Portada Antonio Morales


La fragilidad del sistema energético

El sistema energético canario presenta una fragilidad especial por su condición de insularidad y aislamiento, pero en la última década se ha vuelto peligrosamente inseguro por la falta  de inversiones para sustituir a los grupos de generación que se han ido quedando obsoletos con el paso de los años. Este hecho – de crucial relevancia- se había ocultado a los cabildos insulares que solo tuvieron conocimiento de ello tras el apagón que se produjo en La Gomera este verano. Es más, estamos teniendo dificultades para acceder a los informes técnicos que certifican esta situación.

Todo parte de la Ley 17/2013 de 29 de octubre para la garantía de suministro e incremento de la competencia en los sistemas eléctricos extrapeninsulares, que impide a Endesa incorporar nueva potencia, invertir en nuevos grupos de producción de energía y obliga a una convocatoria pública de libre concurrencia.

Se trataba de no dejar la generación solo en manos de Endesa, automáticamente, sino que abría la posibilidad de invertir a cualquier otra empresa, con el visto bueno de los gobiernos canario y central, que reconocería el coste y lo pagaría  con cargo al sistema general.

Las intenciones no eran malas, pero el efecto ha sido perverso. Diez años después, el concurso no se ha hecho. El retraso en garantizar la seguridad energética canaria es de entre 10 y 15 años. La vida útil de los grupos de generación es de 25 años. De 100 grupos de generación existentes en Canarias, más de 60 supera esa cifra  y muchos de ellos más de 40 años. En los últimos 10 años no se ha instalado un grupo nuevo en Canarias. Después de 25 años estos grupos dejan de estar en las mejores condiciones y muchos pasan a estar inoperativos. Endesa les da de baja en esos casos y el ministerio los debería reponer a través de un concurso público, pero eso no se ha hecho.

La seguridad del sistema energético insular requiere, además, que cada isla tenga dos plantas de generación. Y la realidad es que Gran Canaria y Tenerife (también otras islas) solo disponen de una planta. Gran Canaria y Tenerife cuentan – además de con  las centrales principales de Juan Grande y Granadilla- con las de Jinámar y Caletillas, pero estas últimas están bajo mínimos. Prácticamente inoperativas. Gran Canaria dispone, pues, de solo una planta de generación activa, pero con grupos obsoletos o dados de baja.

Red Eléctrica de España hace un informe anual de la cobertura, pero no es hasta 2022 cuando empieza a plantear una situación delicada, pero no alarmante. Es a partir de este año 2023 cuando su informe da un giro de 180 grados y habla de problemas muy serios de necesidades y déficit en las islas. En concreto de un déficit de 180 MW en Tenerife y de 120 MW en Gran Canaria. Para enero de 2024 el déficit sería superior a los 300 MW en las dos islas. En total faltarían 1.000 MW en todas las islas.

Gran Canaria y el resto de islas – menos El Hierro- no tienen capacidad de almacenamiento de las energías producidas por el viento y el sol. En Gran Canaria, afortunadamente tenemos el trabajo avanzado en este sentido, aunque tendremos que esperar ya que solo será posible cuando entre en funcionamiento Salto de Chira.  Y El Hierro cuenta con Gorona del Viento. Para más inri, en Canarias se sigue sin tener regulado el almacenamiento por parte del Gobierno central.

Siguiendo los criterios de la Ley 17/2013, corresponde al Ministerio para la transición Ecológica sacar un concurso público y financiar los equipos de nueva generación. Y como no se ha hecho, estamos, insisto, ante una situación de una enorme fragilidad, de inseguridad, de riesgo de que se produzca un cero energético, un apagón generalizado.

Y se hace mucho más complicado el mantenimiento de los equipos existentes y operativos porque REE informa negativamente su realización, ya que si los paran para mantenerlos dejarían de generar lo que necesita la isla. Endesa obvia estos informes negativos por que su cumplimiento pondría en riesgo las infraestructuras energéticas y  las vidas de los operarios. Todo un despropósito.

En noviembre de 2022 el Gobierno de Canarias advirtió de esta situación al MITECO. Pedía flexibilizar el sistema con grupos de generación más pequeños y dúctiles, hidrógeno, etc.  El Ministerio insiste en que eso sería afianzar el monopolio de Endesa e insta a un plan de desmantelamiento del sistema y del monopolio actual hasta 2040, porque Europa no permitiría una excepción.

