Portada Antonio Morales


Gran Canaria, Destino Biosphere

El mismo día que el Patronato de Turismo cambió su histórico nombre por Turismo Gran Canaria, firmamos la Carta de Compromiso con el Turismo Sostenible, el acuerdo que nos compromete a impulsar el sector económico más importante de la isla hacia un futuro acorde con los  Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y con las tendencias de un mercado europeo cada vez más preocupado por los problemas ambientales. La Carta fue firmada por el consejero de Turismo, Carlos Álamo, el director del Instituto de Turismo Responsable (ITR), Tomás de Azcárate y yo, como presidente del Cabildo. Nos acompañaron varios consejeros/as del Grupo de Gobierno y de la oposición, así como empresarios/as y profesionales de un sector que abarca un gran número de actividades y repercute directamente en el resto de sectores económicos, además de su enorme impacto en el empleo. Este día marcó una nueva etapa para el turismo en nuestro destino. Con más fuerza en la marca y hacia un modelo más sostenible para nuestra isla.

El pacto de Gobierno firmado por el PSOE, Podemos y Nueva Canarias establece un objetivo central y transversal al que llamamos Ecoísla y persigue la consecución de un desarrollo adaptado a nuestra realidad, a nuestras necesidades y a un proyecto de futuro para Gran Canaria. La Carta pretende llevar al sector turístico los criterios de certificación elaborados por expertos de la Unesco, el organismo de Naciones Unidas para promover el desarrollo sostenible, mediante la adhesión al programa internacional Biosphere, del ITR, certificado por la Unesco y por la Organización Mundial del Turismo.

La certificación que vamos a impulsar no se limitará a avalar el turismo sostenible, sino que será una herramienta para difundir la importancia de nuestro pequeño trozo de Biosfera para el mundo. Y también servirá para que tomemos conciencia de que es la isla que compartimos y queremos la que hemos de defender y preparar para la crisis climática.

Para poder profundizar en nuestra apuesta como Destino Biosphere, desarrollaremos el método del ITR que dirige Tomás Azcárate, un experto que ha presidido los organismos de la Unesco que impulsan el Programa Hombre y Biosfera (MAB), como son el Consejo Internacional del MAB y el Consejo Asesor de Reservas de la Biosfera de la Unesco. A ello se suma su participación directa en las políticas europeas como Secretario General de Medio Ambiente de la Asamblea de Regiones de Europa.

No es menos relevante el conocimiento que Azcárate tiene de Canarias, una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo, tras dirigir el Centro de Ecología de Canarias del Icona, presidir el Patronato del Parque Nacional de Doñana y ser miembro del Patronato del Teide. A todo ello, se suma su respaldo activo a la labor de la Unesco como Presidente de la Asociación Internacional de Amigos de las Reservas de Biosfera. Pocos mejor que Azcárate pueden entender la relación entre biosfera, Canarias y el desarrollo turístico sostenible.

El Cabildo es consciente de la importancia de la actividad turística en la consecución de un proyecto de desarrollo ecosocial para nuestra isla. La demanda de nuestros visitantes es cada vez mayor en este sentido y están dispuestos a pagar más por la sostenibilidad del destino, según las encuestas realizadas en el sector. Por ello, promovemos un sistema de medición de la sostenibilidad. Gracias a esta iniciativa, cualquier empresa de la isla podrá obtener distintivos que reconozcan su contribución a los objetivos de la ONU.

Estamos adaptándonos para alcanzar -sin dilación- los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El diagnóstico preliminar que hemos realizado en este Cabildo concluye que estamos ya trabajando en un 70% del conjunto de las metas de los ODS. Y lo hacemos en todas las áreas, en cumplimiento del Pacto de Gobierno entre las fuerzas progresistas de Gran Canaria. Un proyecto político que iniciamos hace seis años, que se vertebra sobre la defensa del territorio, del paisaje, de la isla y la conciencia sobre el planeta. Porque actuar preparándonos para el futuro es mejorar nuestro presente, crear empleo y potenciar nuestro desarrollo económico. La movilización de los recursos de la Corporación junto a los fondos europeos para la recuperación, impulsarán el cambio. Es nuestra oportunidad y nuestro deber.

