Portada Antonio Morales


Manuel Alemán y la psicología del pueblo canario

Hace quince días presentamos en el patio del Cabildo de Gran Canaria la reedición del libro “Psicología del Hombre Canario”, del profesor, investigador, sacerdote y humanista grancanario Manuel Alemán Álamo. La mejor prueba de la oportunidad de la nueva publicación y de la vigencia de su pensamiento fue la respuesta ciudadana que obtuvo la convocatoria.  El lleno de  la sala  reveló la emoción y la complicidad que la iniciativa concitaba.

Desde que tomamos la decisión de colaborar con el Instituto Psicosocial Manuel Alemán para facilitar la nueva publicación, hay dos cuestiones básicas que nos decidieron a apoyarlo decididamente. Sobre esas claves quiero reflexionar y compartirlas con ustedes en el artículo de esta semana.

En primer lugar, creo que debemos preguntarnos por la actualidad y la utilidad del pensamiento de Manuel Alemán en estos momentos tan convulsos, a pesar de que han pasado 40 años desde su primera publicación y 30 años de su fallecimiento. Y en segundo lugar, entiendo que es necesario el debate sobre si hemos actualizado y complementado suficientemente la gran contribución del profesor, con las nuevas miradas de la Psicología social, la Sociología, la Antropología cultural, la Historia, la Política, la Lingüística o la Etnografía, entre otras ciencias.

La gran aportación de Manuel Alemán fue justificar y confirmar que el pueblo canario tiene una cultura singular, que conformamos una sociedad con caracteres propios que nacen de nuestra geografía, de nuestra historia y de nuestra cultura diferenciada. Sostiene que la forma de ser isleña que nos define encierra enormes riquezas y algunas debilidades que tienen orígenes psicosociales y sociopolíticos reconocibles y que se pueden transformar.

Las posibilidades de análisis de la obra central de Manuel Alemán y de sus intervenciones públicas posteriores son inmensas y no se pueden concentrar en la extensión de un artículo, ojalá reconstruyamos pronto un espacio de debate y creación donde poder continuar un legado decisivo para el autogobierno de nuestro pueblo. Pero más allá de esta posibilidad sí es posible seleccionar aquellas ideas que me parecen más sugestivas y que están preñadas de futuro y de energía transformadora.

De su formación como psicólogo y de su experiencia educadora extrajo la formación psicoanalítica suficiente como para definirnos como sociedad sin padre. Esa quiebra y carencia  afectiva tuvo efectos en nuestra peculiar forma de afrontar las dificultades y en esa especie de melancolía que inunda gran parte de nuestra forma de encarar los retos o las dificultades de la vida, tanto a nivel colectivo como individual.

Esta ausencia la conecta el intelectual de Agaete con la experiencia de expropiación que gran parte de nuestra gente interioriza por la forma brutal en que han sido despojados tras la conquista de su cultura, sus tierras, sus costumbres y sus valores. Las nuevas situaciones sociales, económicas y políticas que se vivieron en los siglos posteriores supusieron una experiencia de exclusión y de subordinación que conformó la forma de pensar, sentir y relacionarse de las personas de nuestra tierra. En definitiva, imprimió una psicología al hombre y a la mujer canaria. Muchas de estas consecuencias perviven entre nosotros aún hoy y nos condicionan en las conductas colectivas.

La población de Canarias ha sabido recrear, reelaborar y fusionar todas las influencias recibidas a lo largo de la historia para construir una cultura propia que nos identifica y cuyo contenido llamamos canariedad. Esa peculiar forma de hablar, de sentir emociones y sentimientos que nos aúnan, de relacionarnos con la tierra y el mar que nos abrazan,  de expresarnos en la literatura de Viera y Clavijo o Agustín Millares o de vibrar con nuestro folklore son señas de esa identidad que Manuel Alemán realza.

Esa historia de siglos nos hizo contradictorios. La dureza de las condiciones de vida, la imposición de los poderes foráneos, la exclusión de los puestos de dirección o gobierno, la falta de oportunidades para la promoción personal o cultural generaron a la vez reacciones de frustración y resignación pero también personalidades resistentes y emprendedoras que se sobrepusieron a las durísimas condiciones de vida.

