Portada Antonio Morales


EL LASTRE DEL GAS

Las gasistas y los que le siguen el juego se resisten como gato panza arriba. Y quieren seguir apurando la burbuja, tirando de las ayudas públicas y encareciendo la electricidad frente a la producción de las renovables

El pasado 5 de julio Carmen Monforte publicó un artículo, profundamente esclarecedor, en Cinco Días sobre la situación en España de la generación de energía con gas. Textualmente, la periodista, una referencia en el conocimiento del mundo energético, afirma que “siete plantas (las de ciclo combinado, como las que tenemos en Canarias para producir energía) funcionaron el año pasado por debajo del 1% de su capacidad. De estas, cuatro lo hicieron cero horas (las de Gibraltar 1, Castejón 2, Palos 3 y Tarragona, si bien, esta se encuentra en proceso de desmantelamiento) y otras tres, por debajo del 1 %: El Fangal 1 (el 0,1 %); Escatrón Peaker (0,2 %) y Palos 1 (0,7 %). Aunque estuvieron acopladas por encima de dicho porcentaje, funcionaron al ralentí, indica un técnico. Solo el ciclo combinado de Málaga, propiedad de Gas Natural (ahora denominada Naturgy) trabajó el año pasado con un factor de carga del 50 %. Ninguna otra supera ese porcentaje y más de la mitad no alcanzó ni la media del 15,5 %”. Según Red Eléctrica, el porcentaje medio de funcionamiento a máxima potencia de las 50 centrales de ciclo combinado que existen en España fue de apenas un 15,5 % en 2017.

Pero el problema se ha agravado ya que al inicio de este mes de julio, estas centrales –sigo el hilo de la información de Carmen Monforte- “han dejado de cobrar uno de los incentivos que forman parte de los llamados pagos por capacidad, concretamente el que reciben por estar disponibles”, unos 150 millones de euros anuales que pagábamos todos los consumidores. Siguen recibiendo otro incentivo, el de la inversión, pero se les pone muy cuesta arriba competir con las renovables.

Las centrales que funcionan con gas se utilizan poco pero han cobrado siempre por estar disponibles, mientras denunciaban una y otra vez que las energías limpias recibían primas. Y cobraban por dos vías: por disponibilidad y como incentivo a la inversión. Como apunté, desde el 1 de julio ya no perciben ayudas por la disponibilidad, y  en el 2013, las ayudas a la inversión se redujeron a menos de la mitad, de 28.000 euros MW/año a 10.000 Euros MW/año. A cambio, se duplicó el periodo durante el cual podrían cobrarlas.

Según la experta periodista, “la mitad de las regasificadoras españolas reciben menos de dos buques al mes”, lo que las hace absolutamente inviables: “dado que se trata de una actividad regulada, hay quien defiende que las descargas de buques deberían concentrase en las más productivas (Bilbao, Barcelona y Huelva) y que las demás o parte de las demás se hibernen”. En realidad las térmicas españolas se han depreciado por un valor de 4.900 millones.

En los últimos años las empresas del sector han intentado cerrar distintas plantas ante la negativa del Gobierno del PP. Red Eléctrica llegó a afirmar que habría que cerrar al menos 10 en España. Recuerden que la de El Musel en Gijón ni siquiera se ha puesto en marcha desde su inauguración. Permanece hibernada sine die. Según Cinco Días, “el exceso de capacidad del sistema eléctrico y la competencia de las energías renovables y el carbón han dejado casi fuera del mercado la generación con gas natural por ser la más cara. La burbuja de ciclos combinados que se produjo en el primer lustro del milenio provocó que en un solo año, el del 2005, se inaugurara una central cada mes”. Se invirtieron en regasificadoras y ciclos combinados más 25.000 mil millones de euros y obligó al estado a desequilibrar su balanza exterior acudiendo a comprar el gas y  el fuel en el exterior con un gasto de más de 45.000 millones anuales.

Mientras, ya saben: eliminaron las primas a las renovables con carácter retroactivo (lo que hace que España esté perdiendo pleitos internacionales que reclaman indemnizaciones millonarias), suprimieron las ayudas al sector eólico y fotovoltaico mientras mantenían las del gas, las del carbón, etc y cercenaron de un tajo las posibilidades de democratizar la energía con el autoconsumo inventándose un impuesto al sol disuasorio.

Pero las gasistas y los que le siguen el juego se resisten como gato panza arriba. Y quieren seguir apurando la burbuja, tirando de las ayudas públicas y encareciendo la electricidad frente a la producción de las renovables cada vez mucho más baratas frente a la generación de energía con petróleo  o con gas.

