Portada Antonio Morales


Gran Canaria, inteligente y digital

La semana pasada tuvo lugar en INFECAR la 8ª edición de Fiware Global Summit, un encuentro mundial para la transformación digital a través de tecnologías de código abierto que impulsan la innovación con el fin de favorecer el desarrollo económico y ofrecer oportunidades a todo tipo de empresas, en particular a pymes y start-ups.

Este evento de carácter internacional, que llega a Gran Canaria después de haber pasado por ciudades como Berlín y Oporto y que nos sitúa en la ruta de los destinos europeos que apuestan por convertirse en plataforma de innovación, pone el acento sobre lo último en tendencias tecnológicas y reúne a los principales actores del ecosistema Fiware.

No es casualidad que hayan elegido nuestra isla como sede del encuentro.  Es fruto del esfuerzo y las políticas que desde 2015 estamos aplicando desde el Cabildo de Gran Canaria para conseguir diversificar la economía, mejorar la gestión pública, ofrecer nuevos servicios a la ciudadanía e, incluso, impulsar la sostenibilidad a través de la digitalización y el uso de las tecnologías. La iniciativa “Gran Canaria Isla inteligente” es una apuesta firme que nos está permitiendo convertirnos en una referencia.

Los ámbitos preferenciales en los que estamos desarrollando propuestas se centran en la Administración electrónica, la gestión de incendios forestales, la eficiencia energética y la gestión de los recursos hidráulicos y   turísticos. Como resumen, puedo decirles que ahora mismo el Cabildo de Gran Canaria está trabajando en distintas fases de estas propuestas con más de 20 proyectos, en los que se han invertido más de 20 millones de euros.

Destacan en este sentido las iniciativas Alertagran y Aquagran. Alertagran se ejecutó con un presupuesto de 2,7 millones de euros y ha tenido como objetivo desplegar una red de sensores para la detección temprana de todo tipo de incidentes, no solo incendios sino también afecciones por fenómenos meteorológicos adversos o atentados al medio ambiente, así como para controlar las quemas prescritas y detectar los falsos positivos o fuegos que son quemas de rastrojos u otros. También se instalaron sensores en 19 estaciones meteorológicas para medir el grado de sequedad de la vegetación, así como 23 nuevos puestos remotos de vigilancia forestal con cámaras convencionales capaces de descubrir las columnas de humo.

Por su parte Aquagran es un sistema de obtención y gestión de datos de las infraestructuras del Consejo Insular de Aguas que monitoriza 431 puntos y puede recoger información de hasta un millar de sensores en las instalaciones hidráulicas del Cabildo. Eso permite conocer en tiempo real las cantidades de lluvia, el nivel de las presas, las averías en la red o la calidad del agua de las desaladoras y depuradoras. Así se minimizan las pérdidas y se puede gestionar de manera más eficiente uno de los bienes más escasos con los que contamos.

Pero, además de los programas ejecutados por el Cabildo, estamos promocionando y apoyando iniciativas empresariales para el desarrollo avanzado de proyectos y empresas en los ámbitos de las tecnologías digitales. Partimos de la convicción de que Gran Canaria ofrece unas atractivas condiciones y ventajas que nos pueden convertir en una referencia internacional para el desarrollo de este tipo de iniciativas.  

En primer lugar disponemos de un marco impositivo muy competitivo, con un 4% en el impuesto sobre sociedades, bajo el paraguas de la Zona Especial Canaria, además de deducciones fiscales y ayudas financieras muy ventajosas para el desarrollo de proyectos de I+D+i que pueden llegar a cubrir hasta el 90% de la inversión.

Por otro lado, nos encontramos ante una cantera de talento que crece en ramas de formación vinculadas a la ingeniería, la informática, el desarrollo de soluciones TIC, la gestión de datos y la creatividad digital. Ahora mismo Gran Canaria cuenta con 6.200 estudiantes de ramas de ingeniería y desarrollo TIC, con  formación universitaria y profesional, de los que 2.700 están matriculados en estudios de informática o similares. Pero, además, la isla lidera las oportunidades para el trabajo remoto, presentándose como un lugar único para crear equipos de profesionales cualificados en un entorno de alta calidad de vida.

Gran Canaria también ofrece espacios para empresas, como el Parque Científico Tecnológico en el que se localizan unas 76 firmas, todas ellas a un paso de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y sus 118 grupos de investigación. De los 12 institutos universitarios de investigación de la ULPGC, 5 se centran directamente en microelectrónica aplicada, telecomunicaciones, sistemas inteligentes y tecnologías cibernéticas.