Nuestro pueblo, nuestros mayores, sin embargo, no cayeron en el fatalismo y la desintegración. La experiencia de comunión con la naturaleza, con el medio natural que nos acoge y que se percibe como excepcional y sagrado marca una impronta que mantenemos hasta hoy. Las expresiones de alegría y celebración que estamos viviendo tras la declaración por la Unesco de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio de la Humanidad tiene que ver con esta forma de identificación con nuestro territorio que afortunadamente pervive.

Este conjunto de influencias, de experiencias y de capital cultural nos aglutina y nos conforma como pueblo. Pero Manuel Alemán descubre y nos interpela cuando afirma que  tenemos una “conciencia neblinada” de esta identidad y de sus orígenes. Es lo que nos ocurre cuando atravesamos la carretera bajando a Tejeda y la niebla no nos deja ver el Nublo, aunque estemos seguros de que está detrás de esa bruma. Esa conciencia oscurecida nos impide, o al menos nos dificulta, estar seguros, confiados y orgullosos de una riqueza que nos hace únicos y capaces de compartirla con el mundo como un gran valor.

Para avanzar en las duras condiciones económicas y sociales del momento me parece muy importante sacar enseñanzas y proyectar la luz que Manuel Alemán encendió hace cuatro décadas y que nos sigue siendo de enorme utilidad. Ni quiero ni puedo agotar todas las consecuencias que se pueden extraer. Ya decía que debemos ser capaces de generar un debate colectivo para continuar y actualizar la gran aportación que nos legó el gran humanista. Pero hay algunas conclusiones que me parecen evidentes y que trato de sintetizar.

La historia nos ha enseñado que las grandes soluciones a nuestros problemas nunca vienen de fuera. Pretendieron crear en nosotros un sentimiento de minusvaloración que afortunadamente muchas veces sorteamos  y nos impulsó a tomar grandes decisiones que afianzan nuestra confianza colectiva y que definen una singularidad sentida y defendida: me refiero a la defensa del fuero económico, social y político que reivindicamos desde la conquista, pasando por los puertos francos, la creación de los Cabildos, el REF, el Estatuto de Autonomía o la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Hoy estamos siendo pioneros en la lucha contra el cambio climático y avanzamos hacia la ecoisla. Debemos conjuntar nuestros esfuerzos para aprovechar las enormes posibilidades que nuestra tierra nos ofrece para esa transición urgente.

Frente al mensaje de la globalización, generadora de una dependencia brutal  de las grandes potencias mundiales y causa directa del incremento de las desigualdades poniéndonos además contra las cuerdas ante la pandemia y  las crisis energética  y alimentaria provocadas por la guerra de Rusia contra Ucrania, aparece cada vez más clara la necesidad de defender conceptos integrales como los de las soberanías energética y alimentaria, seguridad hídrica, desarrollo tecnológico…

Como escribió Carlos Fuentes, no hay globalidad que valga sin localidad que sirva. Nos lo decía Manuel Alemán cada día. Es lo que hemos propugnado siempre. Las mayores cotas de autogobierno para defender la justicia social y la igualdad, la ruptura de la dependencia del exterior para alimentarnos, generar energía, diversificar nuestra economía y defender nuestras singularidades sin imposiciones. No renunciemos nunca a nuestras capacidades para conseguir aquello que anhelamos.

Nuestro carácter isleño y la canariedad que impregna nuestra cultura, aportan energía para resolver las situaciones que la lejanía y la insularidad determinan en forma de desigualdades y frenos a nuestro desarrollo social y económico. Esa cultura adaptada a nuestra realidad, dialoga y se abre al mundo, pero conservando nuestra idiosincrasia y la mirada atlántica e insular que protagonizaron Tomás Morales, Pedro Lezcano o Manolo Padorno en la literatura o Néstor Martín, Manolo Millares o Antonio Padrón en la plástica. La cultura es con nuestra naturaleza, la gran riqueza que Manuel Alemán nos anima a recrear y difundir permanentemente.

Y su obra no se puede entender sin la reclamación de una educación liberadora, generalizada e igualitaria. Antes que nada, nuestro autor fue un educador excelente y sabía en carne propia que la libertad, en su expresión más amplia, solo podía venir de una educación que abriera las ventanas, ahuyentara las nieblas y aportara luz sobre una historia que debía conocerse para pasar a ser un pueblo protagonista y no subordinado.

