Portada Antonio Morales


LA REGENERACIÓN NO PUEDE ESPERAR

Curiosamente en las bases redactadas por el Ministerio de Economía con los requisitos para optar a representar a España en el Banco Mundial no se recogía el código ético que esta institución exige a sus empleados. Dice en su web el Banco Mundial que “Nuestra conducta debe estar inspirada por los estándares éticos más elevados»

A las 20:56, con nocturnidad y alevosía, justo dos minutos después de la votación que provocó el segundo fracaso de Mariano Rajoy en su intento de repetir como presidente del Gobierno, el Ministerio de Economía  hizo pública su decisión de proponer al exministro de Industria, Comercio y Turismo José Manuel Soria para directivo del Banco Mundial. Lo que el fin de semana se intentó  vestir como una “decisión técnica”, como un derecho fundamental de un funcionario, en realidad estuvo perfectamente cronometrado con la agenda política.

 

Los cuatro días que pasaron desde que se hizo público el nombramiento hasta que José Manuel Soria renunció al enchufe en el Banco Mundial fueron  jornadas de fabricación de mentiras, de contar las cosas a medias, de intentar deslegitimar las críticas de la oposición y de la ciudadanía acusándolos de “estar mal informados” y de convertir al beneficiado con un sueldo de más de 200.000 dólares  por un enchufe en víctima “de los medios de comunicación”, como llegó a decir en la radio un dirigente del Partido Popular de Canarias.

Aunque renunció el pasado martes (a petición del gobierno, según la versión del político canario), el caso Soria seguirá coleando y nos da una oportunidad para reflexionar sobre la mentira (escribí sobre ello la semana pasada) y la falta de ética como ADN del Partido Popular, la primera organización política imputada (ahora se dice investigada) en la actual etapa democrática española y procesada como persona jurídica por varios delitos, entre ellos el de encubrimiento de corruptos.

Tras el  nombramiento de José Manuel Soria como directivo del Banco Mundial los dirigentes del PP volvieron a activar su fábrica de mentiras. Después de que la oposición y algunos importantes altos cargos del PP cuestionasen la elección de Soria para representar a España en una de las instituciones económicas más importantes del mundo, el presidente en funciones Mariano Rajoy y el ministro de Economía, Luis de Guindos, declararon que Soria había ganado un concurso de méritos al que solo se podían presentar funcionarios y que negarle el puesto hubiese sido ilegal. Ambas cosas eran mentira: el digital El Confidencial publicó los requisitos para poder optar al puesto que habían regalado a Soria (unas bases que no aparecieron en el BOE ni en la web del ministerio de Economía, por lo que miles de economistas no tuvieron ni siquiera la oportunidad de presentar su currículum). En esas bases se valoraba ser funcionario, pero no era un requisito para poder presentarse. Tampoco era imprescindible ser Técnico Comercial y Economista del Estado (puesto, por cierto, en el que Soria solo tiene 5 años de ejercicio).  El propio Rajoy reconoció que Soria le había pedido ese puesto después de dimitir como ministro de Industria y Turismo por haber mentido y por tener empresas en paraísos fiscales. Aplazaron incluso la convocatoria para que el exministro pudiera actualizar y mejorar su curriculum…

Curiosamente en las bases redactadas por el Ministerio de Economía con los requisitos para optar a representar a España en el Banco Mundial no se recogía el código ético que esta institución exige a sus empleados. Dice en su web el Banco Mundial que “Nuestra conducta debe estar inspirada por los estándares éticos más elevados». Y habla de que los asuntos  financieros en los que participen sus empleados: «permanezcan más allá de cualquier reproche». Por eso insta a sus directivos y empleados a «revelar cualquier negocio personal o interés financiero que pueda reflejarse de forma negativa o causar vergüenza al Banco Mundial”. Nos llama la atención que el ministerio que dirige Luis de Guindos, no incluyera ningún punto relacionado con la ética en las bases para optar al Banco Mundial. No queremos pensar que esta omisión se hizo para facilitar el puesto a su amigo Soria. Este código ético nos parece positivo (al gobierno del PP le parecía prescindible). De todas formas, los dos se balancean en la hipocresía: me he referido en otras ocasiones al papel tan negativo que han jugado el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en muchos países del Sur. El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, que fue Economista Jefe del Banco Mundial, denunció la imposición de políticas neoliberales por parte de esta institución  en los países empobrecidos en su libro “El malestar de la globalización”.