Otra de las grandes ventajas que debemos destacar es el aprovechamiento de las oportunidades de financiación para proyectos digitales que proporciona la iniciativa europea y estatal Next Generation. Por supuesto a todo esto se suma que Gran Canaria atesora otros factores muy relevantes, como la calidad de vida, la seguridad, un clima benigno y una buena conectividad digital y aérea.

Contamos, además, con el compromiso y el apoyo institucional para atraer inversión y facilitar el desarrollo y el aterrizaje de estas iniciativas a través de la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria y el resto de las entidades integradas en la iniciativa ‘Best in Gran Canaria’.

Este mismo año inician su andadura tres propuestas, financiadas por la Unión Europea, que entroncan directamente con los verticales estratégicos de desarrollo de la economía de Gran Canaria y con la voluntad de avanzar hacia una economía basada en el conocimiento.

Por un lado, lanzamos la Incubadora empresarial especializada en analítica de datos e inteligencia artificial aplicada al ámbito marino y marítimo. Se trata de un centro de referencia nacional que favorecerá la aceleración de actividades empresariales en el ámbito marino-marítimo, tanto en iniciativas vinculadas a la isla, como en aquellas que, sin estarlo, busquen un entorno tecnológico e industrial idóneo para consolidarse.

De esta manera seguimos desarrollando el gran potencial marino-marítimo de Gran Canaria debido a la variedad de actividades que se desarrollan en torno a este ámbito, como la reparación naval, la generación de energía, los servicios off-shore y las actividades portuarias en su conjunto, que podrán beneficiarse de las soluciones que se desarrollen en la incubadora.

Por otro lado, ponemos en marcha la iniciativa SITGRAN para promover actuaciones basadas en la economía del dato turístico. El Sistema de Inteligencia Turística de Gran Canaria analiza en tiempo real múltiples fuentes de datos públicos y privados del sector turístico. Ofrece la posibilidad de conocer cómo son (perfil), qué les interesa (demanda) y cómo nos ven (percepción) los visitantes de la isla de una forma dinámica, sencilla y accesible.

Para ello se facilita a los operadores el acceso a los datos «en bruto» con el fin de que puedan realizar sus propios análisis o combinarlos con otra información o a los informes que desde SITGRAN se realizan y que se ofrecen en abierto. De esta manera posicionamos a nuestro principal sector económico en el big data, uno de los sectores clave de la economía actual y de futuro, y además contamos con una gran cantidad de información que nos permitirá convertirnos en un destino turístico más inteligente, sostenible, flexible y resiliente.

A todo esto se suma el Centro de Innovación Digital Regional, CIDIHUB, como instrumento para promover proyectos e iniciativas relacionados con la transformación digital empresarial y pública, especialmente enfocados a la pyme grancanaria, lo que permitirá a nuestra industria local ser más competitiva y generar más empleo.

Si alguna lección podemos extraer de las sucesivas crisis que hemos vivido en los últimos años, es que Canarias debe avanzar a la máxima velocidad que pueda hacia un modelo de desarrollo social y económico innovador, inteligente, menos dependiente y por lo tanto más sostenible. Necesitamos generar empleo sin consumir más territorio y recursos y la digitalización nos ofrece una oportunidad única, de la que además se pueden beneficiar todos los sectores económicos. Por eso desde el Cabildo estamos trabajando mano a mano con otras instituciones y la sociedad civil para hacer de Gran Canaria una isla inteligente y digital.

La Europa de la abundancia

La Europa de la abundancia (en palabras de Macron), la Europa altanera y anquilosada, la Vieja Europa de las mejores luces y las peores sombras, anda en estos momentos dando tumbos y atemorizada. La realidad se ha tornado muy fea. Las va a pasar canutas –y nosotros por ende- en los próximos meses sometida a crisis encadenadas ligadas a la guerra de Ucrania, la alimentación, la energía, la inflación, la salud pública o el clima. Se creyó siempre intocable, a pesar de sus dramáticas experiencias históricas, y se instaló en una especie de sopor ligado a la arrogancia, a la irresponsabilidad y a la globalización neoliberal que abrazó sin pudor y que le impidió reconocer que había ido dejando en manos de países terceros su seguridad energética, alimentaria o tecnológica.