Se consulta a Europa por parte del Gobierno de Canarias y Europa dice que sí es factible, que como región ultraperiférica puede hacerlo (como ha hecho Portugal con Madeira y Azores). A pesar de esto, el Gobierno de España se sigue negando a autorizar inversiones directas de Endesa en el sistema canario e insiste en un concurso público que no llevaría menos de 5 a 6 años para alcanzar el objetivo de cubrir las necesidades, lo que profundiza además en la dependencia de los combustibles fósiles.

La Ley contempla medidas de emergencia para situaciones temporales y excepcionales de déficits de cobertura de demanda y con 4 o 5 grupos de generación flexibles de entre 20 y 30 MW se podría poner fin a la emergencia que nos acucia. Gran Canaria podría, además repotenciar, temporalmente, Jinámar. Pero no parece que se esté contemplando esta posibilidad. El Consejo de Ministros podría actuar en consecuencia, pero hasta ahora se ha negado a recurrir a esta vía.

Tanto las propuestas del Gobierno de Canarias como las de Endesa no han sido contestadas por el Ministerio, aunque en las últimas semanas se han dado algunos intentos de acercamiento. Cada día que pasa aumentan los riesgos. Sería necesario un Real Decreto Ley para atajar la inacción de estos últimos 10-15 años. Para inversiones nuevas. Para desmantelar lo obsoleto. Para generar un modelo descentralizado y distribuido. Cabe igualmente la opción de que se modifique la Ley 17/2013 y se contemple una excepcionalidad para Canarias que permita que el generador del sistema pueda acudir a la renovación de sus grupos de generación de manera directa, obviando el concurso público dadas las singularidades isleñas.

Desgraciadamente estamos ante un riesgo que no se va a solucionar en breve. Que es fruto de la inacción, del desconocimiento, de la desidia y del olvido de Canarias. No podemos seguir dependiendo de un Ministerio (da lo mismo el color) que desconoce nuestra realidad, nuestra singularidad. Y lo peor es que una verdadera emergencia les obligaría a actuar. Entonces sí. Pero después de haber causado un daño irreversible a la isla.

Por eso es tan importante Salto de Chira –que aportaría 200 MW al sistema, además del almacenamiento imprescindible- y la penetración de las renovables (eólica, fotovoltaica, marina, hidrógeno, autoconsumo, geotermia, etc…).

Exigimos, por tanto, al Ministerio para la Transición Ecológica, una actuación urgente para corregir la precariedad, la inseguridad y el riesgo energético en que se encuentra la isla y Canarias en general. Lo contrario sería persistir en el desprecio a nuestra realidad, a pesar del riesgo al que se nos somete.

Migraciones, no hemos aprendido nada

Probablemente todas las personas que lean este artículo se acuerden aún de las imágenes  del “Muelle de la vergüenza” en Arguineguín que dieron la vuelta al mundo. No es fácil olvidarlo. Miles de personas hacinadas al sol sin ningún tipo de servicios. Tampoco podemos ni debemos olvidar los problemas que se generaron en los dispositivos de acogida de menores que hubo que improvisar para alojar a los miles  que habían llegado. Algunas de esas circunstancias siguen judicializadas.

Recordarán también cómo desde el Cabildo de Gran Canaria exigimos insistentemente que Canarias no se podía convertir en un archipiélago de “islas cárceles” en las que se retienen a miles de personas migrantes que en su mayoría buscan continuar su ruta hacia Europa. También dijimos que no se trataba de un hecho puntual, que los movimientos migratorios desde África van a ir en aumento, que Canarias es una de sus principales rutas y que el Gobierno de España y la UE tenían que asumirlo y cambiar su política migratoria. Que era necesario que se  derivaran a las personas migrantes que llegaban a Canarias al resto de España y Europa. Insistimos en que, en último término, la solución pasa por abrir vías legales y seguras y una política exterior coherente que no contribuya al empobrecimiento y la inestabilidad de los países de origen de estas personas..

Nada de esto se ha hecho. Es más, en su discurso del pasado miercoles sobre el Estado de la Unión Europea, Ursula von der Leyen insistió  en medidas migratorias que conducen a la violación de derechos humanos. En Canarias se pusieron en funcionamiento unas 7.000 plazas para personas migrantes en macrocentros, en algunos casos en condiciones que no son las óptimas, concentradas además en determinados barrios de la ciudad y generando por lo tanto otros problemas añadidos como, en algunos casos, el rechazo de la vecindad. También tuvimos a personas viviendo en la calle, ya que  abandonan estos centros para evitar su expulsión a sus países de origen.