En buena hora hemos podido reeditar el libro de Manuel Alemán para extender su conocimiento a nuevas generaciones y mantener vivo un debate decisivo para el desarrollo democrático y autocentrado de Canarias. Los animo a releerlo o a sumergirse en sus páginas por primera vez. Es la mejor manera de no permanecer indiferentes ante lo que nos está pasando.

Un pacto de rentas

A pesar de los buenos datos de empleo, los mejores desde 2008, y de que en Canarias la recuperación del turismo está alcanzando cifras mejores que las anteriores a la pandemia, existe bastante incertidumbre y pesimismo sobre las previsiones económicas. Esto ocurre, básicamente, como consecuencia de la inflación que en junio alcanzó un 10,2%, la cifra más alta desde 1985. Esta subida generalizada de los precios tiene dos causas fundamentales: los problemas de suministro globales – producto del aumento brusco de la demanda tras el parón de la pandemia- y la invasión de Rusia en Ucrania, que ha generado un alza de precios de carburantes, cereales y otras materias primas fundamentales.

En principio son causas puntuales que no deberían provocar que la inflación se instalara permanentemente entre nosotros. Ahora bien, la persistencia de la situación en Ucrania así como la respuesta de Rusia frente a las sanciones, pueden provocar que la subida generalizada  de los precios se vuelva permanente, y para evitar esto se está empezando a hablar de un pacto de rentas.

La inflación es un problema económico muy grave. Perjudica más a quienes menos tienen, y más en este caso en el que está subiendo el precio de suministros de los que no se puede prescindir (electricidad, gas) o cuya reducción es casi imposible (alimentos básicos como el pan o el aceite, productos frescos, etc.). Esto hace que las personas con menos recursos puedan comprar menos con el dinero  del que disponen. Igualmente penaliza el ahorro, especialmente el de los pequeños ahorradores, reduciendo el valor del dinero que tienen guardado. La lista de efectos económicos adversos es muy larga.

Si en la actual situación subimos todo (sueldos, pensiones, beneficios empresariales,etc.) al nivel que marca la inflación (10% en estos momentos), generaremos un círculo vicioso o un efecto “bola de nieve” que hará que la inflación sea cada vez mayor hasta que se vuelva incontrolable. Por este motivo se habla de un “pacto de rentas”, es decir, que los costes de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, se repartan de manera equitativa entre los agentes económicos, manteniéndose los empleos y moderándose la subida de los salarios que tendrán que incrementarse ligeramente y también atemperándose el incremento de los precios y, por tanto, los márgenes de ganancia de las empresas.

La mejor manera de llevar a cabo el pacto de rentas es a través de un gran acuerdo a varios años vista, en el que todos los agentes se comprometan a repartir de manera equitativa los costes. Ahora bien, para la realización de ese pacto de rentas hay que partir de la realidad de que España es uno de los países más desiguales de Europa y Canarias una de las comunidades con más pobreza y desigualdad de toda España.

Según el Índice de Gini, un indicador del nivel de equidad en la distribución de la renta de los países, España es el quinto país más desigual de toda la UE, solo superado por Rumanía, Letonia, Lituania y Bulgaria. Según un estudio del Observatorio Social de La Caixa, España fue el territorio de la UE donde más cayeron las rentas del 10% más pobre respecto al 10% más rico durante la crisis de 2008.

En este contexto, Canarias se sitúa como la segunda comunidad con más desigualdad de España. Según el Informe de la Fundación FOESSA de Cáritas Española, la exclusión se ha ensanchado en las islas como consecuencia fundamentalmente de la pandemia, provocando que el 29,1% de los habitantes de la comunidad autónoma, algo más de 630.000 personas, se encuentren en una situación de “desventaja importante”. Asimismo durante la pandemia Canarias fue, junto con Baleares, la comunidad en la que más creció la desigualdad salarial.

Por todos estos motivos el pacto de rentas no puede convertirse en una excusa para volver a aumentar la desigualdad. Esta misma semana la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz, citando datos de un informe de Comisiones Obreras, explicaba que el 83% del incremento de los precios se debe al aumento de los beneficios empresariales, de más de 65.000 millones este año, mientras que los salarios prácticamente no crecen, tan solo un 1,33%.

