Portada Antonio Morales


Tomás Morales, un legado poliédrico

Tras la conmemoración del centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós en 2020, entramos de lleno en 2021 con la evocación del centenario del fallecimiento de otro de los grandes escritores grancanarios. El domingo, 15 de agosto de 2021, se cumplen cien años de la muerte prematura de Tomás Morales, uno de los escritores más importantes que ha dado esta tierra. Lo lloró así, entre tantos, Vicente Boada, también médico, también poeta: “¡Ya se quebró, poetas, el caracol sonoro! / Se trocó añicos sobre esta roca marina”. Nacido en Moya en 1884, es autor de una obra cumbre de la literatura hispánica, Las Rosas de Hércules (publicada en dos tomos entre 1919 y 1922). Tomás Morales representa, junto con Alonso Quesada y Saulo Torón, la cima del movimiento literario modernista en nuestras islas. El pasado viernes los recordamos a los tres en cementerio de Vegueta. Y también a Nicolás Massieu y a Néstor. Numerosos estudiosos de su obra coinciden en que es también uno de los mejores exponentes de dicho movimiento en todo el mundo hispánico, perfecto heredero del legado de Rubén Darío.

Independientemente de la proyección que el poeta tiene en el mundo de la literatura, dentro y fuera de las islas, en un momento como éste, en la conmemoración de su centenario, es necesario recordar su importancia capital para nuestra sociedad y para nuestra cultura. El nombre de Tomás Morales nos acompaña en nuestros pasos por la isla. Una de las arterias principales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en pleno distrito estudiantil, lleva su nombre. El instituto dedicado a su memoria está justamente en esa zona, así como la pequeña plazoleta ubicada frente al Campus del Obelisco, con un magnífico busto del poeta realizado por el gran escultor Victorio Macho. Y si miramos al Atlántico al que tanto cantó, en época de regatas podemos ver al Tomás Morales, uno de los más famosos botes de vela latina de la ciudad. Pero no solo en la capital de la isla podemos recordar a cada paso su nombre: de ruta por el norte, en Agaete, localidad donde se casó y donde vivió unos años, encontramos el Paseo de los Poetas, con el conjunto escultórico de Saulo, Alonso y Tomás. Muchos municipios de la isla han rotulado sus calles con el nombre del poeta. Y, ya en Moya, en la casa natal del escritor, en la plaza que lleva su nombre, hoy disfrutamos de un magnífico museo perteneciente al Cabildo de Gran Canaria que mantiene viva su obra y su presencia.

Pero, además de esos elementos que nos hacen rememorar a nuestro escritor, ¿qué significa realmente su figura para nuestra isla? Una relectura de sus libros nos sirve como un verdadero espejo en el que mirarnos. El espíritu de su legado sigue vigente, intacto, como si de un visionario se tratase. La modernidad de Tomás Morales está en que lo que cantaba hace más de cien años es la esencia de lo que somos hoy en día. Supo decir con bellas y justas palabras lo que somos y lo que queríamos ser.

Los “Poemas del mar” cantan el desarrollo del Puerto de La Luz, el trajín de sus barcos, el motor económico de la isla, su papel como puente entre naciones y culturas, símbolo de progreso y de apertura al exterior. Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar, colocó a nuestro puerto en lo más alto de la literatura europea, cuando no era ni la sombra de lo que es hoy. Tomás Morales fue el primero en dar protagonismo al mar en un libro de poesía. Y lo hizo desde Canarias. Además de los Poemas del Mar, su famosa Oda al Atlántico es el primer poema de largo aliento en español que trata el Océano Atlántico como un espacio en el que las Islas Canarias son protagonistas indiscutibles, convertidas en verdadero mito. La Oda al Atlántico es el canto más poderoso que se ha escrito a este océano en el que vivimos, que marca nuestras vidas y condiciona nuestra forma de ser, abierta, solidaria, curiosa.

“Atlántico sonoro! ¡mar azul de mi Patria, mar de Ensueño,

mar de mi Infancia y de mi Juventud…mar Mío!” (…)

En la misma línea que el Poema del Atlántico, de su amigo íntimo Néstor Martín Fernández de la Torre, estos poemas dieron la vuelta al mundo en antologías editadas en Cuba, Chile, Argentina, EEUU, Inglaterra…

Los “Poemas de la ciudad comercial” son fiel reflejo de la ciudad cosmopolita, moderna, desarrollada y multicultural que hoy conocemos:

“Ciudad de los ritos comerciales

abierta a los cuatro puntos cardinales”.

Nunca antes nadie había cantado los valores y contrastes de una capital como la nuestra que en esencia son los mismos que los de hoy: convivencia de culturas y pueblos, espíritu comercial y de acogida, modernidad frente a tradición, etc.

Pero el poeta no olvidó cantar y elevar a categoría literaria a los campos de Gran Canaria, rememorados en su tierra natal en “Vacaciones sentimentales”, ni a la antigua selva de Doramas, verdadera reliquia ecológica y espiritual de la isla, cuyos restos en los Tilos de Moya canta con dolor, ni tampoco a la parte antigua de Las Palmas de Gran Canaria, el barrio de Vegueta, al que le dedica unos poemas en los que ensalza la casa canaria, sus gruesos muros, sus amplios patios y corredores de tea, su pila de agua, la casa de los antepasados:

“Tienes luz de familia, tienes paz de santuario

claramente embebida de cosas interiores:

para soñar o amar, albergue extraordinario”.

Ni se olvidó de cantar a la Villa de Agaete, a su niñez en Moya, a la arquitectura rural de nuestra isla… Además, y por si fuera poco, dejó escritos poemas dedicados a grandes figuras del pensamiento contemporáneo como Pérez Galdós, Rubén Darío, Néstor o Alonso Quesada.

Tomás Morales también ha proyectado nuestra tierra y nuestra cultura más allá del archipiélago. Nos ha colocado, gracias a la calidad de su palabra, en el panorama de la cultura universal. Traducidos muy tempranamente al inglés, al alemán y al francés, sus poemas figuran en numerosas antologías y repertorios bibliográficos de todo el mundo. Rubén Darío publicó sus versos en la revista francesa ‘Mundial Magazine’, que dirigía desde París. En los tratados de literatura su obra se estudia en el contexto literario que corresponde.

Tomás Morales no fue solamente (lo que no es poco) nuestro máximo poeta durante el siglo XX. Su figura posee otras facetas, que hacen de su legado un legado poliédrico. Su labor como médico es poco conocida, pero fue durante años la que le sirvió de sustento. Tras titularse en Medicina en Madrid, fue médico de pueblo en Agaete, una labor muy recordada durante generaciones por su buen hacer. Aunque pasaba consulta en el pueblo, no tenía pereza en desplazarse por los pagos del municipio norteño para atender en sus casas a los enfermos. Hay que destacar también que fue nombrado Médico de Sanidad Exterior en el Puerto de Las Nieves, por lo que tuvo un contacto directo con el mundo marinero.