El sector turístico de Gran Canaria inicia el último tramo para ser un ‘Biosphere Destination’. Este reconocimiento es otra importante herramienta para lograr nuestros fines. Se suma a la creación del Instituto Insular para la Gestión Integrada del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Y también a la declaración de la isla como Destino Starlight. De esta manera, la Unesco ya aportará cuatro reconocimientos a la isla, pero llevamos a cabo más actuaciones. En toda la isla, en todos los ámbitos. Vamos a presentar la candidatura por el Parque Nacional de Guguy y contamos con un Pacto de las Alcaldías, gracias al cual disponemos de diagnósticos y planes de actuaciones para cada municipio. Hemos sido la primera isla en desarrollar esta iniciativa.

Nuestro modelo de ecoísla apuesta por la soberanía energética, la soberanía alimentaria, la soberanía hídrica, la movilidad y el turismo diversificado y sostenible, las economías verde, azul y circular, la reforestación del territorio, la innovación y la digitalización que nos hará avanzar hacia una isla inteligente, la cohesión social necesaria defendiendo la igualdad y la inclusión social combatiendo la pobreza, la exclusión social y el desempleo. Todo este proceso forma parte de nuestra Estrategia de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático, la primera de Canarias.

Además, nuestras presas nos han permitido llegar a acuerdos para potenciar el ciclo de energía, agua, agricultura y reforestación, que será pionero en el mundo y a revertir el histórico e intensivo trasvase de aguas de cumbre a costa, devolviendo a las zonas altas sus recursos para afianzar su población y sus actividades económicas, con lo que contaremos con suficientes reservas de agua. Y lo haremos con energías renovables. Son muchas más medidas y actuaciones, incluido el análisis del parque de viviendas y construcciones, como el Cabildo, que han sido objeto de auditorías de sostenibilidad. Y es que hay muchísimo por hacer.

Los Destinos Biosfera son ya un amplio listado de lugares en el mundo que realizan una medición integral de su contribución a los 17 ODS de Naciones Unidas y al Acuerdo de París contra el Cambio Climático, a través de las directrices señaladas en la Carta Mundial de Turismo Sostenible +20. Todos estos destinos contribuyen con sus experiencias a mejorar los modelos de análisis y actúan coordinadamente en foros internacionales.

Con la implantación del Sistema de Turismo Responsable y la obtención del certificado Biosphere, Gran Canaria avanza hacia un nuevo modelo de desarrollo turístico, respetuoso con su cultura, con el medio ambiente y con la responsabilidad socioeconómica. No se trata de una imposición, sino de un camino que hemos de recorrer entre todos y todas, para conseguir ser un destino de referencia medioambiental y de sostenibilidad en el mundo.

Las oportunidades de nuestro mar

Si la economía azul mundial fuera un país, sería la séptima economía más grande del mundo. Es un segmento económico que incluye sectores como la pesca, la acuicultura, el transporte marítimo, el sector portuario, la biotecnología marina, el turismo costero y las energías renovables marinas, entre otros.

Pero la importancia de la economía azul no se puede medir solo por el volumen de negocios, los puestos de trabajo o el valor añadido. Los mares y océanos no solo son el activo más importante de la economía azul, sino que también producen la mitad del oxígeno mundial y son uno de los principales sumideros naturales de carbono. Estamos ante un gran eje de oportunidad que será testigo y escenario de la mayoría de los avances que deberán posicionarnos en sostenibilidad, innovación, soberanía alimentaria, cohesión e inclusión social.