Como plantea Josep Ramoneda (Romper tabús. El País), “Un gobernante tiene que vivir muy alejado de la realidad para permitirse la alcaldada de premiar a un ministro que dimitió por una cuestión de mentiras y dineros con un cargo en el Banco Mundial, cuando la credibilidad de la política está bajo mínimos y la ciudadanía asiste perpleja a la perpetuación de la interinidad”.

La catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, señala que “si no tomamos nota de lo cara que es la falta de ética, en dinero y en dolor, el coste de la inmoralidad seguirá siendo imparable. Y, aunque suene a tópico, seguirán pagándolo los más débiles.” En su libro “¿Para qué  sirve la ética? (Paidos, 2013) Adela Cortina   considera que “lo que vale para las personas, vale también para las organizaciones y para los pueblos, que también unas y otros van tomando decisiones que les generan predisposiciones a actuar de un modo u otro. Por eso cuando organizaciones, las instituciones o los pueblos generan un mal carácter, malos hábitos y costumbres, pierden el señorío sobre su presente y su futuro y se convierten en seres reactivos. Reaccionan a los acontecimientos, y además tarde y mal, precisamente porque son los sucesos los que ganan la mano.” La reflexión de Cortina fue escrita hace tres años, pero la verdad es que parece que está analizando la reacción del PP en el proceso del enchufe y renuncia de José Manuel Soria en el Banco Mundial.

Nada que ver la reflexión de Adela Cortina con las declaraciones de los dirigentes del PP que defendieron a Soria los cuatro días de pesadilla. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal,   declaró antes de la renuncia del político canario que “No hay ninguna acusación de corrupción ni nada por el estilo contra Soria”. Según la autora del despido  en diferido de  Bárcenas, tener dinero en  paraísos fiscales  no es algo que tenga que ver con la corrupción. Tampoco mentir es  malo.

José Manuel Soria no ha sido el primer enchufe de Luis de Guindos en el Banco Mundial. El Ministerio de Economía nombró en el año 2014 a Beatriz de Guindos, sobrina del actual ministro en funciones,  con un sueldo de 169.000 euros al año,  como directora ejecutiva suplente del Banco Mundial. Unos meses antes Beatriz de Guindos había dimitido del cargo de directora de la Competencia de la Comisión Nacional de Valores cuando los medios publicaron que era sobrina del ministro encargado de proponerla.

El catedrático de Ética José Luis Aranguren escribió en 1989 un artículo titulado “La crisis de la ética” en el que decía que “La consecuencia que del modo de conducirse, común a los políticos y a los no políticos, ha de extraerse, es la de una crisis de la ética como sistema de valores que rijan la vida, y, asimismo, crisis de la ética como “fuerza” moral en su sentido deportivo, baja moral o desmoralización.” Aranguren añadía en su texto que todos los ciudadanos y ciudadanas  padecemos del mismo mal. Y que en los políticos se ve más allá, es verdad, y que por la representatividad de que le hemos investido  es más grave también.

Ante este panorama vuelvo a plantear en como hice la semana pasada: ¿de verdad que no hay capacidad ni voluntad política, entre los partidos elegidos por la ciudadanía, para proponer una alternativa a un nuevo gobierno del PP? ¿Van a permitir que siga gobernando un partido que aplicó el rodillo de la mayoría absoluta y se negó, ninguneando al resto de los representantes de los ciudadanos, a realizar pactos por la educación, por el empleo, por las pensiones? ¿Van a posibilitar que vuelvan a gobernar los que nos llevaron a índices históricos de empobrecimiento y exclusión social, a récord de  desigualdad, a unos  vergonzosos datos de pobreza infantil? ¿De verdad que son más importantes los egos personales de algunos dirigentes y las peleas internas de los partidos que el mandato de la ciudadanía que está harta de tanta porquería?

