Portada Antonio Morales


El Cabildo y el empuje cultural Vegueta-Triana

Hace unos días, con motivo de la Semana de la Arquitectura del Cabildo de Gran Canaria, inauguramos una exposición donde se mostraban los principales elementos del complejo cultural con el que se culminará el proyecto de 1994 de Alejandro de la Sota de ampliación de la sede institucional del Gobierno de la isla. Incluye dos salas de exposiciones y reuniones, de más de mil metros cuadrados en total, sobre las que diseñó un auditorio singular llamado a convertirse en un icono  y un centro cultural de primer orden de la ciudad y de la isla.

La forma de este auditorio dio lugar a que el arquitecto le llamara el ‘cerebro’  o “huevo” realzando la relación que el Cabildo tiene con el conjunto de la isla. Nos hemos comprometido a culminar las obras de ampliación en este mandato. Será cerebro y también corazón en el núcleo histórico de la capital insular, donde la presencia del Cabildo es fundamental.

Y lo es porque forma parte indispensable del presente y del futuro del centro fundacional de la capital de Gran Canaria, donde se levantó hace casi 550 años el Real de las Tres Palmas, en la orilla sur del barranco de Guiniguada junto al que crecieron los barrios de Vegueta y Triana. En ese entorno se han desarrollado la mayoría de los centros administrativos de la institución cabildicia, reforzando su papel de centralidad urbana e insular. Porque este casco histórico se consolida como punto de encuentro de toda la ciudadanía, de todos los municipios, de las empresas, de los colectivos sociales y un largo etcétera. Y tienen una característica común: acoge a toda la isla y representa todos  sus valores.

Desde su creación en 1912, el Cabildo de Gran Canaria ha actuado en este entorno de la capital como ejecutor de la mayor concentración de equipamientos, especialmente los culturales pero también de otro tipo, con el objeto de lograr la conservación activa del casco histórico. Su presencia ha tenido y sigue teniendo un constante crecimiento y de esta manera incorporará al espacio en los próximos meses el Museo de Bellas Artes (Mubea) donde estuvo el Hospital San Martín, la ampliación de la Biblioteca Insular con la anexión del Palacio Quintana o la creación de la Casa Común en el antiguo Cuasquías. Tres intervenciones que aportarán nuevas dinámicas culturales y participativas a la isla, dentro de la estrategia del Cabildo para conservación y reactivación el casco histórico

Hay, además, una responsabilidad administrativa sobre estos dos barrios, al tener el Cabildo delegadas desde 1990 las tareas de conservación y administración de los Bienes de Interés Cultural de la isla. Se trata de una compleja labor que precisa del compromiso y la colaboración de otras entidades, para mantener un patrimonio histórico tan importante y variado, compaginándolo con la potenciación de equipamientos socioculturales en el extraordinario Conjunto Histórico-Artístico Nacional de Vegueta (BIC 1973) y Triana (BIC 1993), así como del Monumento Histórico-Artístico de la Catedral de Santa Ana (BIC 1974). Es conveniente destacar también la veintena de Bienes de Interés Cultural que hay entre el Cementerio Municipal y la antigua ‘portada’ o muralla (hasta el Castillo de San Francisco), donde se sitúa la sede del Cabildo, un edificio que es el mayor exponente del racionalismo arquitectónico de Miguel Martín-Fernández de La Torre y que ha de ser declarado BIC antes de su centenario en 2032.

Nadie pone en duda el alto valor patrimonial de este núcleo urbano y su trascendencia como primera ‘plaza mayor’ en España y las Américas donde se concentraban los órganos políticos y religiosos. Tiene detrás una historia de transformaciones desde un campamento que se hizo ciudad, que fue amurallada con sus pistas de tierra adoquinadas, después cubiertas de asfalto y más tarde devueltas al adoquín y la peatonalización. El diseño de nuestra capital, triangulando entre conventos, fue modelo para reproducirlo en otras ciudades americanas como muy bien estudió José Luis Jiménez Saavedra.

Ese cambio de uso de las vías no es la única metamorfosis vivida. Hubo un tiempo, en la primera mitad del siglo XX, en el que el barrio fundacional era retratado por el célebre escritor grancanario Pancho Guerra como la ciudad «levítica y conventual». Un paisanaje que ha dado paso al más importante núcleo de arte, arqueología, etnografía, espectáculos y rutas que abarcan desde los orígenes de la ciudad, sus leyendas y misterios, hasta el recorrido por los monumentos arquitectónicos que salpican sus calles.