En estos últimos años hemos demostrado que la apuesta del Cabildo por el crecimiento azul es indudable. El modelo de ecoísla que defendemos solo se puede entender si dirigimos nuestra mirada hacia el mar como un recurso clave para nuestra diversificación económica. Estamos convencidos de que el sector marino-marítimo desempeñará un papel crucial en la descarbonización de Gran Canaria, especialmente a través de la energía renovable marina a partir de tecnologías como la eólica, la undimotriz, la mareomotriz o la  solar que deben desarrollarse con  el máximo respeto al paisaje, las actividades tradicionales de pesca o los deportes náuticos.

El Cabildo de Gran Canaria ha apostado por apoyar con subvenciones directas a las entidades locales que desarrollan actividades de I+D en el medio marino. En este sentido destaca la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN) que recibe 450.000€ para la contratación de tecnólogos altamente especializados para el desarrollo de proyectos de I+D+i en colaboración con empresas.

Junto con el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), y el Centro Demostrador de las TIC para la Innovación Turística (CDTIC) estamos desarrollando diversas iniciativas por valor de 12,5 millones de euros para proyectos tecnológicos innovadores en materia de desalinización de agua marina, uno de los principales retos que afrontamos en unas islas que dependen de la desalación para su subsistencia.

Por otra parte desde el Cabildo hemos contribuido con 1 millón de euros a potenciar el talento científico-técnico de jóvenes en formación e investigadores con experiencia vinculados a los departamentos de aguas, energías renovables y biotecnología y hemos subvencionado al ITC con 700.000€ con el fin de desarrollar actuaciones vinculadas al Departamento de Biotecnologías para la gestión de  insumos, la producción y el procesado de microalgas marinas una de las actividades vinculadas al mar con mayor futuro.

En breve esperamos poner en marcha con el ITC el equipamiento de un banco de datos para la medición del recurso eólico y condiciones meteoceánicas en los parques eólicos experimentales de Gran Canaria, situados en el mar, dotado con 500.000 euros y además destinaremos otros 600.000€ para el equipamiento de un banco de ensayos que busca soluciones experimentales en la valorización de salmueras de plantas desaladoras de agua de mar en Gran Canaria.

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria juega un rol fundamental en la generación de conocimiento aplicado en diversas áreas de la Economía azul de extrema importancia para facilitar la transferencia a la sociedad a través de proyectos de I+D en colaboración con el sector empresarial. En este sentido, el Cabildo ha contribuido a través de subvenciones por importe de más de 2.200.000€ en los últimos 3 años a potenciar el talento local y la mejora de las infraestructuras y equipamientos en diferentes áreas, especialmente aquellas vinculadas a la iniciativa BIOASIS Gran Canaria para el desarrollo del sector de la biotecnología azul y la acuicultura.

 BIOASIS Gran Canaria es la iniciativa del Cabildo que ofrece oportunidades no solo en alimentación humana a través de la acuicultura sostenible con baja huella de carbono, sino también a través de otras aplicaciones como la nutrición, la cosmética o los nuevos materiales, así como la enorme contribución a la descarbonización y la circularidad de la economía local.  

Para ello, a través de la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria (SPEGC) se ha puesto en marcha la Incubadora de Alta Tecnología en biotecnología azul y acuicultura con una inversión global que asciende a 3.000.000 de euros, de los que 1.112.000€ han sido financiados a través de fondos europeos gestionados por la Fundación INCYDE. El objetivo de esta infraestructura singular es la de facilitar a las empresas su implantación en Gran Canaria de manera ágil y simplificada. El puerto de Taliarte, con una inversión de más de 14 millones para su modernización está llamado a ser uno de los grandes polos estratégicos de investigación y desarrollo para la potenciación de la economía azul en la isla.

El tema de la edición del Foro Gran Canaria Economía Azul, celebrado hace unos días en Gran Canaria, fue el de la digitalización en los puertos. El transporte marítimo y los puertos no sólo mantienen unida a la economía mundial, sino que, además, suponen un ecosistema complejo donde interactúan múltiples cadenas de valor que se comunican y se influencian mutuamente en materias industriales, energéticas y alimentarias.