En estos momentos volvemos a estar en una situación parecida. Y volvemos a la precariedad, a la improvisación y a la irresponsabilidad. El fin de semana del 9 y 10 de septiembre llegaron a las costas canarias 1.173 personas. Se trata de la cifra más alta de  arrivadas en 48 horas desde noviembre de 2020. En lo que llevamos de septiembre han llegado unas 200 personas al día, es decir, la media más alta desde el año 2020. Ya son casi tres mil los menores a los que protegemos y no siempre en las mejores condiciones. Y desgraciadamente no podemos olvidar las tragedias aparejadas de las que nos vamos enterando gracias a organizaciones como Caminando Fronteras. Este último domingo fallecieron 12 personas en un naufragio en las costas de Fuerteventura.

Esta situación ya ha llevado al Gobierno de Canarias a reclamar implicación y soluciones concretas tanto al ministro de Migraciones, Escrivá, como a los ministros de Interior, Grande-Marlaska y de Exteriores, Albares. Aunque parece que se han mostrado receptivos, lo cierto es que los precedentes me hacen ser bastante escéptico ante la posibilidad de que se produzcan cambios sustanciales en la política migratoria.

Y es que el problema es de base. Lo primero que tenemos que asumir es que las migraciones, son un fenómeno natural, consustancial a la historia del ser humano. De hecho, aunque por nuestra situación pueda parecerlo, no estamos ante la época de mayores movimientos migratorios de la historia. Por muy diversas razones los seres humanos nos hemos trasladado entre países y lo vamos a seguir haciendo. Lo que podemos elegir es si gestionamos este fenómeno de manera que sea beneficioso para todas las partes (las personas migrantes y los países de origen y acogida) o seguimos como hasta ahora.

Por lo tanto la inmigración no es un problema, pero sí es un fenómeno que puede generar problemas graves si no se gestiona adecuadamente. El peor y más descarnado es la muerte en el mar de decenas de miles de personas cada año, o las insoportables imágenes de personas muriendo de sed en medio del desierto, abandonadas a su suerte por la autoridades tunecinas que, además, reciben fondos de Europa para la gestión migratoria. Pero también pueden producir rechazo en las poblaciones de acogida y cronificación de determinados problemas sociales si se concentran en las zonas más precarias de las ciudades, etc.

Y Canarias está en el centro de una de las principales rutas migratorias entre África y Europa. Una ruta que si atendemos a la demografía del continente, a los efectos del cambio climático o a la inestabilidad política y los golpes de Estado en países del Sahel,  es muy posible que aumente. Son personas que en su mayoría no quieren quedarse en Canarias sino continuar su ruta hacia otros países europeos y que, por lo tanto, no es razonable que se les retenga en nuestras islas, cuando muchos de ellos tienen amigos, familiares u otro tipo de redes personales en España, Francia o Inglaterra.

Evidentemente, debemos contar con dispositivos de acogida suficientes y adecuados para darle una primera atención digna a estas personas y salvaguardar sus derechos, como solicitar asilo, que en muchos casos se están conculcando. Pero eso es muy diferente a hacernos cargo, muchas veces con nuestros propios recursos, a pesar de que la competencia es del Gobierno de España, de la totalidad de las personas que entran en Europa por Canarias.

Y Europa y España tienen que asumir de una vez por todas que la única solución pasa por abrir vías legales y seguras para que estas personas puedan migrar, sin jugarse la vida en el mar o depender de redes mafiosas. Según estudios de algunas de las instituciones más prestigiosas en materia de demografía, Europa necesitará de aquí a 2050 varias decenas de millones de inmigrantes para su mercado laboral y compensar así una estructura demográfica muy envejecida. El canciller de Alemania, Olaf Scholz, afirmó hace muy pocos días, en su intervención en el debate presupuestario del Bundestag, que su país necesita urgentemente acelerar la afluencia de inmigrantes formados y de fuera de la UE para hacer frente a la necesidad de mano de obra

Si no, seguiremos como hasta ahora. Seguiremos provocando muerte, sufrimiento y dándole alas a los discursos xenófobos que buscan señalar la inmigración como el origen de casi todos nuestros males. No hay un solo país en el que la extrema derecha no haya crecido a hombros de los discursos anti inmigración.