Tomás Morales escribió, también, poemas satíricos junto con Alonso Quesada y Saulo Torón posicionándose a favor de los aliados en la Primera Guerra Mundial. Su amor al progreso y en favor de la paz, le llevó a escribir algunos poemas claramente anti belicistas.

Nuestro poeta optó ya al final de su vida por un compromiso político militante. Y lo hizo por este Cabildo de Gran Canaria, donde fue Consejero y Vicepresidente desde abril de 1920 hasta su fallecimiento y en algún momento incluso tuvo que sustituir al presidente de la institución. Representaba al antiguo Partido Demócrata Liberal. Según los estudiosos, en el poco tiempo que ocupó su escaño destacó por su talante político siempre dialogante y por su empeño en potenciar el papel de los cabildos insulares y el fortalecimiento de la institución insular como garante de la descentralización administrativa.

En esta coyuntura, el Cabildo de Gran Canaria junto con otras instituciones e iniciativas privadas y con el asesoramiento de expertos en la materia, quiere estar a la altura de las circunstancias. Pero sobre todo debemos estar a la altura de su nombre porque nuestra institución insular es la propietaria de la Casa Museo Tomás Morales, adquirida en 1966, reformada con el máximo respeto bajo la dirección de Santiago Santana y abierta al público desde 1976. La Casa-Museo es el gran centro de divulgación y conservación de la obra de Tomás Morales, además de lugar para la investigación en los estudios modernistas y espacio de dinamización cultural. Dada la magnitud y la proyección de su patrimonio, está llamada a convertirse plenamente en el centro de estudios modernistas del que seguro todos lo canarios y canarias podremos enorgullecernos en los próximos años. Mantenemos, además, la voluntad de ampliar la Casa Museo adquiriendo espacios aledaños para hacer más fácil este objetivo con el que nos hemos comprometido.

Nuestro compromiso con la figura de Tomás Morales es de justicia. El propio Cabildo, a la muerte del poeta, encargó el mausoleo, con la aportación de su viuda, con la escultura modernista (también de Victorio Macho) que hoy podemos visitar en el cementerio de Vegueta y donde el pasado viernes realizamos una ofrenda floral. A partir de hoy tenemos un año por delante para honrar su figura. La Consejería de Cultura de este Cabildo, que liderará los actos principales del centenario coordinando muchas de las actividades con el Ayuntamiento de la Villa natal del poeta y otros ayuntamientos y organizaciones, irá desgranando poco a poco las acciones diseñadas a tal fin.

Esta programación es posible gracias a una mesa de trabajo que ha unido al Cabildo con otras instituciones y la sociedad civil y nos ha permitido construir un extensísimo y rico programa que se desarrollará durante todo 2021 e incluso algún acto llegará hasta 2022. Por supuesto en primer lugar el reconocimiento tiene que ser para la Consejería de Cultura y la Casa Museo Tomás Morales. Pero este programa no hubiese sido posible sin la colaboración del Ayuntamiento de la Villa de Moya, del Gobierno de Canarias, de la Fundación Puertos de Las Palmas, de la Federación de Vela Latina Canaria, del Bote Poeta Tomás Morales, de la ONCE y del Centro Atlántico de Arte Moderno… Desde el Cabildo de Gran Canaria se lo debemos al poeta, la ciudadanía se lo debe, por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por nuestra cultura después de su muerte.

PATRIMONIO ASTRONÓMICO Y LUGARES SAGRADOS

Los territorios insulares, espacios atrapados entre el cielo y el mar, han sido siempre, desde la más remota antigüedad, lugares de encuentro entre culturas

En apenas 12 días hemos vivido en Gran Canaria cuatro acontecimientos importantes en torno a la arquitectura rupestre de los antiguos canarios, la cosmología aborigen y la simbología sagrada en el contexto de las antiguas culturas insulares del planeta. Tiene todo que ver con la potenciación de nuestra isla como destino turístico Starlight, con la valorización y la recuperación de nuestro  patrimonio cultural y arqueológico y con la Recomendación de  Gran Canaria, un documento de la Unesco para la protección del patrimonio astronómico y los lugares sagrados del mundo. Y tiene todo que ver, directa e indirectamente, con el objetivo de conseguir la declaración de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria como Patrimonio Mundial, en la categoría de Paisaje Cultural.


El 10 de mayo pasado se celebraron en nuestra isla las II Jornadas Destino Turístico Starlight, las primeras después de que en el pasado mes de enero se nos concediera esta certificación avalada por la Unesco. Gran Canaria forma parte de este selecto grupo de destinos mundiales que cuentan con un celaje privilegiado y debemos sentirnos orgullosos, ya que este galardón no solo asegura que la contemplación de las estrellas forma parte de los atractivos turísticos de la Isla, sino que permite asociar a Gran Canaria con un lugar que apuesta de forma decidida por un modelo de turismo sostenible. El astroturismo es un fenómeno global que crece de forma constante, por lo que es necesaria la implicación de instituciones públicas, ayuntamientos, comunidad universitaria y empresas privadas para garantizar que Gran Canaria se consolide internacionalmente como un lugar que hay que descubrir para poder contemplar las estrellas como lo hacían nuestros antepasados.

La economía internacional se diversifica, eso es un hecho, y los sectores se van especializando, por este motivo Gran Canaria debe ir más allá del tradicional turismo de masas que busca sol y playa, la base de nuestra industria turística, y proponer alternativas basadas en un turismo ecológico, el turismo verde, el turismo cultural, el deportivo, el gastronómico, el agroturismo, el astroturismo y muchas otras variables sostenibles que deben ser un reclamo para un público potencial, cada vez más exigente con la preservación del medio. Sin renunciar, por supuesto, al atractivo de nuestras playas, de nuestro sol, de nuestro clima, de nuestra experiencia en el sector… En este contexto, estoy convencido de que el fomento del turismo de las estrellas o astroturismo, así como la promoción del patrimonio natural y cultural astronómico asociado a la visión del cielo, constituyen ya un nuevo aliciente para la consideración  y la conservación de nuestros tesoros, diversificando nuestra oferta a los visitantes en clave de sostenibilidad. El cielo puede convertirse en un recurso turístico fundamental para Gran Canaria si sabemos apreciarlo, valorarlo en su justa medida y protegerlo entre todos para preservar su calidad, distinguirnos de otros competidores y destacar como un lugar singular y digno de ser visitado.