De todas las cuestiones y desafíos marítimos, la digitalización portuaria es uno de los más cruciales, por cuanto tiene la capacidad no solo de resolver problemas inmediatos, sino también por su capacidad de permear, replicar y escalar soluciones hacia otros problemas portuarios, algunos incluso sin identificar.  Así pues, podemos afirmar sin ningún género de dudas que ha llegado la hora del desarrollo de los “puertos inteligentes”. Un puerto inteligente es aquel que utiliza automatización y nuevas tecnologías para mejorar su rendimiento, pero también para generar una mayor democratización del dato y de la gestión de las operaciones.

Las oportunidades que presenta son claras: un sistema interactivo para monitorear y gestionar todas las actividades portuarias, con control total sobre toda la industria logística. Si la infraestructura portuaria se digitaliza correctamente, la eficiencia, la seguridad y la rentabilidad irán de la mano. Además, es una transición que necesitamos contemplar en el contexto global de cambio climático, cambio en el consumo de energía y la innovación tecnológica, por ejemplo.

Los puertos pueden ser aceleradores o cuellos de botella en la economía de un territorio. En el caso de Gran Canaria, contamos con un puerto bien posicionado geográficamente, con una infraestructura física robusta, una comunidad involucrada y ágil y la confianza de la industria marítima global. Si queremos que nuestro puerto sea además un acelerador digital, debemos apostar por la inversión en innovación tecnológica y generar nuevos campos de trabajo conjunto entre nuestra comunidad portuaria y nuestra comunidad digital.

El Cabildo de Gran Canaria impulsa también a través de la SPEGC tres iniciativas que pretenden desarrollar un ecosistema innovador en el Puerto de las Palmas:  el Programa SmartPort Gran Canaria, que busca la aceleración de ideas innovadoras para el sector portuario; la Incubadora de Alta Tecnología en Inteligencia Artificial y Datos aplicados a entornos marino-marítimos y el desarrollo del PortCentre, con dos centros empresariales dentro del recinto portuario, que más allá de su presencia física, supondrá un foco para el encuentro y creación de ideas para el sector.

En definitiva, la economía azul es sin duda alguna, una de las principales oportunidades que tenemos de diversificar nuestro modelo de desarrollo, para hacerlo más sostenible, innovador y generador de empleo de calidad. Por ello, el Cabildo de la mano de instituciones científicas y empresas está invirtiendo para convertir a la isla en un referente de esta nueva economía.

El futuro del tomate

El tomate ha sido sin duda uno de los productos clave para la economía canaria en el último siglo y medio. Su cultivo y exportación no solo han sido factores determinantes del desarrollo económico de Canarias  sino que influyeron decisivamente en la configuración de las dinámicas sociales y poblacionales de muchas zonas de las islas, como es el caso de Agüimes y el sureste de Gran Canaria, de dónde provengo, o de La Aldea.

Todo empezó cuando a finales del siglo XIX los ingleses decidieron comenzar a plantar en Canarias esta hortaliza para su exportación. Se generalizó así el consumo de un producto que hasta entonces no era tan común. Su cultivo pasó por varias fases, aunque especialmente importantes fueron los años 50 del siglo pasado en los que tras la Segunda Guerra Mundial su plantación experimentó un gran crecimiento.

Familias enteras se desplazaban desde el interior de la isla a las zonas de cultivo para hacer la campaña del tomate. Incluso llegaban desde otras islas como Fuerteventura, hecho que ha quedado reflejado en algunos topónimos del Sureste de Gran Canaria, como Las Majoreras en Ingenio, llamado así por el lugar en el que residían durante la campaña las mujeres que llegaban desde la isla vecina a trabajar en la plantación y empaquetado de tomate.

