Portada Antonio Morales


Nueva Canarias, el voto útil

El próximo domingo estamos convocados a votar en una de las elecciones más importantes de los últimos años. Estas elecciones son trascendentales porque en ellas no se trata únicamente de elegir entre diversos modelos de gestión, sino que en este caso se está poniendo en cuestión nuestro modelo de convivencia. Los derechos y las libertades que nos han configurado como sociedad y la mayor parte de los principales avances logrados en las últimas décadas, corren el enorme riesgo de ser desmantelados. Afecta al conjunto del estado español, pero afecta de manera singular  a territorios como el nuestro. Canarias se juega su futuro.

Canarias siempre ha sido una tierra acogedora, tolerante, abierta, progresista. Quienes quieren retroceder y volver a épocas oscuras están amenazando también la manera en la que los hombres y mujeres de Canarias concebimos y habitamos el mundo. Incluso durante los años de la dictadura franquista muchos lugares de nuestra Comunidad fueron un refugio de libertad y tolerancia.

La nuestra ha sido una sociedad históricamente multicultural en la que las distintas comunidades nacionales (procedentes prácticamente de casi todos los continentes) han convivido en armonía. Se nos reconoce como referencia internacional para la comunidad LGTBIQ+ y nos hemos convertido en uno de sus principales destinos turísticos.

Pero también somos uno de los territorios que más está sufriendo las consecuencias del cambio climático. Sequías, incendios, pérdida de biodiversidad, fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, tropicalización del clima… Según un estudio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, los efectos adversos podrían suponer incluso el 10% de nuestro producto interior bruto.

Por todos estos motivos parece claro que no habrá futuro para Canarias si gobiernan los que niegan los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBIQ+. O los negacionistas del cambio climático que van a poner en riesgo nuestro sector primario, nuestros ecosistemas, nuestra salud e incluso nuestras playas e infraestructuras turísticas amenazadas ya por inundaciones o aumento del nivel del mar. O los que quieren acabar con el autogobierno  y nuestros fueros y no respetan el habla canaria, ni nuestra cultura, ni nuestras tradiciones.

Pero lo cierto es que tampoco podemos confiar en quiénes han gobernado y no han tenido en cuenta las necesidades y los problemas de Canarias. Quienes han intentado convertir a Canarias en islas cárceles para migrantes. Quiénes han traicionado a un pueblo hermano como el saharaui y hacen concesiones a Marruecos que ponen en riesgo a Canarias.

En definitiva, no podemos confiar en quiénes intentan imponernos políticas desde Madrid sin tener en cuenta nuestra voz, nuestras singularidades y nuestra realidad. Porque algo que tenemos que tener claro es que los problemas de Canarias no los van a solucionar quiénes tienen la lealtad a su partido por delante de la lealtad a su tierra.

Por eso hay que decir alto y claro que, como ha demostrado, Nueva Canarias es una garantía de gobierno progresista allí donde ha tenido responsabilidades de gobierno (una parte importante de los ayuntamientos grancanarios, el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el Cabildo de Gran Canaria o el Gobierno de Canarias en la legislatura que acaba de terminar).  Y lo es también de barrera frente a las fuerzas reaccionarias y neofascistas y las ideas centralistas y neocoloniales de la derecha y la extrema derecha. De la misma manera será siempre una barrera, como hemos hecho visible estos últimos cuatro años, para quiénes no respeten la voluntad de nuestro pueblo.

La avala igualmente el trabajo realizado en las Cortes Generales cuando se le ha dado la confianza por parte de la ciudadanía. Ha jugado un papel clave para conseguir desbloquear la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias y de nuestro Regimen Económico y Fiscal (REF), para diferenciar la financiación autonómica que nos corresponde de nuestros fueros fundamentales, para conseguir y mantener la subvención del 75% al transporte de pasajeros y al 100% del de mercancías, para que se financiara el cien por cien del Programa de Opciones Específicas por la Lejanía y la Insularidad (POSEI), para obtener subvenciones e incentivos para el riego agrícola, el sector audiovisual, las renovables, las infraestructuras y los equipamientos básicos, etc.

Pero no nos equivoquemos. No podemos ir a votar a la defensiva, ni votar con miedo, solo para parar a la ultraderecha. Tenemos que votar con orgullo y ambición. Porque queremos ser una referencia de respeto, diversidad y convivencia, de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático. Porque queremos demostrar que, aún siendo humildes, podemos mirar al mundo sin complejos y que ahí donde ha gobernado NC se ha mejorado  la vida de nuestra gente.