El 18 de mayo, dentro del plan de difusión trazado para el enclave de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria se presentó una exposición itinerante del conjunto de manifestaciones y obras de carácter arqueológico pertenecientes a una cultura insular desaparecida que evolucionó, en total aislamiento, a partir de la presencia, al principio de la Era, de los primeros bereberes, hasta la llegada, entre el siglo XIII y XIV, de los marinos del sur de Europa que iban en busca de las nuevas rutas de las especias y del comercio de esclavos. Se trata, por lo tanto, de un patrimonio excepcional que expresa un proceso cultural único e irrepetible en el universo insular. Como ya hemos repetido tantas veces: el Santuario y marcador astronómico de Risco Caído representa una obra única en su género, tanto por su concepción como por su significado y funcionalidad, por su diseño, por los elementos constructivos y simbólicos que alberga, así como por el excepcional fenómeno de luz, que se ha creado conscientemente en su interior, como soporte de un sofisticado calendario. Esta obra puede y debe entenderse como una extraordinaria singularidad en la evolución de la arquitectura rupestre de los antiguos canarios y como un ingenio de referencia, que aúna la cosmología aborigen y la simbología sagrada en el contexto de las antiguas culturas insulares del planeta.

Esta exposición sirvió de pórtico a las VI Jornadas sobre este paisaje cultural. Estamos en un momento especial porque mirando hacia atrás comprobamos el enorme trabajo que se ha realizado para identificar, localizar, proteger, reconocer la enorme riqueza que albergan unos espacios fundamentales para entender nuestro pasado. Y al mismo tiempo estamos en las vísperas de decisiones importantes que van a determinar el futuro inmediato, la candidatura a Patrimonio Mundial de la Humanidad. En esta encrucijada, estas Jornadas adquieren mayor valor. Quiero destacar la importancia que estos debates desde hace seis años han tenido para avanzar, sostener y difundir la importancia de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña. Han permitido ensanchar el apoyo ciudadano, ampliar las distintas visiones científicas y técnicas sobre estos espacios y han favorecido la confluencia de las distintas visiones. Tantas veces hemos lamentado la situación de nuestro patrimonio, que es tiempo de alegrarnos porque el trabajo continuado y la unión de técnicos y administraciones públicas nos haya permitido una acción eficaz de recuperación y revalorización de esta riqueza patrimonial. No ha sido, ni está siendo fácil. Nada importante lo es. Pero el conocimiento, la responsabilidad, el compromiso de los investigadores, de los inspectores y de los técnicos por un lado y la decisión política indiscutible están acercándonos al primer objetivo. La plena recuperación y consideración de este Patrimonio.

Las jornadas tienen una doble finalidad: conocer experiencias de distintos lugares del mundo y  sensibilizar a la ciudadanía y visibilizar la importancia que para Gran Canaria tiene el cuidado y el reconocimiento de los valores culturales excepcionales que albergan estos Espacios Sagrados de Montaña. No en vano, en estas cumbres de la isla, territorio mítico y a la vez real, residen múltiples valores e importantes símbolos que conforman nuestra idiosincrasia; símbolos icónicos como el Roque Nublo y El Roque Betayga; arquitecturas rurales y cultura agrícola ancestral; yacimientos arqueológicos y complejos de viviendas trogloditas; pervivencias étnicas tradicionales, como el pastoreo y la trashumancia; y un cielo magnífico, limpio e inmenso. Precisamente, es esa bóveda celeste y su importancia mágico-religiosa uno de los ejes de estas Jornadas. El preciso conocimiento que tuvieron de los astros nuestros antepasados, la configuración de un mundo de creencias desarrollado en gran medida por ese conocimiento y el extraordinario alcance de un mundo abstracto y simbólico tan avanzado, reflejado también en múltiples expresiones materiales, nos presenta una realidad cultural que en buena medida no habíamos sido capaces de percibir y que a partir de ahora, junto a otros proyectos punteros en la isla, nos queda por explorar y profundizar.

Y, por último, y por ahora, el día 23, el Auditorio Alfredo Kraus acogió el Encuentro Internacional de Expertos sobre el Patrimonio Astronómico y Lugares Sagrados de la Unesco. En él se abordaron dos temáticas que para nosotros tienen un interés muy especial. Por un lado, la del patrimonio relacionado con la astronomía y su permanencia a través del tiempo: vivimos en unas islas que siempre han mirado al cielo, y en donde se produce la sorprendente conjunción de contar actualmente con algunos de los lugares de observación astronómica moderna más importantes del planeta, y al mismo tiempo albergar manifestaciones del legado arqueastronónomico y del conocimiento asociado al celaje que alumbraron los antiguos canarios, del que algunas de sus máximas expresiones se encuentran precisamente en esta isla de Gran Canaria. Por otro lado, este encuentro nos traslada a los lugares, paisajes y expresiones sagradas, que representan y expresan el espíritu, los valores y las creencias de muchas comunidades y culturas a lo largo del mundo. Hablamos, como ocurre también en nuestras islas, tanto de monumentos como de paisajes y acontecimientos de la naturaleza, que en muchos casos están indisolublemente relacionados con el cielo.

En la introducción de la propuesta de la Declaración de 2009 como Año Internacional de la Astronomía, en la 33ª Sesión de la Asamblea General de la UNESCO, se define precisamente al cielo como una herencia común y universal, y una parte integrante del ambiente percibido por la Humanidad. La Humanidad ha observado siempre el firmamento para interpretarlo y para tratar de entender las leyes que gobiernan el universo, y este interés ha tenido implicaciones profundas en las creencias, en las costumbres, en la ciencia, en las religiones, en la filosofía y en nuestra concepción general del mundo. Este encuentro de expertos aunó por primera vez dos importantes iniciativas de la UNESCO: la Iniciativa Temática del Patrimonio Mundial de la Astronomía y la Iniciativa del Patrimonio Religioso y Sagrado. La confluencia de estas dos temáticas no solo abre nuevas posibilidades para la salvaguarda y uso sostenible del patrimonio común asociado, tanto material como inmaterial, sino que también abre nuevas e insospechadas ventanas a su conocimiento, interconexión y a la apreciación de su extraordinaria diversidad.

Es importante que hayan elegido Gran Canaria para este Encuentro porque quiero recordar que los territorios insulares, espacios atrapados entre el cielo y el mar, han sido siempre, desde la más remota antigüedad, lugares de encuentro entre culturas, crisoles de diálogo y espacios de paz. Y de él surgen las Recomendaciones de Gran Canaria que nos llama a velar por el patrimonio astronómico y los lugares sagrados. Recomendaciones para el mundo desde una isla que avanza en esa dirección.

GUARDIANES DEL TERRITORIO

El Cabildo tiene que ser la casa que nos una a todos los grancanarios en el trabajo por el desarrollo y la grandeza de nuestra tierra.