El otro hito histórico importante en la historia de esta plantación es la entrada de Canarias en la Unión Europea en 1986. Hay que tener en cuenta que el 80% del tomate se destina a la exportación, por lo que la entrada en el mercado único implicó cambios estructurales, así como las subvenciones derivadas de la Política Agrícola Común (PAC).

Aún hoy, el cultivo de tomate sigue teniendo un importante papel en Gran Canaria, especialmente en  municipios como La Aldea. En la isla, 3.500 familias trabajan de manera directa en esta actividad y contamos con 500 hectáreas de cultivo repartidas entre 10 municipios. En Gran Canaria 6 empresas producen 65.700 toneladas de tomates y pepinos, de las cuales 45.700 se dedican a la exportación a Reino Unido, Europa Central y Escandinavia.

No obstante, pese a la importante historia y presencia del tomate en Canarias, la exportación hortofrutícola en este archipiélago, y fundamentalmente en Gran Canaria, lleva más de una década en recesión. En este tiempo se ha perdido el 75% de la superficie de cultivo destinado a la exportación y más del 50% de las empresas y cooperativas que se dedican a ello. El sector ha dado la voz de alarma en reiteradas ocasiones, trasladando a las instituciones la situación agónica que está sufriendo, con el fin de buscar alternativas y tomar decisiones efectivas para evitar su desaparición.

Las claves de la recesión son fundamentalmente la competencia desleal, el incremento de los costes de producción y las plagas que afectan al cultivo. La competencia viene principalmente de Marruecos, país que además tiene un acuerdo preferente con la Unión Europea, pero también de Turquía, Egipto y países del Magreb. Por otra parte se ha producido un aumento desorbitado de los costes de producción (insumos, fertilizantes, embalajes, etc.) y del  transporte, sin poder repercutirlos en los precios de venta, que además se suman a los ya de por sí altos costes estructurales que tiene la comercialización en Canarias.

Por último, el tomate ha sufrido las consecuencias de la aparición de recientes plagas y virosis como el daño producido por el mildiu (mancha negra) a inicios de año o el temido “rugoso del tomate” que ya se ha notificado en Murcia y Andalucía. Además, la tropicalización del clima de Canarias como consecuencia del cambio climático parece apuntar a un aumento a corto plazo del riesgo de virus y plagas.

A estos elementos estructurales se han sumado otros factores más coyunturales como la implantación del Brexit, con la consiguiente pérdida de las ayudas necesarias para continuar exportando a este importante destino y la devastación del COVID desde el pasado mes de marzo de 2020, que afectó de lleno a la campaña 20/21.

Por todos estos motivos el pasado día uno de diciembre mantuve una reunión con la Federación De Exportadores Hortofrutícolas de la Provincia de Las Palmas (FEDEX) en la que abordamos el sombrío futuro del tomate en Gran Canaria. Es imprescindible impulsar un proceso de reconversión – como se ha hecho con distintos sectores económicos en el conjunto del estado español – que permita mantener la actividad en el sector primario insular, bien con la continuidad de los productos tradicionales o bien diversificando la oferta. Permitirá no solo proteger la actividad, el empleo, la logística y la distribución, sino también la reputación, la tecnificación, la eficiencia y la experiencia consolidadas durante tantos años. En el mismo acto solicité una  reunión urgente al Presidente de Canarias para avanzar en esta propuesta. Se trata de mantener una agricultura que necesita para su producción un 60% de mano de obra y que es clave, por tanto, para el empleo, la economía y la industria local.

Es más, lo conveniente sería diversificar y no apostar el futuro del sector a una sola carta. La experiencia de nuestra agricultura y algunos cultivos experimentales llevados a cabo en la Granja del Cabildo de Gran Canaria nos señalan algunos caminos posibles. El primero y más obvio pasa por cultivar aquellos productos que todavía se importan pero que se podrían dar en Canarias. Asimismo se podrían reforzar los cultivos ya existentes de frutas tropicales como papayas, fruta de la pasión, etc, aunque cuentan con el inconveniente de que, en la mayoría de los casos, son frutas con poco consumo y demanda en los países a los que exportamos.