Pero para eso es imprescindible que Nueva Canarias esté en el Congreso y en el Senado. Que tengamos voz y que se nos escuche y que todos tengan muy claro que si no respetan a Canarias nos van a tener enfrente.  Y defender una solución justa y segura a la crisis migratoria, la financiación del tren de Gran Canaria, la agilización de la implantación de la eólica marina y el rechazo al gas o la cultura y la identidad canaria. También dar respuesta al reto demográfico, avanzar en la creación de empleo y  potenciar la educación y la sanidad públicas, acabar con  la escasez de viviendas, fortalecer la lucha contra la pobreza e impulsar las políticas de cuidados, promover la modernización de nuestra oferta turística, la diversificación de la economía canaria y la cogestión del aeropuerto, negándonos a que se privatice la torre de control. Tenemos que intensificar nuestro papel como región ultraperiférica y ayudar al pequeño y mediano comercio y la industria, aumentar la financiación de las infraestructuras básicas, conseguir financiación para proyectos relevantes de los cabildos y ayuntamientos que mejoren las condiciones de vida de sus habitantes,etc.

Por eso solo hay un voto útil para Canarias, para sus hombres y mujeres. Y ese voto se llama Luis Campos al Congreso de los diputados y Txema Santana y Minerva Alonso al Senado por Gran Canaria. Y se llama como todos los candidatos y candidatas que con valentía hemos dado un paso al frente para defender las siglas de Nueva Canarias en estas elecciones, a pesar de que no es fácil.

Por primera vez en muchos años nos presentamos a las elecciones generales libres de ataduras con el insularismo insolidario y eso nos convierte en la única voz progresista, nacionalista y de obediencia canaria.

Recuerdo que hace dos meses, en un Teatro Cuyás abarrotado en el acto de presentación de mi candidatura, dije alto y claro que estaba convencido de que íbamos a ganar las elecciones e iba a volver a ser presidente del Cabildo de Gran Canaria. Y hoy, como presidente del Cabildo de Gran Canaria, les digo que no tengo ninguna duda de que a partir del próximo 23 de julio vamos a contar con una voz canaria progresista, comprometida y trabajadora en el Congreso de los Diputados y en el Senado.

Gran Canaria, un festival de músicas

Este fin de semana decenas de miles de personas han podido disfrutar del “Granca Live Fest”, el mayor festival musical de Canarias, y una referencia internacional para los géneros urbano y latino, que este año tenía a Rosalía, Sebastián Yatra o Maluma como principales protagonistas de su cartel. Es un ejemplo de la  actividad cultural desbordante de la isla durante todo el año, con un inabarcable programa para todos los públicos y por todo el territorio insular. No hay hoy en Canarias una isla con tantos espectáculos y tantos actos, ni tan multitudinarios, como Gran Canaria. Es una de las razones por las que una multinacional consagrada del espectáculo como el Circo del Sol nos ha elegido una vez más (Meloneras hace tres años y la capital este verano) para traer su espectáculo Ovo a mitad del próximo mes de agosto.

Nuestra isla tiene vocación y tradición de grandes eventos, de vivir las experiencias en comunidad, de celebrar el encuentro, con un público que realmente son muchos públicos con gustos variados, capaz de llenar al mismo tiempo diferentes espacios con ofertas muy dispares. Una realidad que no es una moda o un fenómeno esporádico, sino parte de nuestra identidad inquieta y abierta, que aspira a alcanzar sueños como el de poder contemplar, escuchar y también encontrarnos de imprevisto -en la calle o en la playa- con algunas de las estrellas mundiales de la música, como sucedió con Sting hace unos días.

Esta realidad se consolida como referencia internacional de las giras de artistas y espectáculos  y crece desde hace unos años utilizando los equipamientos culturales y deportivos de los que disponemos, junto a escenarios que se levantan y desmontan en diferentes puntos de la isla. Se trata de un fenómeno que vive un enorme auge y que se constata en el Cabildo con las numerosas peticiones de uso de los grandes espacios de propiedad insular.