Además, cuando hablamos de beneficios empresariales no lo hacemos sobre los de las pequeñas y medianas empresas en las que solemos hacer nuestras compras cotidianas (fruterías, cafeterías, ferreterías, pequeñas empresas de servicios…) sino de grandes corporaciones, en especial las grandes empresas eléctricas y la banca que se pueden  beneficiar de la subida de tipos de interés.

En el debate del Estado de la Nación de esta misma semana el presidente Pedro Sánchez anunciaba impuestos extraordinarios tanto para la banca como para los llamados “beneficios caídos del cielo” de las compañías eléctricas. Es un buen primer paso para buscar una salida equitativa a la actual situación y no repetir los errores de la crisis de 2008, que disparó la desigualdad.

Para evitar tanto una espiral inflacionista como un aumento de la ya de por sí elevadísima desigualdad, las grandes corporaciones (alguna de las cuales se benefician de la actual situación) tienen que limitar sus márgenes de beneficios empresariales, se tiene que producir un aumento de los salarios, en especial de  los más bajos y se debe afrontar una reforma fiscal que haga nuestro sistema más progresivo y nuestro Estado del Bienestar más eficiente.

La recuperación del turismo en Canarias también tiene que traducirse en un aumento del empleo y en una mejora de los salarios. No es solo una cuestión de justicia social, sino una condición indispensble para la prosperidad y el desarrollo sostenible. La desigualdad es un problema que lastra a la propia democracia y que se encuentra incluso en la base de la polarización política y el auge del populismo de extrema derecha.

Tres años de Patrimonio Mundial

El pasado sábado 2 de julio celebramos en Artenara  un encuentro popular con motivo del tercer aniversario de la declaración de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Era una asignatura pendiente el encontrarnos en la cumbre de Gran Canaria para celebrar una de las conquistas más importantes de su historia. 

Sin duda es uno de los logros más relevantes de esta isla haber conseguido que la comunidad internacional reconociera los extraordinarios valores de estas montañas y que hoy estén en el mismo nivel que las pirámides de Egipto, la isla de Pascua, Altamira, Atapuerca, Machu Pichu, las mejores catedrales y los mejores conjuntos históricos del planeta. 

Y ese extraordinario logro ha sido gracias a la gente que habita ese territorio y a sus antepasados, a quienes desde tiempo inmemorial horadaron la roca para vivir, construyeron graneros en lugares inaccesibles, enterraron a sus muertos para hacerlos inmortales en los lugares más escarpados de esta sierra, sacaron frutos en las laderas más empinadas. Y en los fondos de barrancos aprovecharon el agua con ingeniosos sistemas de captación, canalización y almacenamiento como esos impresionantes albercones que descubrimos en este paisaje, organizaron sus vueltas de ganado para tener un exquisito y sufrido recurso siglo a siglo, mantuvieron el viejo oficio de convertir el barro en útiles recipientes con la simple tecnología de sus manos.

Pero no sólo hicieron estos espectaculares poblados, esas encaramadas veredas, sino que crearon entre esas montañas, el mundo de sus creencias. Y en muchas de ellas sentimos aún  sus ritos, cantos y plegarias que como un eco corren por los barrancos hasta las tierras bajas y se elevan hasta el cielo, en almogarenes y santuarios: en el Bentayga, Acusa, Risco Chapí o Risco Caído, donde el preciso conocimiento del cielo y del movimiento de los astros organizaba su tiempo, el de la siembra, el de los partos y el de la oración. Pero  lo más grande, lo más que asombró al mundo, es que siguen vivas aún muchas de esas cosas que formaron parte de la existencia diaria de sus antepasados. 