También se podrían introducir nuevos cultivos como los arándanos y los frutos rojos en general ya que las pruebas hechas en la Granja Experimental señalan que algunas variedades serían viables en la isla, con un consumo de agua muy moderado y con la ventaja de que es un producto con una gran demanda en Europa a lo largo de todo el año. Caben también posibilidades como el cannabis medicinal o las algas.

Por la dimensión de la reconversión de la que estamos hablando y las graves consecuencias que puede tener sobre el empleo, la cohesión social y el desarrollo de nuestra agricultura, este es un plan que debe implicar al sector y a todas las instituciones, empezando por el Ministerio de Agricultura, que debe aportar fondos, así como el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria y los ayuntamientos de los municipios que cuentan con más hectáreas de cultivo, cuya experiencia y conocimiento de la realidad social y económica es imprescindible.

No se trata, por tanto, de insistir en las ayudas al tomate, que también, pero que no dejan de ser un parcheo.  Es ineludible entonces que se avance en la creación de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) del tomate canario y que se cree urgentemente una mesa de trabajo que profundice, sin dilación, en la reconversión de un sector indispensable para la diversificación de nuestra economía. El Cabildo de Gran Canaria lo considera estratégico y se volcará en ello para hacerlo posible.

Oportunidades de empleo para jóvenes

En Canarias, desde hace años, vivimos el drama humano, social y económico del desempleo juvenil. España lidera la mayor tasa de paro entre menores de 25 años en toda la Unión Europea, con un 38,38%, y según la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre, en Canarias el 56,24% de las personas con menos de 25 años está sin empleo, después de haber superado el 60% en las fechas posteriores a la pandemia. 

Son unas cifras insostenibles desde el punto de vista humano ya que son miles de proyectos vitales postergados por falta de condiciones materiales. Pero también es insostenible social y económicamente puesto que estos jóvenes siguen dependiendo económicamente de sus padres o familias, aumentando la fragilidad de los hogares canarios. Estamos excluyendo del mercado laboral a personas en la mejor edad para la adquisición de competencias profesionales. Del mismo modo se genera un problema de futuro ya que la incorporación tardía al mercado laboral se traducirá en salarios más bajos, menos estabilidad, más precariedad, menos ahorro, inversión y/o consumo y probablemente pensiones más bajas. 

Pero la situación también afecta a jóvenes de mayor edad, que se encuadran dentro de la conocida como la “generación de las dos crisis”. Son las personas que se incorporaron al mercado laboral coincidiendo con la crisis financiera de 2008 y que ahora han vuelto a sufrir las peores consecuencias económicas de la pandemia global. En 2008 fueron los primeros en perder el trabajo o directamente no lo encontraron, produciéndose una importante migración a otros países de la Unión Europea y en muchos casos la realización de trabajos para los que estaban sobrecualificados. 

Es más, si miramos los datos de paro de la franja de edad en la que se incluye la mayor parte de esta generación (25-34 años) vemos que es del 24,8%, una cifra extraordinariamente alta y que está detrás de muchos fenómenos como por ejemplo la baja natalidad. También supone un hándicap para el desarrollo profesional, alcanzar puestos de responsabilidad o conseguir ahorros con los que emprender o afrontar inversiones. 

En Canarias el desempleo juvenil está fuertemente ligado a la falta de formación.  Del colectivo juvenil canario que está en situación de desempleo, el 93% solo tiene estudios primarios o secundarios, mientras que el 4,1% cuenta con formación profesional y el 2,8% con cualificación universitaria. Es evidente que es necesaria una apuesta decidida por la formación profesional y por programas de cualificación que permitan a estas personas acceder en mejores condiciones al mercado laboral. 