El trabajo para regenerar la democracia no debe esperar a que se conozcan los resultados de las elecciones vascas y gallegas. Y, lo más importante, ese trabajo se hará mejor con el PP en la oposición. No hay tiempo para más dilaciones.

 

EL PP YA NO ES UNA OPCIÓN

No se les puede permitir que nos gobiernen desde las premisas de las mentiras, la corrupción y el mercadeo con las instituciones y los dineros públicos.

«Por un Gobierno de progreso. Por un acuerdo de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos”. Justo en el momento en que se iniciaba el debate para la investidura de un nuevo presidente para el Gobierno de España, más de 700 personas del mundo de las artes, la política, la ciencia o el sindicalismo se acaban de sumar a la firma de este texto que  señala que, aunque el PP fue el partido más votado el pasado 26J, la mayoría de los españoles votaron por cambio y regeneración, de manera que PSOE, Unidos Podemos (incluyendo sus confluencias territoriales) y Ciudadanos sumaron 13,6 millones de votos, «casi el doble de los obtenidos por el PP», y 188 escaños. Entienden que no se debe desaprovechar la oportunidad de acometer los cambios que «la ciudadanía exige» y  no «permitir cuatro años más de un gobierno del PP que ha traído el empobrecimiento y el incremento de las desigualdades», así como «retroceso en importantes conquistas sociales», «pérdida de libertades» y «avance de la corrupción y degeneración de la democracia». Sostienen que «necesitamos otro gobierno que revierta los recortes, defienda la sanidad y la educación pública, los derechos laborales, la cultura, la ciencia y el medioambiente, que proteja a los autónomos, ayude a las pymes y cree empleo. Necesitamos otras políticas que acaben con la desigualdad, castiguen ejemplarmente la corrupción y pongan fin al deterioro democrático», y para ello, llaman a las tres formaciones «a hacer los esfuerzos necesarios para conseguir un nuevo gobierno que ponga fin a los recortes, inicie un proceso de regeneración democrática y responda a las necesidades sociales más urgentes».


Una parte significada de la sociedad civil ha irrumpido con fuerza para defender una posibilidad absolutamente ninguneada por los medios de comunicación (que curiosa la coincidencia de las portadas del El País y El Mundo hablando del portazo del PSOE) y por las élites económicas para los que solo cabe la opción de un Gobierno de derechas para España.  Es verdad que el PP ha sido votado por ocho millones de personas, pero es radicalmente incierto que la opción de gobierno para el país tenga que pasar por Mariano Rajoy o su partido. Sin duda ha recibido el apoyo de hombres y mujeres que defienden opciones conservadoras porque ese es su referente ideológico irrenunciable; otros, ante el machaqueo mediático constante de la ruptura de unidad de España, habrán considerado que es el PP el que más nítidamente combate los nacionalismos; muchos habrán sentido miedo y pensado en aquello de que más vale malo conocido que bueno por conocer… y  que, al fin y al cabo, es la misma opción neoconservadora-neoliberal que gobierna en casi toda Europa…

Pero la manipulación económico-mediática brutal a la que se viene sometiendo a la ciudadanía en los últimos meses no me parece el hecho más grave. Lo que produce una profunda desazón es que una parte importante de la sociedad civil y de los lobbies de influencia obvien que la propuesta en la que tanto insisten se sostiene en la corrupción y la mentira.