El pasado miércoles quisimos firmar un acuerdo con los pastores de Gran Canaria para reconocer y potenciar su contribución impagable a la conservación de nuestro territorio y a la biodiversidad de nuestra tierra. La alerta decretada por lluvias y vientos obligó a aplazar esta firma que hemos trasladado al lunes 12 de marzo. Con frecuencia hemos actuado o planificado al margen de los pastores sin considerar el protagonismo que deben tener para que los objetivos de conservación y regeneración de nuestro medio ambiente vayan en serio. Ya no va a seguir siendo así.

Para el Cabildo de Gran Canaria  este acuerdo es un acto de justicia, es una señal de esperanza, es un reencuentro con el mundo rural de nuestra isla. Los despachos desde donde se tomaban las decisiones o se decidían las actuaciones, han estado, con frecuencia, alejados de la sensibilidad, de la experiencia y del conocimiento que aportan quienes todas las mañanas, y todos los días del año, sacan su ganado a pastar y a recorrer las cañadas de nuestra isla.

Esta concertación tiene muchísimas ventajas: afianzará la ganadería de la isla, protegerá la flora autóctona y los endemismos, potenciará  la reforestación e implicará a toda la gente que vive y ama el campo. Gran Canaria no se puede entender sin nuestro paisaje, sin la cumbre, sin los pinares que nos oxigenan, sin la costa que nos acerca a tres continentes, sin nuestros barrancos, sin el ganado que nos regala productos que nos identifican. Gran Canaria tiene el rostro de nuestra flora. La agricultura conforma también nuestro territorio, desde los bancales de las medianías hasta las llanuras de las plantaciones intensivas. Y toda esta diversidad está atravesada por el trabajo y el paso de nuestros pastores que humanizan el territorio, guardándolo y protegiéndolo. La naturaleza ha moldeado nuestra forma de ser y los pastores tejen,  recrean y transforman esa naturaleza en estado puro. Es de justicia reconocerlos como “guardianes de nuestro territorio”.

El Cabildo que presido ha establecido como prioridad de Gobierno desarrollar el mundo rural y trabajar por la soberanía alimentaria. Pero además de mirar por nuestra agricultura tenemos que mimar nuestra ganadería y a sus pastores porque son  auténticos gestores del medio ambiente y la biodiversidad.

Realizamos un acto de justicia. Los pastores de Gran Canaria han contribuido decisivamente al desarrollo de esta isla. Han elaborado productos únicos que nos identifican, especialmente nuestros quesos de los que podemos presumir como equiparables a los mejores del mundo. Los quesos artesanales de Gran Canaria son reconocidos y premiados internacionalmente. Con leche cruda, hechos a mano y madurados en cuevas, en cada queso late el territorio y una forma de vida. Una parte de sus ganados nos han aportado, también, la materia prima de unos tejidos tradicionales que han abrigado a nuestra gente durante siglos.

Pero hay algo que quizás no sea tan conocido por la mayor parte de la gente y es que sin nuestros pastores la flora no se habría conservado y reproducido. Y que son decisivos en la prevención de incendios. Por eso esta firma, que plasmaremos en unos días, tiene mucho de agradecimiento y de homenaje. A los que hemos  conocido en los encuentros preparatorios de la rúbrica del acuerdo y a los cientos de pastores anónimos que están cuidando a sus animales y que forman parte de esta gran familia.

Reconocemos su aportación en el pasado y abrimos la puerta a la esperanza. El acuerdo con los pastores es solo una parte del camino que queremos recorrer: protección del territorio, protagonismo de quienes pisan cada mañana nuestras laderas y saben de la riqueza y de los riesgos de nuestros campos. No podemos decidir solo desde los despachos sin contar con la colaboración, con la opinión, con el compromiso de los pastores. Sabemos que aman el campo en el que viven. Son decisivos para encontrar el equilibrio entre la fauna, la flora y el paisaje. Por eso formamos parte de un mismo proyecto: el de conservar la riqueza natural de Gran Canaria. Si trabajamos juntos ganamos todos y en todas las dimensiones. Es el tiempo de la colaboración y el compromiso compartido.

El Cabildo tiene que ser la casa que nos una a todos los grancanarios en el trabajo por el desarrollo y la grandeza de nuestra tierra. Pero ese futuro esperanzador tiene que ir de la mano de gente que, como los pastores, conocen, respetan, transitan y dialogan continuamente con la naturaleza. Los consejeros de Medio Ambiente y de Soberanía Alimentaria son los principales interlocutores y responsables de este cambio que estamos celebrando. Pero no acaba en ellos. La consejería de Comercio impulsa la marca y el concepto Gran Canaria Me Gusta, que prioriza el consumo de productos de nuestra tierra. La consejería de Turismo promociona todas nuestras excelencias en el exterior. La consejería de Desarrollo Económico  convoca ferias y encuentros para aumentar el conocimiento de nuestro mundo rural y facilitar la comercialización de las producciones locales.

La columna vertebral de la firma del 12 de marzo es el decálogo que llamamos “Pastores del siglo XXI”, donde se recogen las consideraciones básicas para mirar al futuro. Sabemos que el pastoreo ordenado es una de las principales actividades sostenibles en el marco de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y de la isla en general. La actividad de los pastores es una acción eficaz contra el cambio climático y en las islas ésta debe ser una preocupación que implique a todos los sectores y colectivos de manera coordinada y permanente. Lo estamos haciendo también con los Alcaldes por el Clima o con la participación de la sociedad civil desde el Observatorio Insular para el Cambio Climático.

Decimos también en este decálogo que las cabras asilvestradas no son pastoreo. Ante unos ecosistemas tan frágiles como los insulares las cabras sin dueño no tienen cabida.  Afectan a la naturaleza, a las repoblaciones y a los cultivos. Los pastores y el Cabildo trabajan conjuntamente para solucionar este problema medioambiental. Estamos comprometidos en salvar toda la flora autóctona y los endemismos que suponen una riqueza medioambiental de valor mundial.

La trashumancia de los pastores con sus ganados en Gran Canaria es un patrimonio cultural inmaterial. El movimiento estacional de los ganados es una práctica ancestral de más de 2.000 años de antigüedad, siendo una de las manifestaciones culturales más antiguas que aún perdura. Y debe ser protegida. Y vamos a trabajar codo con codo con ellos para protegerla. 

El pastoreo es una seña de identidad cultural de Gran Canaria que tiene presencia entre nosotros desde la llegada de los primeros pobladores indígenas. Este oficio se ha preservado a lo largo de los siglos, conservando nuestras razas autóctonas, legando la práctica tradicional del Salto del Pastor, manteniendo singularidades como el Queso de Flor… y es un garante para el futuro de la salvaguarda de nuestra cultura, folclore, lenguaje y tradiciones.