Ahora es un espacio para visitar, para vivir la experiencia más completa y variada de canariedad, gracias a la colaboración de diversas entidades y el impulso del Cabildo a su presencia en el casco histórico. Por eso repaso en este texto algunas de esas actuaciones que nos permiten, entre otras cosas, conocer el pasado remoto de la isla con los fondos arqueológicos, etnográficos o documentales del Museo Canario, convertido en Museo Concertado de Arqueología con el Cabildo desde 2021. Un espacio que verá finalizadas las obras de ampliación (paralizadas desde hace una quincena de años) y ofrecerá al público isleño y visitantes todo el potencial de las colecciones que conserva.

Otra infraestructura de próxima apertura por el Cabildo es el Museo de Bellas Artes, en el inmueble donde se encontraba el antiguo Hospital San Martín y que acogerá la mayor y más valiosa colección de arte canario. Una completa visión artística que se suma a nuestras instalaciones del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), el Centro de Artes Plásticas (CAP) y la sala San Antonio Abad, sin olvidar la trascendencia de la Casa Museo Colón, que naciera en 1952 como centro cultural y se consolida como sede americanista. Junto a esta Casa, donde estuviera la Biblioteca Simón Benítez Padilla, se culmina la creación de la sede del Instituto Canario de Las Tradiciones, entidad que se desarrolla gracias a la colaboración del Cabildo con Los Gofiones, al igual que potenciamos las fundaciones Juan Negrín, Alfredo Kraus, Nanino Díaz Cutillas y Pancho Guerra, todas ubicadas en esta zona de la capital.

El principal monumento arquitectónico de Vegueta es la Catedral de Santa Ana, cuya construcción ha tenido un larguísimo y complejo recorrido. En 2024 se celebrará el 50 aniversario de la declaración del inmueble religioso como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento. Para esas fechas, el Cabildo espera haber concluido las obras de restauración del ala norte, con el objetivo de mostrar a los visitantes los elementos urbanos de la ciudad antigua y los primeros hábitats indígenas.

En la orilla norte del barranco del Guiniguada, en el barrio de Triana, se están realizando varias actuaciones que van a suponer un cambio radical en la dinámica social de este espacio. Por un lado, la ejecución por el Cabildo de las obras de restauración del edificio emblemático del Gabinete Literario, junto al cual se encuentra la Biblioteca Insular que, como dije anteriormente,  será ampliada gracias a la adquisición por parte de la Corporación Insular del Palacio Quintana, con toda la fachada que da a la plazoleta de Las Ranas. A pocos metros, en dirección a la desembocadura del barranco, el Cabildo ha adquirido el edificio que albergará la Casa Común, donde estuvo la Sala Cuasquías, que será transformado en sede de diversos colectivos y contará con un cafetín con patio para eventos que recordará a nuestro escritor Alexis Ravelo. La ‘Casa Común’ es una iniciativa novedosa para fomentar la participación ciudadana.

Y no olvido que a pocos metros se encuentra el Teatro Pérez Galdós, de cuyo Patronato forma parte el Cabildo grancanario, precursor, igualmente, de la Casa Museo del ilustre escritor, a pocos metros del coliseo. También muy cerca se encuentran el Teatro Cuyás, -el gran templo del teatro grancanario que pronto verá ampliada sus instalaciones con la rehabilitación de las cuarterías anexas- y la Sala Insular de Teatro.

Ya en la Zona Comercial de Triana, la primera de la isla y la que tiene la más larga tradición como espacio abierto para las compras, se encuentran otros equipamientos insulares significativos, como  el Patronato de Turismo, el Fondo para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac) o la Librería del Cabildo. Y muy cerca, en Buenos Aires, se termina la rehabilitación del edificio que albergará la sede del Instituto para la Gestión Integrada del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.