Un sistema democrático sólido no puede aceptar impasiblemente que vuelva a gobernar un partido y un presidente que nos reiteró una y otra vez que los servicios públicos esenciales serían intocables, que no abarataría el despido y que jamás subiría los impuestos porque eso solo acarrearía paro y recesión. Y ya conocen ustedes todo lo que vino detrás: la reforma laboral, el abaratamiento del despido, el copago sanitario, los recortes en sanidad, educación y políticas sociales, las subidas del IVA y el IRPF, la amnistía fiscal, el paro, la pobreza, la exclusión social… Y no se cansa. En la última campaña electoral insistió una y otra vez en que no haría más recortes si volviera a gobernar al mismo tiempo que trasladaba a Juncker, el responsable de la Comisión Europea,  la petición de que le diera más plazo para no tomar decisiones que le costaran votos dado que “una vez que haya un nuevo gobierno, estamos dispuestos a adoptar nuevas medidas”.  En el debate de esta semana no se ha cortado un pelo, con la complicidad de CC, a la hora de volver a prometer el oro y el moro para Canarias, sin fichas financieras, apelando a lugares comunes, obviando el recordatorio de Pedro Quevedo de que ya en la anterior investidura había incumplido todos sus compromisos para este archipiélago. Y que después no cejó en sus políticas de ninguneo, de recortes, de vulneraciones de acuerdos, de imposiciones de propuestas dañinas como la de las prospecciones… Joaquín Estefanía (La paradoja del mentiroso) afirma que el grado de tolerancia con respecto a la mentira es un indicador barométrico de la calidad de la democracia, y cita a Paolo Flores D’ Arcais que asegura que la aniquilación de la verdad y la aniquilación de la democracia caminan al mismo ritmo, constituyen dos indicadores recíprocos y convergentes: las libertades públicas y las mentiras políticas circulan de forma inversamente proporcional.

Y esto es serio. Es muy serio. Pero no es lo más grave. En los últimos años el PP ha extendido la corrupción por las entrañas del poder. Ha contaminado gravemente la democracia. Ha sembrado de practicas corruptas toda la geografía del Estado: Andratx, Baltar, Acuamed, Bankia, Brugal, Bárcenas, Fabra, Barberá, Púnica, Gürtel. Hügel, Naseiro, Palma Arena, Taula, Faycan, Caso Eólico, Góndola… Pero no es solo eso: el PP es el primer partido político imputado en España en este periodo democrático. Y es también el primer partido procesado: por borrar las huellas que delataban su financiación ilegal, por ocultar su podredumbre interna.

Nadie pide perdón, nadie asume responsabilidades políticas y morales, nadie dimite. La corrupción y el fraude se han instalado en el cuerpo social y amenazan con arrastrar hasta el abismo y subvertir la esencia de la democracia y todo el mundo mira para otro lado y se nos intenta vender la idea de que los que han provocado esta situación son la única opción  de gobierno. Esta autoprotección de una casta y sus instrumentos de poder y de control de la economía, la política y la sociedad la explican muy bien dos economistas de renombre, Darron Acemoglu y James Robinson, en su libro “Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza” (Deusto Ediciones). Para los autores existen dos tipos de instituciones políticas: las inclusivas y las extractivas. Son estas últimas las que concentran el poder en manos de una élite reducida que termina controlando la mayoría de los recursos, y se adueña de la  economía  para reafirmar y consolidar su poder político. Las élites extractivas debilitan las instituciones,  marginan y excluyen a sectores sociales mayoritarios (está sucediendo aquí con las clases medias y los pobres) y concentran el poder político y económico en su propio beneficio, para perpetuarse y enriquecerse en detrimento de una inmensa mayoría. No podían describir mejor la situación que estamos viviendo. Una sociedad inclusiva les obligaría a repartir el poder, democratizar las instituciones, promover la participación ciudadana y perder privilegios. Y no están por la labor.

No se les puede permitir que nos gobiernen desde las premisas de las mentiras, la corrupción y el mercadeo con las instituciones y los dineros públicos. Así es imposible que un país pueda afrontar su futuro en paz, libertad y progreso.

Es tiempo entonces de renuncias a los tacticismos, a los miedos a contaminarse ante el compromiso y la acción política directa desde el gobierno de las instituciones. Los partidos políticos que pueden conformar una alternativa regeneracionista para España no pueden seguir obviando la necesidad de afrontar juntos esta responsabilidad como plantean los firmantes del manifiesto y más de trece millones de ciudadanos. Es tiempo entonces de compromisos con la ciudadanía, los derechos públicos y las libertades. Hay margen de maniobra para transformar la mayoría absoluta del no a Rajoy en una mayoría absoluta de fuerzas del cambio, que apoyen un programa de gobierno de reformas en beneficio de la mayoría. Pactar es ceder, se trata de asumir renuncias parciales a proyectos globales para hacer más general la defensa del interés de todos. Todavía estamos a tiempo.