Y se inventan entonces la transición energética. La necesidad del gas para hacer esa transición innecesaria sobre todo en sistemas aislados como el canario. Y se pone en marcha una maquinaria continua, a piñón fijo, para vendernos las bondades de ese combustible fósil, Y para anatemizar (algunas organizaciones empresariales (CCE, Círculo de Empresarios, Asinca… algunos empresarios, algún partido entregado…) a los que defendemos, como apuntan numerosos estudios, que en Canarias no es necesaria ninguna transición costosa y paralizante hacia las renovables a través del gas. Que tenemos sol y viento suficientes para, apoyados en saltos de agua, parques automovilísticos eléctricos, el avance tecnológico de las pilas de almacenamiento y el autoconsumo, poder incorporarnos cuanto antes a ese modelo de generación con renovables que aspiramos.

Andrés Seco publicó a mitad de junio –después de que La Provincia le manipulara una entrevista para hacer ver que defendía el gas como transición para Canarias- un artículo en el que nos decía que Uruguay pasó de las energías fósiles a un 95 % de renovables en 10 años. Y que la planta de gas que Uruguay previó como transición está paralizada. Que para Canarias –que emite más CO2 que Uruguay, o Chipre y Malta juntas- “debe aplicarse la metodología europea de análisis coste-beneficio (Entso-e CBA) a todas y cada una de las inversiones a realizar en instalaciones cuya vida útil superará ampliamente el periodo transitorio”.

Es lo mismo que afirma una y otra vez la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC). Hace unos meses emitió un informe contundente. Nada justifica la implantación del gas en Canarias ni la construcción de regasificadoras: no existen ni estudios económicos ni clientes que compren esa energía. Más claro agua. Pero es que hace unos días, en un foro al que se le invitó en Las Palmas de Gran Canaria, el presidente de la CNMC insistió en que ese proyecto de implantación del gas en nuestro archipiélago supone costes superiores a los ingresos previstos. Y fue muy contunde al afirmar que su oposición a la construcción de la regasificadora de Tenerife es porque “nosotros solo nos sentimos incómodos cuando se intentan socializar las pérdidas” y que la propuesta de Granadilla va a aumentar el déficit del sistema gasista y que entonces “ni los españoles ni los canarios tiene por qué asumir ese sobrecoste”. Es decir, que no se presta a un negociete sin justificación que pagaremos todos. Blanco y en botella…

La ministra de Transición Ecológica acaba de afirmar, con respecto a la utilización del gas y a la creación de grandes infraestructuras gasistas, que “ojo con pasarse con el gas” y que es necesario que nos hagamos siempre, frente a la utilización de este combustible fósil, las preguntas de “qué, para qué, cuándo y hasta cuándo”.
Y nos intentan también vender la burra de que es más limpio cuando su fuga a la atmósfera lo hace más dañino incluso que el dióxido de carbono (CO2), pues el gas metano –que compone 95 % de este energético–, es un agente contaminante 84 veces más potente que el CO2 y su contribución al  calentamiento global es mucho mayor. Son las emisiones fugitivas de metano sin quemar, básicamente las que se van cuando se le hace mantenimiento a la tubería, fugas de tanques o que los quemadores (en la industria petrolera) no consumen completamente el gas y se fugan directamente a la atmósfera.

Eso ha hecho que haya surgido en los últimos días en España la red  Gas no es Solución que, entre otras cosas, plantea que “las grandes empresas y lobbies que promocionan el modelo gasístico son contrarias a una transición energética democrática y participada activamente por la ciudadanía. Las propuestas de la transición deben dar respuesta a las necesidades de las poblaciones locales y al mismo tiempo preservar el patrimonio y los recursos naturales, eliminando los impactos negativos que padecen los territorios de extracción, transporte y consumo de gas. Ejemplos como el almacén Castor o Doñana, el gasoducto MidCat, las centrales de ciclo combinado, las plantas de regasificación del Musel (Gijón) y Mugardos (Ría de Ferrol) o las proyectadas como la de Granadilla (Tenerife), y la gran proliferación de permisos de investigación de shale gas o gas de lutita, obtenido mediante la técnica de la fractura hidráulica fracking, constituyen una fuente de conflictos ambientales y sociales que perjudican a las economías locales…”.

Y le da la razón el avance del Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de la Comisión Europea correspondiente al 2017 que nos dice que las emisiones de gases de efecto invernadero en España alcanzaron los 338,8 millones de toneladas de CO2 durante el año pasado, lo que supone un aumento de un 4,4 % respecto al 2016 y el mayor aumento interanual desde el 2002, debido a un crecimiento de un 18,8 % de las emisiones procedentes de la generación de electricidad por la mayor producción en centrales de carbón y ciclos combinados, unido a una caída de un 49 % en la producción hidráulica en un año marcado por la sequía.