No directamente vinculado al centro histórico, pero sí en lo que fue la ampliación de la ciudad hacia el sur, por las vegas de San José, el Cabildo también tuvo un papel crucial en la creación de equipamientos educativos (la Granja Agrícola y Escuela de Hostelería, hoy en manos de la ULPGC), sanitarios (el Hospital Insular, la Escuela de Enfermería y el CULP, hoy cedido al Gobierno de Canarias para el complejo Materno-Insular) o deportivos (la Ciudad Deportiva de Gran Canaria)

Como señalaba al comienzo de este artículo, el Cabildo es protagonista del casco histórico capitalino, corazón y cerebro de la isla. Una realidad que nos obliga a cuidar nuestro pasado y a pensar en el futuro.

El Papa exhorta a salvar el planeta

La última semana y media en Canarias ha sido algo nunca visto. El Gobierno tuvo que suspender las clases por calor en pleno mes de octubre como consecuencia de varios desmayos y problemas de salud entre el alumnado y el profesorado.  Se han producido muertes por calor, se ha reactivado varias veces el incendio de Tenerife debido a lo extremo de las condiciones meteorológicas… Sin duda un recordatorio bastante alarmante de las consecuencias del cambio climático en las islas. Y seguirá así y peor durante las próximas décadas: viviremos precipitaciones intensas, fenómenos metereológicos tropicales adversos, aparición de nuevas enfermedades, desaparición de playas, avance de la desertización en un 80% de nuestro territorio…

Pocos días antes del inicio de este último episodio de calor y calima, el Papa Francisco hacía pública la Laudate Deum, una exhortación apostólica dirigida “A todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática”. En el inicio de la exhortación, Su Santidad asegura que “por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”.

Leer estas palabras con una temperatura cercana a los 40 grados, calima y unas condiciones meteorológicas que prácticamente imposibilitan cualquier actividad, tiene un significado especial. Y es extraordinariamente relevante que una figura de una indiscutible autoridad moral para miles de millones de creyentes haga unas afirmaciones de tamaña rotundidad.

En realidad este texto actualiza una encíclica de hace 8 años en la que Bergoglio ya venía a alertar sobre este tema. En 2015 escribí un artículo sobre el texto papal  (Razón y fe para salvar la Tierra) en el que alabé la determinación y valentía de una circular en la que se mojaba y acusaba a empresas, multinacionales y gobiernos del “uso desproporcionado de los recursos”, defendía a los movimientos ecologistas y criticaba duramente la pasividad tradicional de su Iglesia y a la Iglesia más reaccionaria.

Este nuevo texto no es menos osado que el anterior. El Santo Padre carga duramente contra los negacionistas y contra quienes lo intentaron ridiculizar por la anterior encíclica, así como contra los que confunden el debate público con datos falsos o manipulaciones. El Papa Francisco niega que las políticas de reducción de combustibles fósiles vayan a hacer perder puestos de trabajo (como afirma la derecha neoliberal), más bien al contrario, pone sobre la mesa a las personas que están perdiendo su trabajo y modo de vida (pescadores, agricultores etc.) como consecuencia del cambio climático y a las posibilidades de empleo que otorga la nueva economía.

Me resulta especialmente interesante la crítica que hace al paradigma tecnocrático, porque es profundamente humanista y democrática. Para Francisco este paradigma consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la  verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico». Como lógica consecuencia, «de aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos”.

Frente a esto alerta del riesgo de concentración del poder (especialmente el de las grandes tecnológicas), y aboga por “repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocas décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia”.

El texto es largo y de una gran profundidad y, por tanto, imposible de resumir en un artículo de opinión, pero sí hay dos aspectos que me resultan especialmente relevantes. La encíclica plantea el problema de la debilidad de la política internacional (que dificulta la toma de acuerdos para combatir el cambio climático) y aboga por reformular las relaciones internacionales con un multilateralismo “desde abajo” en el que los movimientos de la sociedad civil tengan su espacio y capacidad de decisión, en una clara y abierta apuesta por la “democratización” en el ámbito global.

La segunda idea que quiero destacar son sus previsiones sobre la próxima Cumbre del Clima que se celebrará en Dubai. En este aspecto el Papa no deja lugar a la duda: “Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos”. Y añade:  “Si hay un interés sincero en lograr que la COP28 sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente”

Finalmente concluye “Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?”

Como vemos, la encíclica es un texto de un profundo humanismo y sensibilidad ecologista. En estos momentos es de vital importancia que una de las figuras más influyentes de nuestro mundo se comprometa de manera tan nítida con uno de los grandes problemas de nuestro tiempo.