En este acuerdo el Cabildo asume compromisos: compensarles económicamente por el servicio ambiental que prestan para la  prevención de incendios forestales y para erradicar el ganado asilvestrado del medio natural, que se realizaría, en un primer momento, en el entorno de la montaña del Cedro y Horgazales, en el macizo de Guguy, y posteriormente en otros espacios naturales protegidos de la isla.

Además, el Cabildo se compromete a ejecutar proyectos de creación de “paisajes mosaico” de mejora y ampliación de los pastos. A declarar las vías pecuarias y reconocer el valor de la trashumancia como patrimonio cultural inmaterial de la isla de Gran Canaria. A agilizar el trabajo que se está  realizando para la creación de una futura Escuela Insular de Pastoreo y Ganadería: la intención es aumentar la formación de sus hombres y mujeres, el asesoramiento técnico, el mantenimiento del relevo generacional  y la promoción del sector y los productos asociados.

Les puedo asegurar que desde el Cabildo de Gran Canaria estamos comprometidos en la consecución de estos objetivos. Agradezco a los pastores el cariño y la entrega con la que ejercen su profesión y, desde luego,  su oficio de cuidadores de nuestras tradiciones y de nuestra riqueza natural.

 

UN BIENIO PARA HONRAR A GALDÓS

Fuera de las islas, investigadores del mundo entero, ajenos a las dudas sobre la canariedad de Galdós, siguen afirmando la valía de este novelista,  refundador, tras Cervantes, de la novelística hispánica.

En este 2018 se cumplen 175 años del nacimiento de Galdós. Dentro de dos años, en 2020, se cumplirá el primer centenario de su fallecimiento. Hace unos días presentamos una síntesis de la programación del Cabildo de Gran Canaria para la celebración del bienio galdosiano. Constituye ésta una convocatoria central en nuestra acción de gobierno por la proyección internacional de don Benito, por la responsabilidad que tenemos como Gobierno de la isla donde nació y porque somos conscientes de la demanda académica y social para subrayar estas efemérides. Por eso el Cabildo ha decidido poner en marcha una comisión de trabajo en la que estén presentes, además de esta institución, el Gobierno de Canarias, el Gobierno español y la ULPGC… Es el momento de desplegar distintas iniciativas que refuercen en la conciencia de los grancanarios y grancanarias, de toda la ciudadanía de estas islas, la proyección de este maestro de las letras universales.

Galdós nos convoca de nuevo para rehacer el camino que él emprendió a bordo de una escritura luminosa y realista descubriéndonos una forma nueva de mirar el tiempo que le tocó vivir. Gran Canaria acoge y revive en la conmemoración de este bienio todo el potencial que contiene la obra de este testigo excepcional del siglo XIX español y de los intentos de cambio de régimen que supuso el final de ese siglo y el comienzo del XX.

Visto con la distancia de las décadas y de los siglos, nos provoca cierta sorpresa que al hombre que quebró los límites de la novela en el siglo XIX junto a autores como Tolstoi, Dostoievski o Balzac le fuera negado el Premio Nobel por las presiones que llegaron desde la propia España. Sin embargo, el juicio del tiempo ha demostrado una vez más estar por encima de las envidias y las miserias humanas. Espero que la celebración de este bienio nos sirva también para reflexionar sobre el destino de los intelectuales que no son dóciles al régimen o a los poderes del momento. Afortunadamente don Benito no se amilanó y mantuvo el compromiso social y político liberal y republicano hasta los últimos días de su vida.

Y esta celebración nos debe animar a revisar  su legado y tal vez a realizar el viaje inverso al que él anduvo. A mirar con sus ojos y con sus criterios a nuestra sociedad actual y comprobar una vez más la plena vigencia de su obra. Porque la irresistible fuerza y la actualidad de la escritura y el pensamiento galdosiano traspasa las barreras del espacio y el tiempo. 

Hay un antes y un después de Galdós. De hecho, se considera que su influencia en las letras hispanas se sitúa a escasa distancia de la ejercida por Cervantes. Sin embargo, su grandeza radica también en la humanidad, la compasión y el compromiso social que traspiran sus palabras. Muchas de estas palabras resuenan actuales en nuestros días y provocan un eco que agita nuestras conciencias, porque buena parte de sus denuncias relacionadas con situaciones sociales y políticas siguen tristemente vigentes y contra ellas nos enfrentamos aquellos y aquellas que desempeñamos tareas de responsabilidad en las instituciones públicas. En este sentido, Galdós es un faro, una inspiración y un recordatorio constante sobre la necesidad de luchar contra las desigualdades sociales. Ningún autor de su época, y muy pocos en la actualidad, han demostrado esa empatía hacia sus personajes y por extensión hacia sus congéneres. De este modo, Galdós nos marcó un camino a seguir. Como cuando señaló que la marginalidad no es otra cosa que “una extraordinaria falta de oportunidades y de educación”.

El mismo veredicto del tiempo del que hacía referencia un poco antes ha dejado enterradas y convertidas en polvo las críticas de algunos que le tildaron de provinciano, precisamente a él, el más viajado y abierto al mundo y a las novedades de los escritores españoles de su generación. En esta apertura de miras se adivina la herencia grancanaria y canaria, donde el océano ofrece un horizonte amplio y despejado que invita a descubrir, a imaginar y a inventar.

Hace 25 años, en 1993, durante los actos de celebración del 150 aniversario del nacimiento de don Benito Pérez Galdós, organizados por la Casa Museo natal que regenta este Cabildo, el conferenciante invitado, el eminente poeta y estudioso Manuel González Sosa, disertó sobre las raíces canarias de nuestro escritor. Se lamentaba entonces, en aquella conferencia publicada poco después  por el Cabildo, de la leyenda negra sobre la negación de sus orígenes: “Todavía circula –decía González Sosa-, la noción de un Galdós despegado de su tierra y no sólo en ambientes donde las cosas así son esperables por ignorancia o por motivos interesados. Acabar de una vez con este estado de opinión es acabar con una injusticia; objetivo que por sí mismo merece cualquier esfuerzo, y objetivo, también, que, de ser alcanzado, supondría la eliminación de prejuicios y reservas que en algunos casos, aunque parezca mentira, están siendo un obstáculo para acceder al conocimiento y la frecuentación de Galdós”.

Por suerte, cada vez está más lejos ese tópico, y las nuevas generaciones de canarios y canarias ya no arrastran ese lastre infundado. Galdós, más que nunca, está presente en nuestra sociedad: se reedita, se lee y se investiga. Se reedita entre otras iniciativas gracias a este Cabildo, que ha publicado, en un esfuerzo titánico de 24 volúmenes, gran parte de su producción; y se hace porque hay un interés mundial en su obra que queremos satisfacer, a la vez que vincular con sus raíces grancanarias. Se lee, pues sus textos están en los programas educativos, en los currículum universitarios y son objeto de múltiples iniciativas de animación lectora o creación literaria. No olvidemos la ingente labor que realiza la Casa Museo Pérez Galdós a través de su Departamento Educativo, que difunde su obra a miles de estudiantes de todos los centros de la isla. Y se investiga, en fin, en los congresos galdosianos celebrados en su Casa Museo y a través de los trabajos de nuestros profesores universitarios y no universitarios.  Apoyaremos desde la institución insular y en colaboración con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, a través de la Cátedra Pérez Galdós, las propuestas que profundicen en este objetivo.