En fin, que les importa un comino todo esto a los que prefieren la especulación al interés general. Por eso les da mucha rabia y nos atacan cuando se alzan voces e instituciones oponiéndonos porque el gas ni es más limpio, ni es más barato, ni es transición sino un lastre.

EL CUENTO DE LOS GASISTAS

Parece que aquellos políticos que por primera vez se mezclaron con ecologistas en las manifestaciones, no se leyeron bien las pancartas.

Vuelven los señores del gas. Con el cuento de siempre. Con el mismo planteamiento, nudo y desenlace. Lo único que cambia es que últimamente no se atreven a venir con su uniforme de trabajo, con el traje de la empresa. No se atreven o no lo necesitan. Ahora vienen vestidos de consejero del Gobierno canario, de presidente del Gobierno o de presidente de Puertos del Estado.

 

Los grupos de presión vinculados a los combustibles fósiles no se caracterizan precisamente por respetar los pronunciamientos democráticos de la ciudadanía. Ya lo demostraron con las prospecciones petrolíferas, cuando utilizaron a un ministro para imponer su voluntad en contra de la opinión de la mayoría de la población canaria y de sus instituciones. Les importó un bledo los pronunciamientos del Parlamento canario, de los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura o las masivas manifestaciones populares en la mayoría de las islas. Impusieron las prospecciones petrolíferas, realizaron importantes campañas publicitarias para influir en los medios canarios, invitaron a periodistas a Gerona para dibujar una imagen idílica de las plataformas petrolíferas (“¡Qué bonita es Tarragona! Y qué bien le sienta el petróleo”, escribí con ironía en abril de 2012 como respuesta a la campaña mediática de Repsol en las islas). Al final pararon  las prospecciones cuando les pareció que no les venía bien a sus intereses.

Ahora regresan con la cruzada del gas. Y como el ministro de entonces dejó su tierra en busca de otros paraísos, ahora utilizan al Gobierno autonómico formado por los mismos partidos que, paradojas de la vida, encabezaron las manifestaciones contra las prospecciones petrolíferas detrás de pancartas que ponían: “Renovables sí, petróleo no”. Parece que aquellos políticos que por primera vez se mezclaron con ecologistas en las manifestaciones, no se leyeron bien las pancartas.

Desde el principio de este mandato tanto el presidente Fernando Clavijo como el consejero de Industria Pedro Ortega no han dejado de presionar a Gran Canaria con el tema del gas. En un primer momento reconocieron que la implantación del gas en Gran Canaria era una decisión sola y únicamente del Cabildo. Pero duró poco el respeto a la voluntad de la ciudadanía grancanaria expresada en la actual mayoría del Gobierno de nuestra isla, porque tras el respeto inicial no han cesado de lanzar la consigna, cada vez que les ponen un micrófono delante, de que en Tenerife habrá pronto gas a través de una regasificadora a construir en el puerto de Granadilla, y por tanto, dicen, tendrá energía más limpia y más barata que Gran Canaria; que perderemos competitividad, porque aquí desde el Cabildo rechazamos la regasificadora.

Lo dije el lunes pasado en una rueda de prensa. Se trata de un mensaje falso. Actúan como los mejores agentes comerciales de las compañías gasistas. Pretenden generar un estado de opinión en contra de nuestro Cabildo, para acusar al Gobierno de la isla de perjudicar el desarrollo de Gran Canaria.

El consejero de Industria Pedro Ortega, que durante muchos años ha sido un dirigente de la patronal y se estrenó en la primera línea política como miembro del Gobierno de Fernando Clavijo, declaró en un desayuno ante empresarios y medios de comunicación que “si yo fuera un empresario interesado en invertir en Canarias y tengo condiciones, suelo…pero en una isla dispongo de una energía más barata que en otra, pues obviamente  invertiré en ella…”. El político de Teror, que forma parte de la minoría grancanaria del Gobierno autónomo, anima a los empresarios irresponsablemente a invertir en una isla frente a otra. Por cierto si esto hubiera ocurrido al revés no habría contado con el silencio de la patronal tinerfeña.

Como ha hecho en otras ocasiones en las que ha defendido las energías fósiles, el consejero miente. La energía no va a ser más barata de ninguna manera en Tenerife que en Gran Canaria. La penetración del gas frenará a las renovables allí donde se instale. ¿Quién va a permitir la sustitución del gas por las renovables cuando hay que amortizar la planta, los diques, los contradiques, los gaseoductos, las redes de suministro… cuando las renovables son infinitamente más baratas?  Después de la rueda de prensa que di el lunes volvieron a entrevistar a Pedro Ortega en la radio y se mantuvo en su actitud irresponsable, volvió a dar el mensaje de que Gran Canaria será menos competitiva que Tenerife si allí instalan una regasificadora. En la entrevista radiofónica le recordaron al consejero su promesa de llegar al 21% de energía renovable en 2016, y reconoció que no se va a cumplir, que nos mantendremos por debajo del 10% “aunque el Gobierno canario apuesta por las renovables”, dijo sin aportar ni un solo dato que demuestre esa apuesta. Y luego otra visita a Madrid para vendernos un nuevo empuje (no sé contar los empujes inútiles que ha anunciado) a las renovables.