Como escribí en mi anterior texto, el primer Programa Global de Sostenibilidad tuvo su origen en el Consejo Mundial de Iglesias que nació de la encíclica Populorum Progressio y planteó que los tres grandes ejes de la nueva evangelización debían ser la justicia, la paz y la preservación de la naturaleza. También el Movimiento Católico por el Clima, conformado por religiosos, laicos, teólogos, científicos y activistas de distintos lugares del mundo,  se constituyó hace ya años por católicos de distintas naciones, continentes y clases sociales, conscientes de que el cambio climático antropogénico “pone en peligro la creación de Dios y de todos nosotros, especialmente los pobres”… La Iglesia Católica ha contado con abanderados de esta lucha como Leonardo Boff o Desmond Tutu…, pero también el ecumenismo mundial. En 2009, 30 religiones  se reunieron en Inglaterra en la Conferencia climática religiosa “Muchos cielos, una única tierra”. Hace apenas un año el Consejo Mundial de Iglesias emitió una declaración sobre la cumbre climática de Naciones Unida llamando a la necesidad de garantizar un mañana sostenible libre de combustibles fósiles, de financiar adecuadamente la lucha contra el calentamiento global  y proteger a los países y las personas más vulnerables -porque el desarrollo tiene que beneficiar a las poblaciones más pobres y débiles-  de poner fin a un crecimiento sin límites y a un consumo insaciable…

Necesitamos una amplia alianza para afrontar este reto. Necesitamos altura de miras porque nunca la humanidad había tenido que hacer frente a un reto semejante. La exhortación apostólica del Papa Francisco marca un camino que va más allá de los creyentes y que atañe a “todas las personas de buena voluntad”. La fe, para los creyentes, la razón, la esperanza y la solidaridad son herramientas imprescindibles para transitar ese camino.

Este pacto de asilo y migración no es bueno para Canarias

En la cumbre de la Comunidad Política Europea, celebrada en Granada la pasada semana,  se llegó a un acuerdo sobre el Reglamento de Gestión de Crisis, una de las partes que componen el nuevo Pacto sobre Migración y Asilo. El reglamento estaba en una situación de bloqueo debido a las posturas distantes entre Alemania e Italia por el papel de las organizaciones no gubernamentales en los rescates y porque Alemania defendía una mayor protección para las familias y menores.

El Pacto Europeo sobre Migración y Asilo es un tema complejo que tiene tras de sí un largo proceso de elaboración y negociaciones: lleva danzando desde el 23 de septiembre de 2020. He hablado de él en distintas ocasiones ya que pretende introducir algunas modificaciones que serían nefastas para el derecho al asilo en Europa y muy malas para Canarias. En la práctica podría legitimar la consideración del archipiélago como islas cárceles, espacios de retención de personas migrantes en lo que solventan su situación administrativa.

Además, paradójicamente, el acuerdo llega en un momento en el que se ha vuelto a reactivar con fuerza la ruta canaria. En lo que llevamos de año han llegado al archipiélago casi 19.000 personas, más que en todo el año 2022, cuando las llegadas superaron las 15.600. Estamos volviendo a ver escenas vergonzantes en El Hierro (personas durmiendo tiradas en el suelo por ausencia de centros en los que acogerlos) y seguimos esperando una respuesta clara y efectiva por parte del Gobierno de España. 

El texto definitivo no se conoce aún, pero  el Gobierno de España ha hecho un anuncio en el que destaca como positiva, entre otras cosas,  la posibilidad de que los estados miembros que se estén enfrentando a una situación de crisis puedan solicitar el apoyo de otros países de la UE. Además, las compensaciones de responsabilidad  contemplan que el país que presta su ayuda se haga cargo de la tramitación de las solicitudes de protección internacional así como el auxilio financiero u otras medidas de solidaridad.

Sin embargo, estos anuncios están siendo muy criticados por la organizaciones sociales y especialistas en la materia por inoperativos e insuficientes, dado que esto en cierto modo ya existía. Lo que se necesitaba era la creación de un procedimiento automático de distribución, de lo contrario parece que el nuevo procedimiento continuará siendo una carga de difícil gestión para los países receptores.

