y mantenerlos hoy como única solución mientras trabajamos con firmeza y máxima voluntad para sustituir en el menor plazo posible esta energía por fuentes limpias y renovables. Ningún combustible fósil, ninguno, ni líquidos ni gaseosos, pueden ser contemplados como nuevas inversiones a medio y largo plazo en un escenario de tal gravedad, ni aquí en Canarias ni en ningún lugar del mundo.

Para este Cabildo, la descarbonización de la economía y la lucha contra el cambio climático deben ser preponderantes y lo seguirán siendo con mayor implicación cada día. Hemos diseñado y activado numerosas acciones concretas de adaptación y mitigación en un primer estadio que contempla además la aprobación, en este año 2018 y tras año y medio de proceso consultivo con los agentes sociales, de una Estrategia Insular de Cambio Climático para Gran Canaria. Y acciones concretas como la creación de un Grupo de Acción Climática, abierto, plural, participativo; el impulso del Pacto de los Alcaldes por el Clima y la energía sostenible; la colaboración en la constitución del Centro Unesco Documental para el seguimiento del cambio climático; la realización de un Convenio con el Instituto Geográfico Nacional para instalar un radiotelescopio de seguimiento de los efectos del cambio climático; la próxima firma de un Convenio con la AEMET  para el seguimiento de las incidencias del cambio climático en la  Macaronesia y Atlántico medio; la organización  de un Congreso con el Centro Unesco sobre el cambio climático en los territorios insulares; la aprobación del equivalente al céntimo verde forestal para la repoblación de la Isla; la reafirmación en nuestro proyecto de Ecoisla: soberanía alimentaria, soberanía energética, movilidad y turismo sostenibles, reforestación, economía azul, economía circular…

El 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente en todo el planeta, una jornada que alude al recuerdo anual de que hemos de trabajar mucho y duro para conservar el amenazado patrimonio natural del que todos los seres humanos dependemos. Pero las recomendaciones y postulados de Naciones Unidas para hacer frente al cambio climático no son para un solo día sino para todo el año. Y durante los 365 días del año hay muchas personas en el Cabildo de Gran Canaria que trabajan para conservar y hacer conservar el medio natural de la isla. Y para ello estamos desarrollando distintas acciones.

En febrero de 2017, el Cabildo Insular de Gran Canaria presentó a la Fundación Biodiversidad el Proyecto “Diagnóstico de riesgos, vulnerabilidades y adaptación al cambio climático en la isla de Gran Canaria”, que, tras superar dos fases de evaluación, fue seleccionado entre más de 400 iniciativas presentadas desde toda España. Finalizará entre junio y julio de 2018 y hasta ahora se ha trabajado en una primera evaluación sobre diagnósticos y vulnerabilidades de impacto en materia de salud humana, biodiversidad, energía, sectores productivos (incluyendo primarios y turismo) y riesgos climáticos, tratando al tiempo de proponer acciones específicas de respuesta y adaptación en cada una de las áreas y en los 21 municipios de la Isla. El desarrollo de este Proyecto, junto al inventario de emisiones de CO2 en la Isla y los Planes de acción por el clima y la energía sostenible que estamos desarrollando ya junto a 10 municipios de Gran canaria, sientan las bases para el desarrollo del Pacto de los Alcaldes en la Isla.

Del 18 al 20 de junio se celebrarán también en INFECAR las Jornadas ACEQUIA: «Cambio Climático, SEQUíA y usos del agua en Gran Canaria» impulsadas por la Comisión Europea y el Cabildo de Gran Canaria. Las Jornadas tienen 4 objetivos: 1) explorar la evolución futura de los períodos de sequía en la Isla, sus incertidumbres y los costes sociales asociados, 2) estudiar las causas de la escasez de agua, tanto si esta es de origen físico (falta de lluvia) como de origen social (exceso de consumo, pérdidas en la red de distribución y almacenamiento, etc.), 3) hacer un debate público y participativo con los actores sociales y usuarios del agua para explorar todas las acciones alternativas que se podrían implementar en el futuro, y 4) estudiar el reparto de beneficios y costes sociales de las diferentes acciones propuestas.  Están organizadas por la Unidad de Riesgos Climáticos de la Comisión Europea (Joint Research Centre) tras una propuesta remitida en enero de 2018 por el Cabildo de Gran Canaria y en el marco de las acciones de cambio climático que promueve la Corporación Insular. El Cabildo coopera muy estrechamente en la organización de estas Jornadas.

Igualmente, el Centro Unesco-Gran Canaria está organizando el Encuentro “Archipiélago y Océano: Repercusión del Cambio Climático en los territorios insulares”, que se celebrará durante los días 25 y 26 de octubre de 2018 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Este encuentro interdisciplinar está patrocinado por el Cabildo y reunirá a científicos, gestores y políticos de la Macaronesia (Azores, Madeira, Canarias, Cabo Verde) para debatir las medidas más efectivas en la lucha contra el cambio climático y sus efectos en los archipiélagos. En este sentido, las investigaciones recientes han corroborado que los archipiélagos, por estar rodeados de océano, son particularmente sensibles al cambio climático y, consecuentemente, requieren el estudio y la asunción de una serie de medidas capaces de prevenir y mitigar los efectos de este cambio. Sus objetivos se centrarán en consolidar este Encuentro como un espacio permanente de análisis político, sociológico, técnico y medioambiental, para intervenir desde territorios insulares frente a los retos del cambio climático en convenciones internacionales; determinar los efectos del cambio climático en el área oceánica de las regiones representadas; elaborar un mapa actualizado de vulnerabilidades y riesgos climáticos en territorios insulares; conocer las necesidades de cada una de estas regiones para completar su serie de datos e indicadores relacionados con el cambio climático; intercambiar protocolos de mediciones para homogeneizar y procesar la información recabada; identificar denominadores comunes en la sostenibilidad de los territorios insulares de todo el planeta debidos al cambio climático; definir alianzas y colaboraciones entre investigadores y expertos de cada una de estas regiones así como de otras entidades y expertos internacionales; fomentar la formación, la sensibilización y la participación ciudadana, uno de los ejes principales que sustenta la idea de sostenibilidad de la UNESCO. Este Encuentro se desarrollará simultáneamente con otro acontecimiento relacionado con el cambio climático como es el Climathon, foro mundial sobre el cambio climático que tendrá lugar, paralelamente, en las principales ciudades del mundo el día 26 de octubre de 2018. Climathon atrae a innovadores, empresarios, estudiantes y profesionales para crear soluciones innovadoras a los desafíos climáticos de las ciudades. El Encuentro Archipiélago y Océano: Repercusión del Cambio Climático en los territorios insulares y Climathon tendrán lugar en sesiones paralelas y en el mismo recinto para posibilitar así la asistencia a los dos eventos. En 2017 participaron 104 ciudades de 45 países y 6 continentes.

Es una parte del compromiso de nuestra Isla por el clima. Nuestro medio natural es único y singular y debemos contribuir con todos los recursos a nuestro alcance en la lucha contra el cambio climático. El cambio climático y la transición energética hacia un nuevo modelo energético descarbonizado deben formar parte del ADN ético y programático de los responsables políticos del siglo XXI.