En otras épocas fue la población canaria la que tuvo que emigrar a Hispanoamérica en busca de oportunidades que no tenía en su tierra. Lo hicieron también los españoles y españolas que fueron a Suiza, Alemania o Francia. Aquellas experiencias generaron riqueza en esos países y permitieron a miles de personas progresar, ayudar a sus familias y a su tierra y generar vínculos que hoy perduran en las islas. Un ejemplo que debería servirnos de referencia para las políticas que deben aplicarse hoy con urgencia.

Las papas y la soberanía alimentaria

La situación ya es ampliamente conocida, pero les hago un pequeño resumen. Hace unos días, a finales de agosto, unos importadores de papas (que no representan a la mayoría) tuvieron problemas con unos contenedores de papas importados desde Inglaterra al haberse encontrado en unas plantaciones  del país anglosajón unas larvas de Escarabajo Colorado, una peligrosa plaga. Para salvaguardar el sector local, se prohibió su entrada en Gran Canaria. 

Poco después, el presidente de esta asociación de importadores minoritaria lanzó un mensaje alarmista diciendo que los supermercados de Canarias se podían quedar desabastecidos de papas durante 4 o 5 meses y perderse miles de puestos de trabajo vinculados a la importación y distribución de este tubérculo, fundamental en la dieta de la ciudadanía canaria.

Ante esta situación me vi obligado a desmentir rotundamente este mensaje tan dañino e incierto  y a apoyar las  declaraciones hechas previamente por el consejero insular Miguel Hidalgo. La prohibición solo afecta a las papas que llegan a Canarias desde Inglaterra y no desde otros países productores como Egipto, Marruecos o Israel. Y tengo que decir que este mensaje se lanzó probablemente con la intención de generar una alarma social y política que favoreciera la flexibilización de los controles fitosanitarios a la importación de papas, además de intentar conseguir que se levantara la prohibición de entrada de los contenedores retenidos en el puerto de Las Palmas. Sumado a todo esto, algunos medios de comunicación se hicieron eco de la alarma inducida y les dedicaron portadas y amplios espacios informativos. Amplificaron la manipulación.

Como suele pasar con este tipo de declaraciones alarmistas, se produce una “profecía autocumplida” o “efecto Pigmalión”: el mensaje causa alarma entre la población que se lanza a los supermercados, mercados y fruterías a comprar grandes cantidades de papas ante el supuesto riesgo de desabastecimiento y se empiezan a provocar tensiones y riesgos en el suministro. Esto hace que comience la especulación y suba mucho el precio de la papa (incluso se ha llegado a ver por encima de los 5 euros el kilo), lo que obliga a algunas superficies a  restringir la cantidad de papas que se pueden comprar por persona. Algunos desaprensivos intentaron, incluso, comprar papas en los comercios de venta para revenderlas.

Ocurre, además, que estamos en un momento en el que hay muy poca producción local. En este momento, la papa de Gran Canaria, que se consume fundamentalmente de abril hasta agosto, se ha vendido mucho más rápido este año –incluso se ha comercializado en Tenerife-, por lo que casi no quedaba producto local en el mercado, apenas un 1% o 2%.

Más allá de las consecuencias inmediatas de este hecho, como es el incremento de precios, creo que esta situación debería servirnos para seguir haciendo una profunda reflexión sobre la imperiosa necesidad de avanzar hacia la soberanía alimentaria en Gran Canaria y Canarias. Pero ¿qué es la soberanía alimentaria de la que llevo tantos años hablando?

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), usaba el concepto de “seguridad alimentaria” para referirse a la situación en la que “todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”. Pero la ONG Vía Campesina, con motivo de la cumbre de Roma de la FAO, acuñó el término “Soberanía alimentaria” para referirse al “derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sostenibles de producción, distribución y consumo de alimentos con base en la pequeña y mediana producción y no en el agroextractivismo”.

Con esta definición Vía Campesina ampliaba el foco, ya que solo es posible conseguir la seguridad alimentaria a través del fomento de la producción local, apoyando a los pequeños y medianos agricultores y ganaderos, con formas de producción respetuosas con el medio ambiente, o evitando la competencia desleal de importaciones de productos subvencionados por las grandes potencias productoras.