Fuera de las islas, investigadores del mundo entero, ajenos a las dudas sobre la canariedad de Galdós, siguen afirmando la valía de este novelista,  refundador, tras Cervantes, de la novelística hispánica. Una prueba de ello es la última edición, la undécima, del prestigioso Congreso Galdosiano, celebrada el mes de junio pasado con la presencia de investigadores de universidades de Estados Unidos, Japón, Alemania, Bélgica, Costa de Marfil, Canadá, Holanda, Italia, México y Reino Unido, además de los llegados de toda España.

De acuerdo con esta relevancia se ha elaborado una programación inicial del bienio muy sugerente. Por supuesto, no está cerrada, pero hemos querido trasladar a la sociedad que estamos trabajando en ello, que se ha avanzado mucho y que algunos pasos de los que se han dado tienen una singular trascendencia.

Ha sido trascendente la adquisición de cuatro manuscritos originales de sus Episodios Nacionales: “Un faccioso más y algunos frailes menos” (1879), “Zumalacárregui” (1898), “Mendizábal” (1898) y “Los Ayacuchos” (1900) se suman a los 33 manuscritos y 52 pruebas de imprenta de obras de Galdós que poseemos en la Casa Museo. Solo nos supera la Biblioteca Nacional de España en la disposición de este fondo documental. Con estos 4 manuscritos ya están en poder de las instituciones públicas (en este caso la Biblioteca Nacional y la propia Casa Museo), las series 2 y 3 completas de los Episodios Nacionales. Y, por supuesto, este tesoro está a disposición de los investigadores de todo el mundo, que tienen que pasar de un modo u otro por nuestro Museo. Sin duda expresan la madurez cultural de nuestro pueblo que se mide también por la conservación de su patrimonio

Asimismo consideramos de especial relevancia la convocatoria del Premio Internacional de Novela Benito Pérez Galdós, dotado con 15.000 €, lo que lo convierte en el premio de novela mejor dotado de Canarias. Será bienal y se convocará en los próximos meses. La novela ganadora se publicará en 2019.

Y no es menos importante la producción en versión sinfónica de la ópera “Marianela”, escrita por Jaume Pahissa, basada en la obra de Galdós con adaptación de los hermanos Álvarez Quintero, que fue estrenada en 1923 en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria será la encargada de interpretar la obra.

Por supuesto, la programación no se queda aquí. Editaremos libros, apoyaremos iniciativas privadas ya en marcha, de enorme interés, que por su envergadura abarcarán todo el bienio, habrán distintas propuestas didácticas, representaciones teatrales de obras galdosianas, conferencias, investigaciones, series de TV, documentales, conferencias, talleres con dramaturgos nacionales e internacionales…

Y se trata solo de un avance, insisto… seguiremos trabajando en ampliar el programa de propuestas a desarrollar. Estas acciones aunque tienen como eje vertebrador la Casa Museo natal del novelista no se van a  limitar a este centro, sino que involucran a otras áreas y espacios del Cabildo. Se hacen para rendir homenaje a nuestro escritor pero también van a servir para proyectar a Gran Canaria ligada a su figura.

LA MIRADA IDENTITARIA DE LOS ARTISTAS CANARIOS

Los cuatro protagonistas de estas dos exposiciones que en estos días podemos contemplar en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, han llevado su isla universal, han construido su archipiélago por el mundo con la cabeza alta

Nuestra tierra resultó atractiva desde hace siglos a quienes nos visitaron o tuvieron noticia de nuestra localización o de nuestras singularidades. Estudiosos e investigadores de todas las ramas del saber han prestado atención a Canarias durante siglos por su belleza y originalidad. Entre los siglos XVII y XIX, por lo general, el interés venía de fuera, de investigadores ilustres como Alexander von Humboldt, Rene Verneau, Sabin Berthelot, Olivia Stone, etc., con notables excepciones como el erudito e ilustrado canario Viera y Clavijo. Muy lentamente, sobre todo ya bien entrado el siglo XX, nosotros mismos, a través de una nueva cantera de estudiosos, nos incorporamos al conocimiento de nuestra propia identidad.

Sin embargo, buena parte de los temas que acucian a científicos y estudiosos sobre nuestra compleja realidad, ya habían sido intuidos por otro colectivo que es y debe ser reconocido como un motor fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad madura. Me refiero a los artistas, a nuestros artistas. A ellos debemos una mirada identitaria en torno a la historia y la naturaleza de las islas Canarias a través del lenguaje que mejor conocen: el del arte.

 

En estos días podemos contemplar dos exposiciones que condensan esa mirada reflexiva sobre nuestra cultura: “Óscar Domínguez, Manolo Millares y Martín Chirino: una mirada insular”, inaugurada en el Castillo de la Luz el pasado 13 de junio;  y la retrospectiva “Pepe Dámaso”, que se puede visitar en el CAAM desde el 22 de junio.

La exposición del Castillo de la Luz, actual sede de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, comisariada por el crítico de arte y director del Instituto Cervantes Juan Manuel Bonet, pone en diálogo a tres referentes indudables del arte canario (Domínguez, Millares, Chirino) con sus coterráneos en lo que constituye un pilar básico de todo pueblo: la lectura de su tradición a través de una propuesta artística e intelectual en la que nos podemos reconocer toda la ciudadanía de las islas, muy especialmente gracias al uso del lenguaje simbólico, un lenguaje que es mucho más eficaz que el convencional o el de la ciencia, porque llega al alma directamente.

Cuando contemplamos, por ejemplo, «Cueva de guanches», de Óscar Domínguez, el autor, como un visionario, consigue decirnos que debajo de nuestro paisaje árido, de nuestro mar donde pescamos tranquilamente el pescado que la industria enlatará luego, en nuestro subsuelo (¿el inconsciente colectivo tal vez?), hay todo un mundo por descubrir, por desentrañar, que es nuestro propio pasado.

Y cuando Manolo Millares crea sus «pictografías» primero y sus «arpilleras» después, inspirándose en los signos y los tejidos funerarios de los antiguos canarios, no hace más que conectarnos por la vía de la intuición con nuestro propio pasado, porque es la única manera de construir nuestro futuro y definir nuestro propio puzzle como pueblo consciente y solidario.