Algunos de ellos son los de mayor aforo y con mejores instalaciones del archipiélago, como el Gran Canaria Arena, el Estadio de Gran Canaria, el recinto ferial de Infecar (cuyo proyecto de renovación está en marcha), junto al de Meloneras o el nuevo centro de convenciones de Agüimes, el Auditorio y Palacio de Congresos Alfredo Kraus (unido a la red de auditorios de los distintos municipios),etc. Sin olvidar la red de museos, centros de interpretación y auditorios al aire libre.

Pero llegar hasta este punto no ha sido fácil. Tras el vacío cultural derivado del franquismo, tuvieron que pasar algunos años para recuperar la iniciativa y poner en marcha nuevos proyectos comenzando en 1988 con el Encuentro Teresa de Bolívar, el Festival del Sur Encuentro Teatral Tres Continentes y un par de años después el Festival Internacional de Narración Oral ‘Cuenta con Agüimes’, seguido por el Festival Internacional de Jazz impulsado por el Cabildo y que hoy es un espacio consagrado entre los festivales europeos, aparte de extenderse a todas las islas. El mismo año de su creación se inauguró la primera Universidad de Verano de las islas en Maspalomas.

En el tránsito entre el siglo XX y el XXI, además de mantenerse y consolidarse los ya enumerados, surgen el Festival Internacional de Cine de Las Palmas, el Festival Internacional de Música de Canarias, las temporadas de ópera y de zarzuela, la Gala Drag -de gran repercusión internacional-, el festival Masdanza, el Womad, Temudas, el Festival Internacional de Folklore Villa de Ingenio ‘Muestra Solidaria de los Pueblos’, el Gay Pride y Winter Pride Maspalomas, el Soul Festival de Maspalomas, el ESPAL de Santa Lucía… y muchos otros a lo largo de la geografía insular.

Pero también, desde hace unos años, la isla acoge casi toda la variedad de estilos musicales contemporáneos gracias a citas como el ya mencionado  Granca Live Fest, el Boombastic Festival que se celebró recientemente, LPA Beer & Music Festival, El SUM Festival, el Festival ZERO, el Mojo Festival, Fiestoron, Big Bang Vintage Festival, Santa Catalina Clasics, Rockin Doo Wop Gran Canaria Festival, K-pop Party Gran Canaria etc.  Y no olvidamos aquellos eventos que han desaparecido pero que serán recordados por su enorme impacto como Atlántica o el Campus Rock.

Estas actividades tienen un importante retorno económico para la isla y dinamizan un sector como el cultural, en el que hay mucha precariedad. En todos estos festivales además siempre hay grupos canarios (aunque es un aspecto en el que debemos seguir mejorando) con lo que se promueve la creación musical hecha aquí y se incentiva a muchos jóvenes a seguir creando y desarrollándose personal o profesionalmente en torno a la cultura.

Y no podemos obviar que para un territorio como Canarias la cultura debe ser una apuesta estratégica para su desarrollo sostenible. Un sector que debe ser protegido y promocionado y que ha demostrado sobradamente que puede ser un elemento de dinamización y diversificación económica además de un interesante nicho de empleo, especialmente para nuestra juventud.

Esta reflexión no es un exhaustivo inventario de eventos y equipamientos, de hecho me he centrado específicamente en una modalidad, como son los festivales musicales por su extraordinario crecimiento y proyección en los últimos años.  Una demostración de cómo nuestra sociedad ha hecho suyo el espacio público, el encuentro social, con un importante protagonismo del Cabildo que vamos a consolidar en este mandato.

Derechos humanos con orgullo

Las elecciones municipales, insulares y autonómicas del pasado 28 de mayo dejaron un escenario institucional fuertemente dominado por las fuerzas conservadoras, con un importante aumento de la extrema derecha que va a gobernar, o a determinar gobiernos, en buena parte de la geografía española.

El mes transcurrido desde la cita electoral ha supuesto un goteo incesante de noticias, de lo más preocupantes,  protagonizadas por ultras con discursos que ya creíamos extinguidos, negacionistas de la violencia machista y del cambio climático, machistas, homófobos, racistas y xenófobos… Incluso el nuevo presidente del Parlamento de las Islas Baleares, Gabriel Le Senne, defiende en un artículo la teoría del “Gran Reemplazo”. Se trata de una teoría conspiranoica y neonazi según la cuál existe un plan organizado para reemplazar a la población “blanca” y “católica” de Europa por “árabes” y/ o “musulmanes”.