También, por lo que sabemos hasta ahora, el texto incluye aspectos muy preocupantes como la complicación legal y administrativa para las personas solicitantes de asilo, endureciendo mucho la actual situación o poniendo en marcha un  procedimiento que insta a que  estén encerrados en centros más tiempo del permitido actualmente. Además, como dije anteriormente, sigue destacando la ausencia de  procedimientos regulados que ordenen el flujo migratorio, avanza en la potenciación de creación de “cárceles” para migrantes en terceros países y obvia una estrategia adecuada que cuente con los territorios fronterizos y con las administraciones locales. Lo cierto es que están ausentes las necesidades locales y sobrerrepresentadas las opiniones e intereses de países del centro y norte de Europa.

¿Y cuáles serán las consecuencias para Canarias de dicho acuerdo? La primera y más grave es que todo lo planteado creará una situación para muchas personas de imposibilidad de retorno a su lugar de origen y se impide que puedan proseguir el camino a su destino quedándose en las islas en situación de completa irregularidad y vulnerabilidad social. Es en parte la realidad que ya estamos viviendo con personas en situación de calle que se han quedado en un limbo legal y dependientes de las ayudas que puedan recibir de organizaciones sociales.

Naciones Unidas ya ha criticado con dureza las propuestas de este pacto que muchos ya empiezan a llamar de la “vergüenza”. Estamos hablando, por ejemplo, de ampliar los periodos de detención o de dificultar el acceso al asilo, empeorando las circunstancias en las que están muchas personas. Tenemos no obstante que esperar a ver el texto definitivo y comprobar si al igual que Ceuta y Melilla, Canarias comenzará a formar parte del Frontex o no, como hasta el momento.

Este acuerdo parece ahondar, además, en la falta absoluta de una coordinación institucional entre administraciones para gestionar la acogida de forma integral y administrar con eficacia la situación de vulnerabilidad de muchas personas que seguirán llegando sometidos a una extrema vulnerabilidad y situando a las islas y a sus instituciones ante realidades para la que no tienen recursos ni capacidad de gestión.

Incluso sin haber podido acceder al texto definitivo, las noticias que nos llegan, anunciadas por el propio gobierno, van justo en la dirección contraria de lo que necesitamos. No hay mecanismos de distribución de las personas que llegan a las fronteras de la UE, se sigue avanzando en la externalización de las fronteras, se vulnerabiliza aún más a las personas migrantes y se siguen poniendo impedimentos al acceso al derecho de asilo. Es decir, se refuerzan todos los elementos de la política europea de migraciones que nos han traído hasta el actual desastre. 

Canarias, como una de las fronteras sur de la Unión Europea y una de las principales rutas migratorias, tiene que tener voz en este proceso. Las instituciones canarias deben –debemos- reclamar al Gobierno de España que escuche e incorpore sus peticiones en esta materia y que comience por liderar una iniciativa institucional para establecer un sistema de acogida digno y solidario, que respete los derechos de las personas migrantes y las distribuya de manera equitativa por los diversos territorios.

Sinceramente, creo que el Gobierno de España no está calibrando adecuadamente las consecuencias sociales y políticas de seguir insistiendo en una política que por la vía de los hechos convierte a Canarias en un territorio de detención y retención de personas migrantes. Un territorio en el que además estas personas corren el riesgo de quedarse “encerradas” en un limbo legal que ni les permite residir legalmente, ni continuar su viaje ni retornar a sus países. No podemos permitirlo.

La preocupante sanidad

El Estado del Bienestar es un elemento indisociable de la democracia. La provisión pública, universal y gratuita de servicios y derechos fundamentales para el desarrollo de una vida plena es uno de los mayores logros históricos de la humanidad. De hecho, el debilitamiento del sistema social en las últimas décadas está íntimamente relacionado con la crisis de la democracia.

Los estados del bienestar tienen que afrontar múltiples retos, como el envejecimiento poblacional y la multiplicación de las personas que necesitan asistencia, pero sin duda hay tres elementos que siguen siendo la columna vertebral de cualquier sociedad próspera: la educación, las politicas sociales de protección a las personas más vulnerables  y la sanidad públicas. El objetivo de este artículo es exponer la que a mi juicio es una preocupante situación de la sanidad en las islas.

Veamos algunos datos. Quizás el más elocuente sea la mala valoración que los propios canarios y canarias le dan a su sanidad. Según el barómero sanitario del CIS, la valoración de seis sobre diez que los canarios ponen a su sistema sanitario es la segunda nota más baja de España, solo empeorada por la de los andaluces (5,9).