Las Espirales de Chirino, los Afrocanes, los Aeróvoros, surgen en el espacio para que nos interroguemos, como él lo hace, sobre nuestra existencia. Están ahí en los centros de arte, en la propia calle, para recordarnos que debemos pararnos por un momento para pensar sobre nosotros mismos.

 

Y no sólo sobre la historia, sobre nuestra historia ocultada, han hablado con sus símbolos estos tres artistas, sino que lo han hecho también sobre nuestro espacio, sobre el territorio real y mítico en el que habitamos. Los Paisajes, las Raíces y los Vientos de Chirino, el drago de Óscar Domínguez, incluso los paisajes de piel humana de Millares, donde la materia pictórica es la herida profunda, el desgarro y la sangre, nos acercan visionariamente a otra mirada esencial sobre el paisaje insular, como quería Pedro García Cabrera en su célebre ensayo de 1930, “El hombre en función del paisaje”: “Nuestro arte hay que elevarlo sobre paisaje de mar y montañas. Montañas con barrancos, con piteras, con euforbias, con dragos…”.

Por su parte, el CAAM retoma a otro de los grandes artistas canarios, a Pepe Dámaso, en esta ocasión con una exposición retrospectiva comisariada por Carmensa de la Hoz, amiga personal del artista durante cuatro décadas y profunda conocedora de su creación. Dámaso es uno de los artistas grancanarios más destacados y prolíficos del arte canario de la segunda mitad del siglo XX y de este ya entrado siglo XXI, pues afortunadamente permanece en activo.

Como en Domínguez, Millares y Chirino, en Dámaso los antiguos canarios, las tradiciones de su tierra y la poderosa atracción del paisaje canario constituyen elementos relevantes de su obra, como podemos apreciar, por ejemplo, en sus series de “Harimaguadas” y “Balos”, en las obras dedicadas a la fiesta de la Rama o en los “Héroes Atlánticos”.

 

Dámaso es un artista cuya vida ha estado marcada por un continuo viaje. Por una pulsión y contradicción constante entre la realidad, la historia y el entorno que le ha tocado vivir, siempre en contacto continuo con otras realidades próximas al canario: Europa, África y América latina. Ello le ha permitido establecer un contacto permanente con numerosos artistas, escritores, cineastas e intelectuales que han ido jalonando diferentes episodios del complejo y rico relato de su trayectoria vital. 

Un largo camino que pronto lo distancia, críticamente, de la abstracción para indagar con un sello personal en la figuración, generando un lenguaje propio donde ambos territorios se dan armónicamente la mano. Por eso Dámaso es ante todo un artista contemporáneo, que maneja las herramientas del collage y del ensamblaje como un auténtico maestro y que presta atención al cine y a la literatura.  Un ejemplo clave es “La Umbría”, el homenaje tanto pictórico como cinematográfico a uno de los escritores fundacionales de nuestra literatura.

Sus extensas referencias literarias, especialmente poéticas, le llevan a rendir un tributo a sus escritores icónicos: Federico García Lorca (“La muerte puso huevos en la herida”), Fernando Pessoa, Tomás Morales, Constantin Cavafis… Y su pasión por África se pone de manifiesto en la serie “Mango negro”, en su “Políptico de las Cacatúas”, donde representa a un Cristo negro, y en las esculturas que presentó en Senegal hace ya más de 50 años, lo que lo convierte en uno de los artistas canarios de mayor proyección en el continente. La obra que podemos contemplar en esta exposición reconoce también la reflexión existencialista de Pepe Dámaso, tanto en referencia a la muerte, ese destino inexorable al que nos conduce nuestra existencia, como a uno de sus antídotos, el amor, que el autor resuelve gracias a un erotismo liberador.

Esta retrospectiva es un homenaje merecido del CAAM, y por tanto del Cabildo de Gran Canaria, a su dilatada y rica carrera, en la nueva línea programática emprendida por este buque insignia del arte en Canarias, que pretende recuperar la presencia de los artistas canarios, como los Premios Canarias Lola Massieu, que tuvo ya su retrospectiva, y Juan Hidalgo, con un pequeño homenaje al obtener el Premio Nacional de Bellas Artes. Pronto vendrán otros dos Premios Canarias: Paco Sánchez (galardonado en la última edición), César Manrique y la también Premio Nacional de Bellas Artes Concha Jerez. Pero también se recupera el diálogo de artistas de las islas con América y África, como ocurrió con aquella espléndida e impactante colectiva “El iris de Lucy”, con presencia de dos mujeres artistas canarias.

Los cuatro protagonistas de estas dos exposiciones que en estos días podemos contemplar en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, han llevado su isla universal, han construido su archipiélago por el mundo con la cabeza alta, ya sea en Madrid, París, Nueva York o desde la propia Gran Canaria, creando por y para el mundo con la mirada puesta en el origen.

UNA ISLA DE MÚSICA

Cincuenta años generando formación, emociones, conocimiento, bien merecen el reconocimiento recibido. Recoge un sentimiento unánime de quienes sabemos que nuestro progreso y cosmopolitismo se basa en iniciativas que demuestran la fortaleza y altura de miras de su gente.


Ha terminado la edición número cincuenta del Festival de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria. Y ha sido todo un éxito. Hemos disfrutado de Lucía de Lammermoor, La Favorita, La Hija del Regimiento, Rigoletto y Werther y de algunos bises históricos que no se prodigaban desde finales de los años 70… Una temporada redonda para una celebración redonda. Alcanzar medio siglo de vida cultural de los “Amigos Canarios de la Ópera” representa una señal indiscutible de vitalidad, de iniciativa y de compromiso social de sus promotores y directivos, pero también de toda la población que ha disfrutado de este éxito. Para el Cabildo de Gran Canaria estos cincuenta años suponen un motivo de orgullo porque expresan el sentir y el hacer de nuestra isla y por eso colaboramos con ACO y editamos el bello libro que conmemora esta efeméride.  Se trata de un acontecimiento, de un hito para la reseña histórica, pero también para saborear el presente y ganar el futuro con todas sus enseñanzas y aprendizajes.

 

La proyección pública que las programaciones, promovidas por ACO, tienen en nuestra sociedad, está siendo decisiva para que nuestra capital y la isla entera disfruten de un alto nivel de actividad y de oferta en torno a este género. Estamos en la vanguardia  del Estado y esto tiene mucho que ver con el esfuerzo de personas que un día decidieron organizarse y ser vanguardia de la iniciativa operística. Gran Canaria es una referencia europea por su amor a la música. Los “Amigos Canarios de la Ópera” contribuyen de forma decisiva para que siga siendo así.