Pero pese a sufrir menor tasa de desempleo, los jóvenes con formación superior también se enfrentan a otro tipo de problemáticas, fundamentalmente la de encadenar prácticas no remuneradas (o escasamente remuneradas), la realización de trabajos para los que están sobrecualificados y dificultades a la hora de conseguir un primer empleo. Las empresas suelen exigir un mínimo de experiencia que no les es posible conseguir en el mercado generando un círculo vicioso del que es difícil salir. 

Éste mismo mes se han incorporado 119 personas a trabajar en el Cabildo de Gran Canaria a través del Programa Nuevas Oportunidades de Empleo (NOE) cuyo objetivo es dar una primera experiencia laboral a personas con titulación universitaria o de formación profesional en situación de desempleo. Durante 12 meses, mediante un contrato de prácticas, desarrollarán diversas actividades en el Cabildo de Gran Canaria recibiendo una remuneración del 75% del salario fijado para el puesto que van a desempeñar. 

Además se incorporarán también ocho tutores y seis personas de apoyo técnico, por lo que en total supone la contratación de 119 personas. El proyecto tiene un presupuesto de 4,2 millones de euros, de los cuáles el 78%  está financiado por el Servicio Canario de Empleo y el 22% restante por el Cabildo de Gran Canaria. 

Durante la duración del contrato también reciben un plan de acompañamiento basado en acciones formativas centradas en habilidades sociales y de comunicación, igualdad de oportunidades, trabajo en equipo o competencias digitales así como algunas específicas relacionadas con los diferentes puestos desempeñados.  

De esta manera se consigue que estos jóvenes adquieran competencias y capacidades profesionales así como experiencia que les permita su posterior integración en el mercado laboral al tiempo que reciben un salario digno que les permite ser autónomos. Son muchos los casos en los que hemos podido comprobar cómo poco tiempo después de terminar su estancia en el Cabildo tardan apenas unos meses en encontrar un trabajo en el sector privado. 

No obstante el Cabildo, a través de la Consejería de Empleo y con la financiación del Servicio Canario de Empleo y en ocasiones de los ayuntamientos, también viene desarrollando un importante número de planes y programas de empleo para atender a las necesidades de la juventud grancanaria con menor cualificación y en general de todos los colectivos con dificultades de inserción y/o acceso al empleo. 

Gracias a los diversos planes de empleo (con ayuntamientos, para la restauración de las consecuencias del incendio, los planes de garantías social, etc.), los incentivos a la contratación de personas desempleadas o los planes de garantía juvenil, el Cabildo de Gran Canaria ha conseguido desde 2019 la contratación de 4432 personas, una parte importante de ellas jóvenes. Además habría que sumar a las aproximadamente 180 personas beneficiarias de las “Lanzaderas de empleo” un programa para relanzar la búsqueda de empleo de las personas en paro. 

En conjunto, el Cabildo de Gran Canaria ha invertido desde 2019 casi 20 millones de euros en las actuaciones destinadas a proporcionar un empleo a personas en situación de desempleo, a incentivar la contratación por parte del sector privado y los ayuntamientos, y a actuaciones cuyo objetivo es mejorar la inserción y facilitar la búsqueda de un trabajo a personas y colectivos con necesidades específicas, con el foco puesto especialmente en los y las jóvenes. 

Se trata de un esfuerzo ingente para ayudar a atajar el que sin duda es uno de los principales problemas sociales de Canarias y que está en el germen de otros muchos: las más de 200.000 personas que quieren trabajar pero no encuentran un trabajo y una de las tasas de desempleo juvenil más altas de Europa. 

Por supuesto se trata de un problema estructural que solo encontrará una solución estable a través del cambio de modelo productivo para avanzar hacia uno con mayores cotas de sostenibilidad, soberanía (alimentaria, hídrica y energética) e innovación, así como planes formativos adaptados a esta nueva realidad. Pero mientras construimos ese modelo tanto desde el sector público como desde el privado, tenemos que dedicar todos nuestros esfuerzos a generar nuevas oportunidades de empleo.