Europa está en guerra y se le advirtió desde hace mucho tiempo por Ucrania, Polonia, la República Checa, los países bálticos, y hasta por EEUU, que la contienda se podría producir, sin que se hiciera el menor caso a los avisos. No tuvo en cuenta la fragilidad de sus fronteras ante el afán imperialista ruso y participó de un pulso de la OTAN a Rusia sin medir sus terribles consecuencias. Estamos ante un escenario alarmante –no deja de estar presente una crisis nuclear de alcance imprevisible, y no me refiero solo a la central nuclear de Zaporiya- que puede tener peligrosas derivas sociales, económicas o medioambientales

El Viejo continente está sufriendo una grave situación económica, con una inflación galopante que apunta indicadores records sobre todo en los alimentos y la energía, debido al agravamiento de la crisis con Rusia por las sanciones impuestas al régimen de Putin y al aumento de los tipos de interés tanto por EEUU como por el Banco Central Europeo. Y aunque la vía elegida para frenar la espiral inflacionista ha sido esta vez la de inyectar dinero publico y privado a la economía, vuelven a surgir voces en algunos países influyentes ( Alemania, por ejemplo), que demandan volver a los suicidas recortes y ajustes. El fantasma de la recesión está cada vez más presente en el ánimo colectivo y sería tremendamente doloroso.

El freno a las exportaciones de granos y fertilizantes desde Ucrania y Rusia para Europa y el mundo (los dos producen el 30% de la oferta mundial de millo y trigo), el alza de los precios a causa de la inflación y el aumento del coste de la energía, el uso de los cereales para producir combustible en sustitución del gas ruso y la sequía que vive el continente, derivada del calentamiento global, están generando un peligroso desabastecimiento planetario y un aumento de los precios de incalculables consecuencias.

La entrada de China en la OMC en 2001, dio un impulso a la globalización y a la deslocalización de las empresas europeas. Los menores costes laborales y de derechos de los trabajadores y una muy débil  protección medioambiental propiciaron el traslado de muchas industrias europeas hacia Asia. Se hizo un canto a la globalización liberal que se fue tornando en desigualdades, iliberalismo y confrontación entre los autoritarismos y la democracia. La pandemia de la Covid-19 puso de manifiesto la enorme debilidad de la UE y de la industria del continente al no poder disponer de las mascarillas necesarias para la ciudadanía y el personal sanitario. Luego, la deriva en la fabricación de chips necesarios para el avance tecnológico  y la falta de capacidad  para ser competitivos en la industria de la tecnificación y la innovación, han terminado por hacer saltar las alarmas y plantear una relocalización apresurada. Se habla ahora de un renacimiento industrial europeo, pero en el camino se han perdido cientos de miles de puestos de trabajo y un potencial industrial de enorme calado.

Además de mostrarnos al desnudo cómo la globalización, y la consiguiente deslocalización de la industria europea, había sumido al continente en una enorme debilidad para afrontar una crisis sanitaria de envergadura, la pandemia de la COVID-19 dejó patente, igualmente, la enorme fragilidad a la que está sometido el sistema de protección social y de la sanidad pública europea. Esta fragilidad es fruto de los embates salvajes de Davos y de la implantación del modelo neoliberal que emergió en los años 80 para poner fin al pacto del Bienestar Social surgido tras la Segunda Guerra Mundial.

El informe “El medio ambiente en Europa: Estado y perspectivas 2020”, elaborado por la Agencia Europea del Medio Ambiente, acaba de advertir con rotundidad que este continente no alcanzará los objetivos previstos para 2030 y hace una llamada urgente a políticas más decididas para frenar el cambio climático. Otra vez Europa con el pie cambiado. Muchos programas, declaraciones rimbombantes y  algunos recursos financieros, pero las graves sequías, las inundaciones, los daños a la salud de la población, los incendios forestales y el aumento del nivel  mar que amenaza los ecosistemas costeros siguen en aumento sin que los programas realizados o los proyectos en marcha consigan atajar los efectos del cambio climático sobre la economía, la biodiversidad, las personas y el territorio. El ejemplo más claro quizás sea el de la continuidad de la dependencia de los combustibles fósiles y la escasa penetración de las renovables.

La autosuficiencia energética europea ha estado  todo el tiempo en manos de países terceros inestables, inseguros y vulneradores de los derechos humanos, pero también de poderosos lobbies empresariales sin escrúpulos que han antepuesto siempre, todo el tiempo, y de la mano de los principales partidos políticos europeos, convenientemente untados, la maximización de sus ganancias frente a la importante responsabilidad social que les corresponde y frente a la seguridad energética que se les exige. Todo ello tras la privatización de un sector crucial para la supervivencia de los estados.  Solo un ejemplo clave, porque las puertas giratorias son infinitas: el ex canciller alemán Schröder se convirtió en el “lobista” principal de los intereses gasistas rusos en Alemania y Europa en los últimos años  y solo ahora se le ha sancionado por el Gobierno alemán.