No quedó el habla pero sí su lengua en muchos de los nombres de estos lugares, en plantas, costumbres, animales y creencias. Quedaron esas rutas que el ganado y los pastores han seguido hasta ahora, quedó el oficio de excavar cuevas para vivir y quedaron cientos de familias que viven o usan sus cuevas hoy, quedó la mano de Mari que ha de multiplicarse en otras manos, quedaron las señas del tiempo como nos contaba Juan Cubas… 

 Quedaron profundas y escondidas creencias hasta hace poco como las de Zaragocita, quedó el oficio de hacer un buen gofio, como el de Marquitos en la Culata. Y quedó el convencimiento de que todo esto vale la pena conservarlo y sobre todo que es necesario impulsar nuevos proyectos para empujar a la gente joven, como los que proponía, con un enorme ímpetu, Miguel Medina, tristemente fallecido y que forma parte ya de la memoria de estas Montañas Sagradas… 

Quiero recordar a tanta gente que ha hecho posible este logro, como a Pedro Melián que se atrevió a traspasar esa joya de la cultura que era su pajero al Cabildo para cautivar al mundo, prolongarla e investigarla. A Juan Cubas por entregarnos como un tesoro la Cueva de la Paja, a Bonifacio, a Leonardo y a tanta gente que cortocircuitaron su herencia para entregársela a este pueblo.

La declaración de Patrimonio Mundial es fundamentalmente un compromiso adquirido. En primer lugar del Cabildo, como institución responsable de su gestión y de su buen andar, también de los ayuntamientos, que siempre han estado en primera línea apoyando la actuación, con una constante ayuda para sacar adelante actuaciones y promover la difusión de estos valores y, desde luego, de la sociedad en su conjunto.. 

Es de destacar el compromiso de emprendedores y emprendedoras, como la asociación EDARTE, por generar riqueza en estas cumbres, de movimientos vecinales, como los de Juncalillo, el Tablado y La Poza que han mancomunado sus esfuerzo o de colectivos y asociaciones culturales, ambientales, deportivas, religiosas y educativas que aportan su inestimable granito de arena de barranco a este proyecto.

Y en este sentido, quisiera detenerme en un hecho clave para garantizar el futuro de este paisaje cultural: sin las personas esta riqueza no tiene futuro. Podemos quedarnos con la postal del paisaje pero habremos perdido el alma, la fuerza de esta cultura. Si apenas quedan 11 niños y niñas en el colegio de Artenara, una tarea de primer orden ahora es hacer que crezca la población y que se pueblen estas tierras. 

Y para ello estamos haciendo esfuerzos desde el Cabildo de Gran Canaria.  En estos  tres últimos años hemos invertido  unos 12 millones de euros para  el Patrimonio Mundial. Sólo en Risco Caído, para sostener las cuevas principales, recuperarlas y restaurarlas – como la Cueva de la Paja – investigarlas o monitorizarlas, se ha invertido un millón ciento sesenta mil euros, a lo que habrá que sumar el proyecto en marcha de recuperación paisajística de todo el entorno de Risco Caído de aproximadamente un millón cuatrocientos mil euros. La extraordinaria réplica que hay en el Centro de Artenara  y que alivia la presión sobre el yacimiento original, tuvo una inversión de unos 350.000  euros, realizado por una de las mejoras empresas del planeta en este tipo de trabajos. 

En Tejeda hemos invertido más de 425.000 euros en la mejora del barrio de Cuevas del Rey, unos 300.000 euros en la modernización y mejora del Centro del Bentayga y unos 480.000 euros en el acondicionamiento del Centro de Gestión de Tejeda, además de otros proyectos en marcha como la recuperación de Degollada Becerra para nuevo Centro de Interpretación y usos multifuncionales, previsto en unos 500.000 euros, o el proyecto de rehabilitación de la antigua escuela de Barranco Hondo en el municipio de Gáldar, por  236.000 euros. 

Distintas acciones desarrolladas por otras áreas complementan este paquete de acciones directas en este Paisaje Cultural. La Cumbre Vive, dotado con mas de 8 millones de euros, complementa estas actuaciones con propuestas ligadas al desarrollo comercial, sector primario, aguas, carreteras, turismo, ocio, infraestructuras y equipamientos básicos, depuradoras naturales…

Además, a partir del próximo año queremos que una parte del equipo del Instituto que hemos creado para la gestión integrada del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera  esté de manera permanente en el territorio, en el Centro de Gestión de Tejeda y también en los distintos Centros de Interpretación. No queremos ni debemos gestionar este espacio desde lejos, sino estar cerca de las personas que lo habitan y  poner a disposición de la cumbre los recursos materiales, técnicos y humanos necesarios.