Y parece que hay razones suficientes para la insatisfacción. El tiempo medio que un paciente espera para una cita con un especialista es de 122,8 días de media, el segundo peor dato de España y que supone un incremento de más de 20 días en un año. Para las intervenciones quirúrgicas la situación es incluso peor, un paciente canario espera 153 días de media para una operación de este tipo lo que supone un aumento de 9 días respecto al pasado año. Fíjense que el dato se refiere a una media, la realidad es que en muchas especialidades e intervenciones quirúrgicas  el tiempo de espera puede estar entre seis meses y un año. Los indicadores de atención a la salud mental son de juzgado de guardia. Los hacinamientos en las urgencias de los hospitales son inhumanos. Vemos que las cifras no solo indican un mala situación sino un deterioro continuado de la atención sanitaria en las islas.

En estos momentos hay en Canarias 36.395 pacientes en listas de espera (casi 3.500 más que hace un año) y casi 145.000 esperando consulta con un especialista. Es una situación insostenible y  su solución tiene que convertirse en la prioridad absoluta del Gobierno de Canarias, porque las consecuencias sobre la salud pública son demoledoras.

No obstante, la atención primaria es un área donde las cifras son aún más graves por sus consecuencias. La atención primaria en los centros de salud es una de los fundamentos de nuestro sistema, si falla este primer paso no se pueden realizar derivaciones a un especialista y comienza a fallar toda la cadena de atención. Según datos de la Asociación para la Defensa de la Salud Pública Canaria (ADSPC), solo el 10,8% de los pacientes consiguen cita en atención primaria en 24 horas y la espera suele ser de unos 7 a10 días, pero se llega a más de 14 días en algunos casos. Esto también tiene como consecuencia que algunas dolencias se agraven y se comiencen a saturar las urgencias.

La asociación en defensa de los servicios públicos de salud viene denunciando insistentemente la escasez de personal sanitario para hacer frente a esta situación. Reclaman que se bajen los cupos actuales para pasar de 1.500 pacientes por médico de familia a 1.300. Además exigen acabar con la temporalidad y precariedad de personal sanitario que en más de 60% no tiene plaza fija, y que van encadenando contratos temporales en muchos casos durante más de 10 años.

Las consecuencias del desprestigio del sistema de salud público ya se están empezando a ver. Según un informe sobre la situación de la atención especializada en las comunidades autónomas, el 54,7% de la población prefiere ser atendida por un especialista en la sanidad privada antes que en la pública. Y es que el estado de la sanidad pública obliga a las clases medias que pueden permitírselo a contratar un seguro privado (su contratación no para de aumentar) y abandona a su suerte a las familias más pobres que ven drásticamente reducida su calidad y esperanza de vida. Si esto lo unimos a los conciertos crecientes entre la sanidad pública y la privada estamos ante un escenario de privatización paulatina y encubierta de nuestro sistema sanitario público.

También me gustaría detenerme en un hecho que en ocasiones pasa desapercibido pero que tiene un efecto brutal en el sistema sanitario y son los preocupantes datos de salud pública, en especial en lo que se refiere a sobrepeso y obesidad. El 24,5% de la población de entre 6 y 9 años de Canarias tiene sobrepeso y el 18,5%, obesidad. Somos la segunda comunidad autónoma de España con mayor prevalencia de obesidad infantil. En el caso de los adultos, el 17,5% de la población canaria mayor de 18 años tiene obesidad y el 39,87% sobrepeso.

Además, esto no es un problema individual de las personas y/o las familias, sino que se trata de un fenómeno que está directamente ligado a la pobreza. Las personas (sobre todo niños y niñas) de rentas más bajas sufren en mucha mayor medida este problema. Es la consecuencia de  la falta de recursos económicos para acceder a alimentos de calidad, falta de tiempo para dedicar a la alimentación (como consecuencia de la precariedad), falta de educación en materia nutricional, etc.

Todo eso implica que la incidencia de dolencias relacionadas con el sobrepeso y la vida sedentaria (hipertensión, colesterol, diabetes, enfermedades coronarias, cáncer, etc.) será muy alta especialmente a partir de determinadas edades, lo que sin duda implica una mayor demanda de servicios sanitarios para paliar estas consecuencias que en muchos casos son crónicas.