Es de sobra conocido que en los dos mandatos que llevo presidiendo el Cabildo de Gran Canaria he situado la soberanía alimentaria como uno de los ejes de mi gobierno. Así, en 2016, consensuamos, diseñamos y pusimos en marcha el Plan Estratégico del Sector Primario de Gran Canaria, con una visión clara “Hacia la soberanía alimentaria: una isla sostenible”, enmarcado en el modelo de Ecoísla. Ese plan se basaba en 5 grandes objetivos estratégicos: mejorar la competitividad de las explotaciones, coordinar el quehacer de las administraciones públicas hacia el nuevo modelo, promover el relevo generacional e impulsar la integración de la mujer en el campo, la sostenibilidad ambiental y la valorización del sector y sus productos.

Los resultados de estas políticas son innegables: según los datos que se registran mensualmente en Mercalaspalmas, donde se estima que se comercializa más del 50% de la fruta y verdura que se consume en la isla, el 34,7% (19.700 toneladas) de la fruta que se vende es de Gran Canaria, así como el 72,9% de las hortalizas, (42.300 toneladas) y el 45,7% (14.300 toneladas) de las papas. En total, respecto a estos productos, el nivel de autosuficiencia llega al 52,3%, unas 76.400 toneladas, aunque en algunos productos como los huevos frescos se alcanza el 80% de autoconsumo.

No obstante, algunos de estos productos, como la famosa papa protagonista de la última polémica, tienen un porcentaje mayor de autoabastecimiento, porque los productores venden directamente a mercados y supermercados, estimándose que el consumo de papa local supera el 60%, y aun así hemos visto que en ocasiones puede no ser suficiente.

Los problemas en las cadenas globales de suministro no son un accidente o una excepción. Ya sea por el bloqueo del Canal de Suez, por una pandemia global, por los cuellos de botella producidos por el aumento súbito de la demanda pos pandemia, por riesgos fitosanitarios o por guerras como la invasión rusa de Ucrania, lo cierto es que periódicamente estamos expuestos a situaciones que ponen en riesgo nuestros suministros.

La propia UE está cambiando su orientación estratégica para depender menos del exterior. Y en unas islas como Canarias es fundamental que sigamos avanzando en ese camino, porque, además, tiene otras muchas consecuencias positivas: genera empleo, impide la despoblación de las zonas rurales, nos ayuda a combatir los incendios forestales (los campos de cultivo son excelentes cortafuegos) y ahorra grandes cantidades de emisiones contaminantes asociadas a la importación de alimentos. Tenemos que concienciarnos en la necesidad de consumir los productos km0, tienen que implicarse más los comercios de venta locales. El ejemplo de las papas viene a recordarnos una vez más la necesidad de seguir avanzando hacia un cambio de modelo. Hacia la soberanía alimentaria.

Nos vamos para el Pino

Vivimos tiempos complicados de incertidumbre política y económica, guerras, pandemias, polarización… Por eso en este contexto son cada vez más importantes los momentos para encontrarnos, para disfrutar y para celebrar lo que nos une, lo que tenemos en común, lo que nos constituye como sociedad y nos reafirma como comunidad.

Pocas ocasiones mejores para encontrarnos que la celebración de las Fiestas del Pino en Teror. La celebración de las fiestas en honor a la Virgen del Pino conjuga el fervor popular con varios de los símbolos más representativos de nuestro pueblo. La manifestación religiosa tiene su origen y su denominación en la flora más representativa, convertida en santuario natural venerado por los antiguos canarios, cubierto por un enorme ejemplar del antiguo pinar que nació de la tierra volcánica. Un ejemplar que destacaba en el paisaje insular, rodeado de dragos, dominando este bosque y la legendaria selva de Doramas, el bosque de laurisilva, manantial del alisio.

Este es otro elemento unido a la fiesta. El agua, la garantía de vida, de felicidad para el campo isleño, la principal industria local que nace en la Madrelagua y Laguna de Osorio. Porque los peregrinos bebían del naciente de agua medicinal que brotaba a los pies de aquel árbol, hasta que un temporal arrancó el pino en 1864.

Y lo es, también, la emigración. El nexo con latinoamérica que renace en nuestros sentimientos a través de la música, recordando el vínculo isleño con la otra orilla,  con la historia compartida.