Y lo peor es que no es una excepción española. Este fenómeno ha llegado a España un poco más tarde que a otros países, ya que la extrema derecha preside los gobiernos italiano y húngaro y forma parte o apoya gobiernos en otros importantes países de la Unión Europea. Y aún con diferencias entre partidos, el denominador común son los discursos de odio contra las minorías, los discursos conspiranoicos y la negación de la evidencia científica.

Sin ir más lejos, el gobierno ultraderechista presidido por Giorgia Meloni ha exigido a los ayuntamientos que dejaran de inscribir a los hijos e hijas no biológicos de parejas del mismo sexo en el registro civil, por lo que muchas parejas homosexuales están teniendo que modificar el registro y los padres o madres no biológicos están perdiendo la patria potestad sobre sus hijos e hijas. Imaginen por un momento el drama que puede suponer para una persona que de la noche a la mañana la dejen  sin derechos de maternidad o paternidad.

En España ya estamos viendo las primeras medidas que apuntan claramente hacia un discurso de odio y persecución contra el colectivo LGTBIQ+. Retirada de las banderas, pretendidas prohibiciones de concentraciones de apoyo, eliminación de las concejalías y consejerías de diversidad y su sustitución por consejerías de familia que van a promover un modelo único y excluyente de familia, etc. Y que a nadie le quepa ninguna duda de que esta será la política del Gobierno de España si Feijóo llega a ser presidente con el apoyo de la extrema derecha.

Éste es el contexto en el que se va a desarrollar la celebración del Orgullo LGTBIQ+, lo que obliga a que sea más reivindicativo que nunca. Ahora bien, es importante dejar claro que no estamos ante ataques o cuestionamiento de derechos de determinados colectivos, o ante debates legítimos entre diversas visiones políticas, estamos ante un cuestionamiento de nuestro modelo de convivencia, de nuestro modelo de sociedad.

Los discursos de odio y el ataque contra determinados colectivos no son más que la avanzadilla de una “guerra cultural” en la que se pretende que retrocedamos décadas en derechos ya adquiridos y que atentan contra los derechos y contra las libertades de la mayoría de la población.  Como planteaba Azahara Palomeque el pasado miercoles 28 de junio en El País, en un artículo titulado “La flecha rota del tiempo”, “el vicio de las fuerzas retrógradas consiste en querer detonar lo poco que nos queda cimentado: el Estado de bienestar, algunos derechos sociales y, en ocasiones, las instituciones”.

Porque lo que están diciendo es que solo cabe un modelo de familia excluyente o una orientación sexual e identidad de género.  Que los derechos más básicos de las mujeres (que no las maten) no van a estar protegidos. Que las personas migrantes no tienen derecho ni a la vida y que las condiciones climáticas van a empeorar hasta límites incompatibles con la supervivencia porque un bulo conspiranoico tiene la misma validez que decenas de años de investigación de miles de científicos. Porque cuando se cuestiona un derecho humano se está cuestionando el conjunto de todos ellos.

Nuestra respuesta ante esta situación no puede ser ponernos a la defensiva. No debemos limitarnos a defender la situación actual o los avances conseguidos en los últimos tiempos. Tenemos que ser ambiciosos, asumir la disputa por la hegemonía cultural y proponer un modelo de sociedad en el que avancemos hacia una igualdad efectiva y en el que mejoremos el bienestar de nuestra gente respetando los límites físicos del planeta. Tenemos que apostar por ampliar derechos.

Y tenemos también que ser autocríticos. Hay mucha gente que lo está pasando mal o que tiene fuertes incertidumbres sobre su situación y que no percibe que las políticas progresistas como la Agenda 2030, las políticas feministas, de lucha contra el cambio climático etc. estén teniendo un impacto positivo en su vida. Y esto hace que  en muchos casos apoye o acepte los discursos ultraconservadores. Tenemos que ser capaces de demostrar con cuestiones concretas que a día de hoy las políticas  progresistas mencionadas son las únicas que nos pueden permitir afrontar los difíciles retos actuales y construir la sociedad que todos y todas queremos. Con motivo del Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+ es necesario recordar el 2º artículo de la declaración universal de derechos humanos: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.” Es decir, los derechos que estamos reivindicando son derechos humanos. Y los derechos humanos no se negocian. Se defienden con orgullo.