Las temporadas de ópera son un reclamo para quienes disfrutamos de la lírica y estimulan las vocaciones musicales y vocales que se dan en nuestra tierra. Pero dinamiza en muchos más sentidos. La iniciativa operística supone además, el desarrollo de actividades e investigaciones artísticas que están relacionadas con la producción de cada representación, la elaboración de materiales escénicos, el impulso a las corales y grupos de canto, la organización de los montajes… El impulso cultural está demostrado, pero los beneficios se amplían a la actividad económica ligada a las representaciones y al consiguiente atractivo turístico que comporta. La ópera no queda aislada en nuestro querido teatro Pérez Galdós, sino que desborda y alimenta múltiples dimensiones que crean tejido social, cultural y económico. Vivir en Canarias o visitarla es atractivo no solo por nuestro clima o por la geografía, también por una oferta cultural que nos coloca en la primera división. Ocurre con la ópera, con la música en general, con el teatro, con la danza, con las artes plásticas, con el folklore… Pero la actividad operística genera progreso en muchos campos. En la educación, se favorece el aprecio a la música con las charlas, el convenio con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la formación vocal y coral  que exigen las distintas representaciones. En esta trayectoria de ACO valoro también la orientación abierta y plural que han impulsado de manera creciente. Pero también crece el mundo de la regiduría, del personal escenotécnico, de talleres de construcción, sastrería, peluquería, maquillaje y figuración. La cultura produce actividad económica y diversificada que es la que necesita Gran Canaria.

Cincuenta años generando formación, emociones, conocimiento, bien merecen el reconocimiento recibido. Recoge un sentimiento unánime de quienes sabemos que nuestro progreso y cosmopolitismo se basa en iniciativas que demuestran la fortaleza y altura de miras de su gente. La cultura no admite compartimentos estancos y como reflexión ilustrada debe conocer de las causas y crisis de nuestro entorno e intervenir en ellas. ACO  ha hablado y se ha posicionado, a lo largo de la historia, ante las situaciones que requerían un compromiso social. Desde el Cabildo de Gran Canaria confirmamos que esa posición ha contribuido al engrandecimiento de la isla y con ella de Canarias. Nos llena de orgullo que nuestra isla y nuestra capital se hayan ganado el prestigio de unas temporadas que son reconocidas a nivel internacional y que motiva a los grandes directores e intérpretes a colocarnos en sus agendas. Hemos disfrutado los amantes de la música durante estos 50 años, pero ha ganado el conjunto de  la sociedad. Porque la cultura no es un gasto, es una inversión.

La Ópera viene a incrementar la calidad de vida de quienes tenemos la fortuna de vivir en estas islas. Que llevemos cincuenta años alimentando esta experiencia es una magnífica noticia. Es tiempo de comprometernos a colaborar para que el futuro esté a la altura del aniversario que hoy agradecemos. Y es el momento de ratificar que el compromiso del Cabildo se va a mantener. Sabemos que este Festival y las actividades que genera constituyen un insustituible referente cultural. Queremos hacer constar que mis felicitaciones incluyen, merecidamente, a todas las personas que han participado en las directivas que han mantenido viva la programación de cada temporada.

Este éxito no es una casualidad. Sacamos enseñanzas para proyectarlas en nuestro futuro. Cuando coinciden el conocimiento, la solidaridad, la constancia y el sentimiento de pertenencia a la isla que nos acoge, el resultado suele ser tan brillante como el de los ACO.

Nuestra isla cuenta con una sociedad civil organizada, dinámica y laboriosa. Afortunadamente no estamos en una sociedad inerme, resignada o dependiente de las administraciones públicas. Esta es una de nuestras grandes bazas para ganar la próxima década, igual que hemos ganado las grandes batallas del pasado. Y quiero destacar que muchas de estas organizaciones civiles tienen como fundamento el impulso cultural lo que habla de la riqueza de nuestro proyecto de vida colectivo.

Y fruto de la colaboración entre el Cabildo y la ciudadanía sin duda hoy podemos decir que tenemos en Gran Canaria una oferta musical extraordinaria. Que tenemos una isla que suena a música celestial. No hay más que echar un vistazo para comprobar que durante todo el año la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, que ahora estrena director, desarrolla a lo largo de 20 conciertos que tienen como escenario el Auditorio Alfredo Kraus una programación que atiende a la mayor diversidad de estilos y formatos, con atención especial a la renovación del repertorio y a la creación canaria; que los Conciertos Escolares y Conciertos en Familia de la Fundación OFGC constituyen una iniciativa que lleva ya 24 años acercando la música a niños/as y jóvenes de toda la isla de Gran Canaria. Se trata de una de las ofertas educativas más amplias y variadas de este archipiélago atlántico que se complementa con la Semana Santa musical, los conciertos especiales de Temudas Fest, en la terminal de contenedores, y otras actuaciones por distintos municipios.

Y junto a esto el encuentro Jazz Otoño; el Circuito de Artes Escénicas de Gran Canaria, con una amplia programación de música y danza, los conciertos Sofar Sounds, de Jazz y de Arte Sonoro del CAMM; las actividades musicales del San Martín Centro de Cultura Contemporánea con Nosolorock, De blues, soul y más, Músicas paralelas, Músicas de ida y vuelta, En acústico y Especiales de Navidad; la programación de música antigua en el patio de la Casa de Colón; los conciertos programados en 2017 en la Casa-Museo Pérez Gáldos, vinculados al proyecto basado en el título homónimo del libro de Pedro Schlueter que abarca la relación entre don Benito Pérez Galdós y la música; los patios encantados de la Casa Museo de León y Castillo; las Jornadas de Música de Cámara de la Casa Museo Tomás Morales,  complementadas con otros conciertos; Cuando los colores suenan de la Casa Museo de Antonio Padrón; las visitas con conciertos de la Cueva Pintada; los conciertos con los órganos históricos en distintas iglesias; Lo más Xtra de Xtraradio de Gran Canaria Espacio Digital; los circuitos insulares de música popular y folclórica; el Memorial Díaz Cutillas; el Concurso Internacional de Canto Alfredo Kraus que recuperamos con su Fundación; las iniciativas ingentes, con las que colaboramos, de la Sociedad Filarmónica, de la Asociación de Amigos de la Zarzuela, de la Orquesta Sinfónica de Las Palmas, del Proyecto de Barrios Orquestados, de la Asociación Orquesta Sinfonietta, de la Federación de Agrupaciones Folclóricas de Gran Canaria, de ACO, de las escuelas de música repartidas por la geografía insular, de las corales, de los 21 municipios y sus programaciones, de las productoras privadas, de la Fundación Teatro Auditorio, de las numerosas voces canarias que están cantando por escenarios del mundo, de tantas y tantas parrandas improvisadas, de tantos y tantos solistas, de tantos y tantos grupos de todo tipo… Lo dicho, una isla de música que crece acompañada de bellas notas.