La dependencia energética de la UE del exterior ha ido aumentando en los últimos años. Hoy día el 57,5% de la energía que consumen sus países proviene del exterior. Europa importa el 96% del petróleo que consume y casi el 80% del gas, porque Noruega aporta un 20%. Rusia ha suministrado hasta el momento un 41% anual. Tras el corte del suministro ruso, las miradas del Gobierno europeo se dirigen a EEUU para importar el altamente contaminante gas licuado de esquisto. Pero no es la solución y por eso ahora las prisas para construir gasoductos desde España hacia Italia y Francia, a lo que se opone Macron, alegando, con razón, que eso no hará sino frenar las inversiones en renovables.

Con respecto a la gestión interna, son los lobbies energéticos, que gestionan en su mayor parte empresas que antes eran públicas y que fueron privatizadas en muchos casos de forma fraudulenta – es el caso de Endesa en España- los que marcan las políticas energéticas. El empecinamiento en mantener el mercado marginalista que encarece brutalmente la energía al consumidor y que les proporciona miles de millones de beneficios “caídos del cielo” y la presión hasta conseguir que la taxonomía  considere como verdes a las nucleares y al gas, son dos de los ejemplos más palmarios del poder de los trust de la energía sobre los responsables políticos europeos.

Y para acallar a la opinión pública, mientras se proponen cortes de suministro y racionamientos (debió ser siempre ahorro y eficiencia en el consumo), las autoridades europeas solo parchean la situación poniendo topes al gas y las renovables, reduciendo los precios (así lo tuvieron que hacer siempre) o limitando los beneficios de las compañías fósiles, gravando un 33% sus beneficios extraordinarios cuando hasta hace unos días nos aseguraban que eso era imposible. Y todo esto sin atreverse a acabar con el mercado marginalista. Parcheos cobardes, solo parcheos cobardes.

Ahora, como suelen hacer casi siempre desde hace décadas, nos vuelven a anunciar una apuesta decidida por la inversión en renovables. Lo han dicho en muchas ocasiones y siempre ha quedado en nada. Lo cierto es que la transición energética europea ha sido un auténtico fiasco.

Ante tanto fracaso solo me cabe preguntar si esta UE, casi siempre en manos de los conservadores, será capaz de dar un giro de timón ante tanta política errática y buscar alternativas para sus hombres y mujeres en unos tiempos muy difíciles y  con los totalitarismos, que aparecen siempre con las turbulencias, al acecho de la democracia.

PD. Esta reflexión que les acabo de trasladar me reafirma en la convicción de que tenemos que seguir avanzando en Gran Canaria en un modelo de ecoísla que apueste por las soberanías energética y alimentaria, nos garantice la seguridad hídrica y avance en un modelo de diversificación económica ligado a las economías verde, azul y circular, la innovación, la digitalización, la mitigación y la adaptación al cambio climático, la reforestación, el transporte público sostenible, los derechos sociales y los cuidados, la igualdad… No hay otro camino.

Cambio climático y salud

El pasado 15 de julio el Colegio Oficial de Médicos de Las Palmas organizó un Congreso sobre la incidencia del calentamiento global en la salud, con la participación de distintos expertos y representantes institucionales y en el marco de la Alianza Médica Contra el Cambio Climático. Una extraordinaria iniciativa. Es absolutamente imprescindible la implicación de la sociedad civil para afrontar uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia: luchar, mitigar y adaptarse al cambio climático.

Nos encontramos en un momento decisivo. En menos de un año el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC) ha emitido tres informes extraordinariamente preocupantes sobre el cambio climático y sus consecuencias para el planeta. En el informe hecho público en los primeros días del mes de abril de este año, los expertos de Naciones Unidas nos trasladan con firmeza que las emisiones deben tocar techo antes de 2025 y luego caer drásticamente para evitar la catástrofe climática. Al presentar la memoria anual de esta organización, António Guterres, Secretario General de la ONU,  es tajante a la hora de sintetizar el documento presentado: “Es hora de que dejemos de quemar nuestro planeta porque ha comenzado la cuenta atrás y nos encaminamos hacia una catástrofe”. Los incendios, las olas de calor o las inundaciones que hemos padecido en este mes de agosto confirman los pronósticos.