El Pino tiene la capacidad de unirnos porque conjuga de manera armónica sentimientos diversos. La devoción de quién peregrina para “pagar una promesa” a la Virgen o simplemente para acudir a su cita anual con la patrona de la Diócesis de Canarias, quienes disfrutan con la cultura, la tradición, el folclore y de unas de las romerías con más historia de las islas, o quienes tienen la costumbre de juntarse con sus amigos y familiares y disfrutar con ellos todos los años “caminito de Teror”.

Y es que no podemos olvidar que cada año acuden a Teror, durante las Fiestas del Pino, unas 300.000 personas, 50.000 de ellas a la Romería, unas cifras prácticamente inalcanzables para otras fiestas populares. Son datos que nos ayudan a hacernos una idea de la importancia que tiene para los grancanarios y grancanarios la cita anual en Teror.

Es singularmente relevante el carácter solidario de la Romería – Ofrenda. Cada uno de los 21 municipios de Gran Canaria lleva hasta la villa mariana, como ofrenda, una selección de sus mejores productos. Kilos y kilos de nuestras mejores frutas, verduras, quesos, pescados, carnes, dulces, etc, que posteriormente son repartidos entre las personas que más lo necesitan.

Este tipo de manifestaciones son fundamentales para reafirmar nuestra identidad colectiva como pueblo, para mantener vivas las tradiciones heredadas de generación en generación (la vestimenta tradicional, los oficios artesanos, la gastronomía, la música, los bailes…) y para construir comunidad. Y ayuda a que seamos capaces de rebajar la polarización y a convivir y aceptar la pluralidad y la discrepancia.

Porque seremos más propensos a escuchar, aceptar y tolerar las ideas del “otro” si nos reconocemos como miembros de una misma comunidad, de un mismo pueblo, si valoramos y reforzamos todos los elementos que tenemos en común. Y eso es fundamental en un territorio como el nuestro, en el que tenemos que estar lo más unidos posible para defender nuestros derechos y para exigir soluciones a nuestros problemas. El incendio de hace unos días en Tenerife ha puesto de relieve la solidaridad y el sentimiento de identidad y de pertenencia a este archipiélago anclado en el Atlántico de las instituciones y la sociedad civil de Canarias.

Por todos estos motivos, el Cabildo de Gran Canaria colabora con el municipio de Teror y con los de toda la isla, en la conservación y difusión de los símbolos que nos identifican como pueblo. En especial en la Romería Ofrenda, que este año ofrece una nueva imagen del bello conjunto urbano, con el templo restaurado, frente al que se sitúa el renovado edificio que fuera el punto de encuentro de romeros, donde se encontraba el “Americano”. Una actuación que completa la recuperación de este espacio urbano, uno de los rincones más llamativos de la arquitectura tradicional de Canarias.

Lo escribí el año pasado y lo vuelvo a repetir en este preámbulo a la celebración del Pino de 2023. La fiesta –con el especial significado que tiene para la isla- es una gran oportunidad para renovar objetivos, compartir ilusiones y expresar las convicciones de un pueblo como el nuestro que afronta unido sus retos esenciales de justicia social, progreso e identidad. Porque en los momentos de mayor incertidumbre es esta comunión de sentimientos y objetivos la que ha de guiarnos para que  caminemos juntos y juntas hacia un futuro de progreso. Tenemos que afianzar derechos sociales que nos igualen y permitan el bienestar común y avanzar en ese modelo de ecoísla para Gran Canaria que nos avala un presente y un futuro sin dependencias externas que puedan poner en riesgo nuestro pequeño pero afortunado territorio. Casi nada el reto que tenemos por delante para seguir impulsando el empleo, la lucha contra la pobreza y la igualdad. Para garantizar la seguridad hídrica y  las soberanías alimentaria y energética (con renovables, por supuesto, y rechazando las regasificadoras a las que algunos quieren volver) que aseguren  nuestra supervivencia. Para profundizar en un modelo de desarrollo diversificado ligado a un turismo de calidad y sostenible, a las economías azul, verde y circular, a la investigación y la innovación, a la producción audiovisual, a la reforestación y a la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático…

Otro año más, todos los caminos conducen a Teror, el pueblo más cantado de las islas, la fuente de las tradiciones. Conservemos, respetemos y hagamos de nuestros valores motivo de orgullo. Cuidemos nuestras raíces. Cuidemos Gran Canaria.