Tal y como dije al inicio del artículo era una asignatura pendiente compartir con los habitantes del territorio este logro de manera presencial, con los abrazos, con el reencuentro con la música y la alegría, con la juventud, tal y como finalmente hemos podido hacer. Este Cabildo y las personas que trabajan en este proyecto, que incluye a la Reserva de la Biosfera, están comprometidas con el Paisaje Cultural, con el proyecto y con la población y seguiremos trabajando como  hasta ahora para seguir haciendo posible esto que un día fue un sueño y hoy es una realidad.

La ola conservadora que nos viene

Es evidente que las elecciones andaluzas, por la inesperada contundencia de la victoria del Partido Popular que consiguió una mayoría holgada,  tienen una importante trascendencia más allá de Andalucía. Aunque no se deban extrapolar los resultados al conjunto de España (el PSOE andaluz lleva casi tres lustros perdiendo apoyo electoral y acusando el desgaste de tantos años de gobierno), el resultado sí apunta algunas claves que deben hacer reflexionar al conjunto de las fuerzas progresistas y más específicamente a las fuerzas nacionalistas canarias.

Parece claro que, para obtener una mayoría absoluta tan holgada, el PP tuvo que quedarse con todo el espacio político que dejó Ciudadanos (que en Andalucía era muy amplio), frenar la fuga de votos hacia Vox y  también obtener trasvase de votos desde el PSOE. Ya empiezan a llegar algunos datos y estudios postelectorales que vienen a demostrar dos cosas: que la abstención fue mucho mayor en el 10% de los barrios más pobres (donde apenas votó el 42% del electorado) y que, además, muchos barrios tradicionalmente de izquierdas se derechizaron.

Más allá de las lecturas estrictamente andaluzas, todas las encuestas parecen demostrar que el ciclo de cambio político que se inició en las elecciones de 2015, y se prolongó con altibajos en 2019, se está cerrando y que corremos el serio riesgo de que lo haga en clave conservadora o incluso reaccionaria. El electorado progresista está muy desmovilizado e incluso una parte (pequeña pero decisiva) está siendo seducida por la propuesta de “orden y seguridad” que vende Feijóo.

¿Qué está pasando para que una parte del electorado que en las últimas elecciones apostó por propuestas de cambio y democratización ahora vote en sentido contrario, o incluso no vote a pesar de la amenaza real de que se pueda conformar el gobierno más reaccionario de la democracia en España? ¿Qué podemos hacer desde el campo progresista?

En primer lugar, no podemos obviar que estamos ante uno de los momentos de mayor incertidumbre de la historia reciente. La concatenación de crisis (la gran recesión de 2008-2010, la pandemia y actualmente la crisis de suministros e inflación derivada de la postpandemia y la Guerra de Ucrania) ha provocado un encarecimiento de la vida casi inédito y un empeoramiento objetivo tanto de las condiciones de vida como de las perspectivas de futuro. En estos escenarios el electorado suele decidirse por aquellas opciones capaces de vender más estabilidad y certezas. Normalmente suelen ser las que están en el gobierno (así ha sido en Galicia, Castilla y León, Madrid o Andalucía) pero puede que no sea el caso de un Gobierno de España que genera mucho ruido por el enfrentamiento constante entre los socios y que tiene dificultades para vender su gestión, excesivamente timorata en lo social y con demasiados volantazos, cuando no comportándose como la derecha. Si a esto se le añade una oposición sin escrúpulos ganando la calle y una presión mediática/empresarial sin precedentes, la decisión del electorado puede variar.

Esta situación, unida al malestar generado por la dureza de las restricciones para controlar la pandemia (necesarias pero que dejaron un alto coste, especialmente en algunos sectores), puede estar generando un doble movimiento: por un lado, desafección de la ciudadanía más progresista y, por otro lado, un voto de castigo a Sánchez.

En este sentido la izquierda ha centrado sus campañas en promover el miedo a la extrema derecha (Vox). Un desacierto que le ha permitido a Feijóo hacer más creíble su propuesta de moderación a pesar de que sabemos que esa supuesta moderación significa recortes y privatizaciones de servicios públicos esenciales, rebajas de impuestos a las rentas altas, recentralización del Estado y desregulación de las relaciones laborales. El mismo modelo neoliberal de siempre.