Todas las fórmulas posibles pasan por eliminar gran parte de los combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón de la generación de energía. La comunidad científica afirma que “todos los modelos incluyen pasar de esos combustibles a fuentes renovables” y hace especial hincapié en que el coste por megavatio de la energía solar ha caído un 85% y el de la eólica un 55%, desde 2010. La Agencia Internacional de la Energía plantea que al menos dos tercios de los combustibles fósiles deben permanecer sin extraer. Según Hoesung Lee, responsable del Panel internacional que he mencionado, nos encontramos en una encrucijada: “De las decisiones que tomemos ahora depende conseguir un futuro vivible”. Para Jim Skea, codirector de la investigación, “es ahora o nunca” cuando se deben precipitar las decisiones. Para la OCDE estamos ante la disyuntiva de “o fósiles bloqueados o planeta bloqueado”

A pesar de las ingentes cantidades empleadas por el capitalismo más salvaje para negar la evidencia y a pesar de los negacionistas ligados a sectores conservadores o ultraconservadores,  son cada vez menos los que hoy niegan que este planeta está realmente enfermo y  que hay que precipitar la búsqueda de soluciones. Cada tonelada de carbono añadida está empeorando la situación. La temperatura en la Tierra podría aumentar cuatro grados situando en riesgo la vida en el planeta tal y como la conocemos y poniendo en riesgo a la humanidad.

Las energías renovables y la eficiencia y el ahorro energéticos son vectores estratégicos para hacer frente a la crisis climática mundial. Dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta están ligadas a la quema de combustibles fósiles. En Europa los procesos energéticos convencionales producen un 78% de las emisiones totales.  Según un estudio de Greenpeace y el CREA, la contaminación por petróleo, carbón y gas causan 4,5 millones de muertes al año (40.000 son de niños menores de cinco años) y supone una pérdida de 8.000 millones de dólares al día.

El cambio climático es, según la ONU, la mayor amenaza sanitaria mundial. Según el informe GEO, alrededor del 25% de las muertes y las enfermedades mundiales se deben a las condiciones ambientales. La contaminación ambiental causa anualmente 800.000 muertes prematuras en Europa. En el planeta el número de muertes por polución es de 8,8 millones. Es la causa de uno de cada cinco fallecimientos en el mundo. Otros estudios apuntan que el 15% de los fallecimientos en el mundo se debe a causas climáticas. La contaminación y el calentamiento global son los causantes principales del avance en la Tierra de la desertificación, la sequía y la escasez de agua, la destrucción de hábitats, el deshielo de los polos, la polución del aire, los tifones y huracanes violentos en lugares inusuales, la aparición de epidemias y pandemias, la destrucción de ecosistemas marinos, la extinción de especies…

El Atlas de Mortalidad y Pérdidas Económicas, elaborado por la Organización Meteorológica Mundial, afirma que entre los diez peores desastres del último medio siglo, las sequías han provocado 650.000 muertes, las tormentas, más de 577.000 y las inundaciones, más de 58.000.  Según la revista Nature, el incremento de la mortalidad es evidente en todos los continentes. Solo en Europa los desastres climáticos registrados entre 1970 y 2019 han producido unas pérdidas de 400.000 millones de euros. El Índice Planeta Vivo nos dice que la población del mundo de peces, aves, anfibios, mamíferos y reptiles disminuyó en un 58% entre 1970 y 2012.  Según la OCDE, en 2050 se reducirá un 10% en Asia, Europa y Sudáfrica.

Y todo está profundamente interrelacionado. Solo un ejemplo: si las abejas desaparecieran de nuestro planeta, la mitad de las especies de plantas y el 75% de los productos que consumen los humanos (incluida la carne) desaparecerían.

Esta situación es especialmente grave contemplada desde Canarias, ya que somos uno de los territorios que más y con mayor intensidad está sufriendo y va a sufrir los efectos del cambio climático. El estudio del IPPC deja muy claro, también, que la incidencia del cambio climático en territorios insulares como el nuestro será aún mayor. Y los efectos empiezan a ser notables. Llevo insistiendo en ello desde hace muchos años y en la necesidad de combatirlo.