Necesitamos un gran pacto por la sanidad y la salud pública en Canarias. Como defiende la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública en su manifiesto, la Sanidad Pública universal y de calidad es uno de los pilares para asegurar la solidaridad y la equidad dentro de una sociedad, y más dentro de una sociedad empobrecida y desigual como la canaria.

Este pacto tiene que ser amplio y tener una mirada integral. Hay que elaborar un plan de choque para acabar con las listas de espera, proporcionar una dotación adecuada de personal al sistema de salud, acabando con la precariedad y la temporalidad, frenar los conciertos de crecimiento galopante con la privada, reforzar la atención primaria y construir las infraestructuras sanitarias adecuadas para la descongestión del sistema (el sur y sureste de Gran Canaria necesitan un hospital comarcal, por ejemplo).

Pero también es importante asumir la dimensión social de la salud, invirtiendo en prevención, en educación nutricional, con una red de comedores públicos escolares que proporcione alimentación de calidad basándonos en nuestros agricultores y ganaderos locales. Hay que fomentar el deporte de base, incluso en los colegios, y reforzar las infraestructuras deportivas públicas en barrios y pueblos, con precios bajos o gratuidad para las rentas más bajas, etc, etc.

En definitiva, necesitamos un compromiso colectivo para abordar un problema complejo pero que tiene una gran incidencia sobre la vida de los y las canarias. La alternativa supondría sin duda, un agravamiento de los datos de salud pública, una quiebra en una pieza fundamental de nuestro Estado del Bienestar y un aumento de la desigualdad.

Otro modelo económico

El pasado 20 de septiembre, el catedrático de Economía aplicada de la Universidad de La Laguna, Jose Luis Rivero Ceballos, en un debate dentro de las Jornadas Conecta organizadas por el Parlamento de Canarias, afirmó con rotundidad que el desarrollo económico de Canarias en este siglo es un “desastre” y que el PIB per cápita canario se distancia negativamente de la media española y europea desde el año 2000.

Los hombres y mujeres de Canarias son hoy más pobres que hace dos décadas, y se alejan cada vez más de la media europea de renta y poder adquisitivo, a pesar del crecimiento de los indicadores económicos del archipiélago. La tendencia es general en el conjunto del Estado (el crecimiento del PIB y del empleo son mayores de lo esperado), pero los datos negativos en nuestra tierra están por encima de la media.

Para el expresidente del Consejo Económico y Social de Canarias, la realidad es que Canarias “va para atrás” y que es necesaria una reflexión muy importante y muy intensa haciendo especial hincapié en que Canarias no va bien, que “flojea” y que tras el salto enorme de la economía canaria en positivo a partir de la década de los cincuenta debido al “turismo de masas”, el crecimiento económico “se va agotando” y cada vez cuesta más crecer. Afirma que esta realidad obliga a buscar nuevas fuentes de desarrollo económico, compatibilizándolo con lo ya existente. Según Rivero Ceballos, la evolución negativa de la economía de las islas precisa de la potenciación de otras fuentes de desarrollo económico ligadas al I+D+i, la digitalización y la transición ecológica.

Estas opiniones vertidas en las jornadas por el catedrático hicieron saltar las alarmas en Canarias, aunque no difieren mucho de lo que venimos defendiendo en el Cabildo de Gran Canaria en los últimos años. De eso trata el modelo de Ecoísla que defendemos.

Vamos a ver los datos porque son elocuentes. En el año 2000 el PIB per cápita de Canarias era de 20.703 euros, mientras que el estatal ascendía a 21.401 euros. Esto suponía que el PIB  de Canarias era el 97% del español, presentando una diferencia de casi 700 euros. En el año 2021 el PIB per cápita de Canarias fue de 18.990 € euros, frente a los 25.498 € euros de PIB per cápita en España, lo que nos sitúa en el último puesto de España en lo que a riqueza por habitante se refiere.

Como vemos, en dos décadas hemos perdido más de 1.700 euros de renta por persona y año y el diferencial con el resto de España ha pasado de menos de 700 euros a más de 6.500 euros. Son realmente unas cifras extremadamente preocupantes que nos hablan de un cierto fracaso de Canarias como comunidad política.