Y para que el Gobierno canario no se sienta solo en su defensa del gas, vino desde Madrid a echarles una mano  el presidente de Puertos del estado, José Llorca. Vino Llorca a un foro patrocinado por Disa (¿para qué disimular?) e invitado por una asociación empresarial presidida por José Carlos Francisco, exconsejero de Coalición Canaria y presidente además de la Confederación de Empresarios de Tenerife. El presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra, denunció en su día que el ente que preside Llorca estaba frenando las inversiones en nuestro puerto, y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria solo ha encontrado problemas para poner un banco de algas que traería inversión e investigación. Ahora a José Llorca le entra  un cariño inmenso por el puerto grancanario y afirma que “si el archipiélago quiere ser base logística en el Atlántico medio debe pasarse al gas, y esa es la estrategia pensada para Granadilla y Arinaga. El futuro del transporte marítimo va a pasar por el gas«.

Y, claro, el señor Llorca, miente descaradamente también. Porque no es necesaria una regasificadora ya que las cargas y descargas de Gas Natural Licuado (GNL) se hacen en estado líquido  que es como lo requiere el barco para su consumo. Además, cada puerto puede tener su base logística apoyada en barcos regasificadores autónomos u otras infraestructuras. Porque además los expertos aseguran que dado el alto coste para adaptar los barcos al gas y dado que los rendimientos de los motores solo para gas no están probados, el gas apenas llegará en los próximos años a un 5%. Luis Ibarra ha declarado, además, que La Luz está preparada para abastecer gas licuado a los barcos.

Sabemos que la transición a las renovables no puede hacerse en un plazo corto, pero la presión de los lobbies o de quienes se apuntan desde las instituciones a ser sus portavoces no va a cambiar nuestro camino para cumplir con el compromiso que adquirimos con la ciudadanía: avanzar con rumbo fijo hacia la soberanía energética. Hasta ahora la coerción de los lobbies a las instituciones canarias ha logrado sus objetivos: estamos a la cola de las renovables a pesar de que fuimos una de las primeras comunidades autónomas donde comenzó su implantación, los costes de generación son desorbitados, nuestra dependencia del exterior es total, somos uno de los territorios europeos con mayor volumen de emisiones de gases de efecto invernadero…

Pero con nosotros se equivoca el lobbie gasista. Uno ha estado ya en muchos  encuentros de narración oral, uno ha visto a cuentistas de todos los países, pero cuentistas de los buenos, de lo que aman el paisaje, de los que adoran la naturaleza, de los que escuchan a la gente y no se mueven a la orden de los monopolios energéticos, del poder de don dinero. Cuentistas que utilizaban la buena literatura sin mentiras, ni medias verdades, ni trampas. Nada que ver con estos narradores del cuento de los gasistas. Por eso habrá que recordarles los versos de León Felipe: “Yo no sé muchas cosas, es verdad. Pero me han dormido con todos los cuentos…Y sé todos los cuentos”. Bueno, con todos los cuentos no. Con el cuento de los gasistas no me han dormido, ni lo lograrán mientras haya una isla bien despierta con la que tenemos un compromiso que vamos a cumplir. Una isla que  se rebela frente a los que ponen todos los obstáculos para usar el sol o el viento como recurso energético (mientras aseguran que hacen lo contrario), pero potencian todas las facilidades para la penetración del gas.

Una Isla que tiene claro que hay que aplicarse a trabajar con firmeza por la eficiencia y el ahorro, por favorecer el autoconsumo en los comercios, industrias y hogares, por despejar todos los obstáculos que atenazan a la energía eólica, por implantar millones de metros cuadrados de fotovoltaicas en edificios públicos e industriales, por potenciar la geotermia como energía limpia e inagotable, por forjar un mix de biomasa endógena, aerotermia, energía mareomotriz…, por sustituir las grandes centrales térmicas por plantas de generación más cercanas y permeables, por favorecer la implantación de las hidroeléctricas donde fuera necesario, por establecer industrias, por fomentar la I+D+i, por crear miles de empleos verdes alrededor de las energías limpias, por luchar contra el cambio climático, por romper nuestra dependencia del exterior, por abaratar realmente los costes, por democratizar la energía…Porque no sigan meciendo nuestra cuna con cuentos, para que no ahoguen nuestra esperanza con cuentos.