Y se pueden conseguir avances extraordinarios: en tres décadas, la capa de ozono se ha recuperado, evitando que se precipite la catástrofe del calentamiento global. Pero la realidad es la que es. En la lucha contra el cambio climático no se está avanzando de la misma manera, no se está avanzado prácticamente nada. Es más, se están dando pasos atrás preocupantes como la aprobación de la taxonomía europea que declara como verdes al gas y las nucleares poniendo en riesgo las inversiones reales en renovables porque las inversiones se derivarán para garantizar el suministro de gas. Es lo que está haciendo ahora la UE con los proyectos de gasoductos para unir España con Francia y con Italia para el envío de gas. Y es fruto de no haberse hecho bien la transición energética y seguir dependiendo, por tanto, de países como Rusia u otros lugares inestables y poco respetuosos con los derechos humanos.  También de las presiones de los grandes lobbies ligados al petróleo, el carbón y el gas. Realmente hoy estamos viviendo una auténtica guerra civil global, no solo entre democracias y autoritarismos sino entre fósiles y renovables.

Mientras, en este archipiélago anclado en medio del Atlántico, los alisios se desvían hacia el este lo que puede hacer variar sustancialmente nuestro clima y el aumento del nivel del mar y la pérdida de metros en las playas se hacen cada día más visibles. Un reciente estudio apunta que desaparecerán 147 playas en nuestras islas en este siglo. Igualmente están aumentando los periodos de sequías ( nuestras presas están casi todas vacías) y los momentos de precipitaciones intensas; el océano se calienta y en algunas épocas del año se están acercando hasta nosotros huracanes y tormentas tropicales; nuestro mar se acidifica lo que provocará la desaparición de especies y la  alteración por completo del ecosistema; nos enfrentamos a la aparición de nuevas enfermedades tropicales, muchas de origen zoonótico, consecuencia en ocasiones de la entrada de nuevas especies en nuestros ecosistemas. Ha estado merodeando el mosquito de la malaria en diferentes islas en los dos últimos años; las calimas, cada vez más frecuentes y persistentes, empeoran gravemente las afecciones respiratorias y el aumento de la temperatura es letal para personas con cuadros de hipertensión, obesidad o problemas cardiacos; el avance de la desertización afecta a un 80% de Gran Canaria; los riesgos de incendios de sexta generación son cada vez mayores; los fenómenos costeros adversos serán cada vez más frecuentes…

Todos estos efectos tienen un impacto muy grave sobre la salud física y psíquica de las personas que vivimos en estas islas. Pero también está en juego nuestra seguridad. El aumento exponencial del riesgo de incendios forestales, cada vez más graves e incontrolables, las lluvias torrenciales, inundaciones y escorrentías, el aumento del nivel del mar con su consiguiente afección a las infraestructuras costeras… son todos factores que suponen un riesgo altísimo para la seguridad, la salud e incluso la vida de los hombres y mujeres de esta tierra.

Por ese motivo, porque estamos hablando de un peligro real, concreto e inminente para el progreso y el bienestar de la población de Gran Canaria, ha sido fundamental para el gobierno insular, desde 2015, establecer, como prioridad estratégica, políticas de lucha para prevenir y atenuar los efectos del cambio climático. Ese objetivo coincide con nuestra pretensión de avanzar progresivamente, pero sin atajos, hacia la plena descarbonización a través de la triple conquista de la soberanía energética, hídrica y alimentaria.

Es más, en octubre del pasado año presentamos la Estrategia Insular de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático e Impulso de una Economía Baja en Carbono en Gran Canaria, lo que convierte al Cabildo en la primera, y por el momento única institución de Canarias, que cuenta con un plan de este tipo. Gran Canaria tiene un plan. Una estrategia que plantea hasta 39 soluciones concretas adaptadas al territorio, cuantificadas económicamente y con una programación clara de aquí a 2030. También el Consejo Insular de la Energía lidera igualmente el proyecto Interreg Mac-Clima en el que se realizan estudios para desarrollar políticas de adaptación al cambio climático en el ámbito de la Macaronesia. Todos los ayuntamientos de la isla disponen de un Plan de Acción para el Clima y la Energía Sostenible en el marco de la iniciativa europea del Pacto de las Alcaldías. Cada Plan de Acción lleva incorporado un análisis de riesgos y vulnerabilidades frente al cambio climático.

Estas iniciativas y numerosas actuaciones transversales con el conjunto de las áreas de gobierno –dentro del marco de la Ecoísla- es lo que ha hecho posible que la UE haya seleccionado al Cabildo de Gran Canaria para formar parte del grupo de regiones que liderarán la resiliencia al clima y la adaptación al cambio climático para 2030, dentro de la Misión Europea de Adaptación al Cambio Climático  y que se nos haya invitado a la Conferencia Internacional de la Alianza Climática. Es un reto extraordinario el que asumimos. No daremos ni un paso atrás.