Es evidente que estos malos datos se deben a una situación compleja resultado de un conjunto de factores, algunos de ellos estructurales. No obstante, a mí me gustaría detenerme en tres cuestiones que me parecen especialmente relevantes: el “monocultivo turístico”, la cuestión demográfica – en este caso el insostenible aumento poblacional-  y la desigualdad.

En el año 2000 llegaron a las islas Canarias 9.975.977 turistas, y en 2022 14,6 millones, una cifra que es prácticamente seguro que se superará este año (la llegada de turistas hasta agosto había aumentado en un 16%)  y alcancemos los 15 millones. Es decir, en estas dos décadas hemos logrado incrementar la llegada de visitantes en un 50% y sin embargo hemos perdido 1.700 euros de renta per cápita. Sin embargo sí se han incrementado los impactos negativos vinculados a esta actividad como el consumo de energía, de agua o las emisiones derivadas del traslado de 15 millones de personas.

Es evidente que el aumento en la llegada de turistas no se traduce en mayor bienestar para la población canaria y que la estrategia de “contar turistas”, es decir, centrar nuestros esfuerzos en aumentar la llegada de visitantes, ha fracasado. Tenemos que trabajar para mejorar la calidad del destino, haciéndolo más sostenible y generando servicios de alto valor añadido vinculados a la cultura, la gastronomía y el medio ambiente que puedan ser provistos por actores  locales. E implantar una ecotasa que ayude a corregir y paliar estos efectos.

Otro de los elementos fundamentales para entender el descenso del PIB per cápita es el insostenible aumento de la población en Canarias. Ya en 2016 un estudio de la Fundación DISA explicaba que el 70% del proceso de divergencia de Canarias viene explicado por la evolución (aumento) de la población. Y es que en el año 2000 la población canaria era de 1.667.449 personas y en el año 2023 es de 2.223.951, y sigue aumentando. Incluso aunque consigamos hacer aumentar el PIB, si la población sigue creciendo a este ritmo nos vamos a seguir empobreciendo. Se hace urgente abrir el debate sobre una Ley de Residencia.

El último punto que me gustaría abordar es el de la desigualdad, porque no solo es que nos estemos empobreciendo, es que cada día somos más desiguales. Y es que un 0.3% de los canarios (6.477 personas) acumula 22.417,5 millones, una cifra equivalente a la mitad del PIB. Es la mayor suma que nunca hayan acumulado. Siendo la comunidad con menos PIB per cápita, somos la cuarta comunidad en grandes fortunas. Mientras tanto, Canarias registra una tasa de pobreza y exclusión del 35,5%, cuando la media en España no llega al 28%.

Y la tendencia es que siga aumentando. España es el segundo país más desigual de la UE-27 y Canarias la segunda Comunidad más desigual del Estado. De hecho, entre 2007 y 2012 la brecha entre los más ricos y los más pobres en Canarias se incrementó alrededor del 25%, lo que situó al Archipiélago, junto con Andalucía y Madrid, como la comunidad con un mayor nivel de desigualdad con respecto a la media nacional.

El problema es que, además de que nuestro modelo económico no genera el crecimiento necesario, este se reparte de manera muy desigual y deja fuera a amplias capas de la población. Es evidente que si excluimos a buena parte de los canarios y canarias de las oportunidades económicas que se crean es casi imposible tener una economía próspera, ya que la pobreza y la exclusión limitan la movilidad social y por lo tanto el crecimiento potencial de la economía.

Desde el Cabildo de Gran Canaria llevamos 8 años haciendo nuestra humilde pero importante contribución a esta situación, fomentando la diversificación económica (con apoyo al sector primario, las energías renovables, el I+D+i, las nuevas tecnologías para la desalación de agua, las economías circular y azul, el sector audiovisual, la industria, el comercio, las políticas de cuidados, la adaptación y la mitigación de los efectos del cambio climático, la isla inteligente, etc.), la generación de empleo,  la lucha contra la pobreza, la creación de oportunidades para los jóvenes, etc.

Es evidente que el modelo de desarrollo que se ha implementado al menos en las últimas 5 o 6 décadas, está claramente agotado. Tenemos que tener determinación e imaginación política para promover medidas y generar el consenso necesario para cambiar el rumbo. Porque lo cierto es que tenemos potencialidades para ser un referente de sostenibilidad y bienestar.