Aunque la situación en Canarias es algo diferente -los gobiernos progresistas en los diversos niveles parecen gozar de una buena valoración ciudadana, el espacio electoral de VOX y Ciudadanos es bastante reducido, el PP lleva tiempo en crisis y la existencia de partidos nacionalistas e insularistas modifica profundamente las tendencias electorales estatales- sería una miopía política obviar que la correlación de fuerzas en el conjunto del Estado influye directamente en la posibilidad de realizar políticas progresistas en nuestra tierra.

Un Gobierno de España del PP, con mayoría absoluta o apoyado por Vox, sería catastrófico para los intereses de Canarias. Estamos en un momento clave de nuestra historia reciente. Tenemos que adaptarnos a los riesgos que produce el cambio climático y abordar de manera acelerada la transición energética como parte fundamental de la transición ecológica. Los fondos Next Generation, destinados a reparar los daños económicos y sociales inmediatos causados por la pandemia de coronavirus, son la mayor oportunidad en décadas para diversificar nuestra economía, crear empleo estable y de calidad y reducir de manera drástica el paro y la pobreza estructural que sufrimos en las islas.

Un gobierno de derechas pondría en cuestión los pasos que hemos dado hacia el desarrollo sostenible e integrador, amenazaría nuestro autogobierno (que hay que ampliar o mejorar), pondría la gestión de los fondos europeos en manos de los grandes poderes económicos, legislaría a favor de la oligarquía energética (como ya hizo el Ministro Soria con el “impuesto al sol”), nos haría perder los derechos laborales obtenidos con la última reforma o cuestionaría derechos fundamentales de las mujeres (como el aborto) y de las personas LGTBIQ+.

Frente a esta situación, desde el nacionalismo progresista no podemos mirar hacia otro lado porque cuestiona las bases de nuestro proyecto político. Autogobierno y democracia, transformación sostenible de nuestro modelo productivo, derechos, bienestar social, dependencia y cuidados, igualdad de género, protección del medio ambiente, apoyo a nuestra cultura, economías azul, verde y circular, seguridad hídrica, soberanía alimentaria y energética…

Nuestro proyecto político no debe contribuir de ninguna manera a facilitar una salida conservadora a la compleja situación actual. En estos tiempos de incertidumbre y desafección política tenemos que dar seguridad a los electores a través de nuestra acción política, enviando mensajes claros a nuestro electorado y  desentendernos de la ola reaccionaria que está avanzando tanto en España como a nivel internacional y que, de consolidarse, sin duda sería muy perjudicial para el futuro de Canarias.

El nacionalismo progresista tiene claro un proyecto de cambio y avance social, un proyecto de país para Canarias. Pero no conviene ignorar  que la decisión última está en manos de la ciudadanía. Y a ella me dirijo para sugerirle que reflexione seriamente sobre cuestiones de especial trascendencia: ¿es razonable creer que apoyar o votar a las fuerzas conservadoras o de ultraderecha abrirá la posibilidad de una salida solidaria y equitativa a las crisis que soportamos?, ¿creen de verdad que el PP o VOX  abordarán con seriedad una salida sostenible al cambio climático, defenderán decididamente las energías alternativas, mejorarán los salarios y condiciones de vida de los/as trabajadores/as o protegerán y ampliarán lo derechos de las mujeres y personas LGTBIQ+?, ¿creen en serio que bajar impuestos es la solución a la crisis?, si es así ¿con qué recursos mantendremos nuestro sistema de educación y sanidad públicas?… 

Por ello debemos seguir convenciendo como hasta ahora, con nuestra acción de gobierno apegada a los problemas cotidianos de la población, conectando con la sociedad civil, construyendo lazos comunitarios que refuercen el bien común y los valores democráticos… El reto de las  fuerzas nacionalistas progresistas para las próximas elecciones debería ser apostar claramente por ampliar su presencia política buscando alianzas electorales entre distintas opciones en Canarias y potenciando, desde la plena autonomía política, la coordinación con otras organizaciones progresistas del Estado español que defiendan otro modelo territorial más equilibrado y descentralizado. Hay mucho en juego y tenemos mucho que decir y hacer. Un futuro mejor para Canarias depende, en buena medida, de que seamos capaces de acertar en esta tarea.