Portada Antonio Morales


Feliz Navidad, Feliz 2020

La Navidad en Canarias y en Gran Canaria es especial. Son unas fechas en las que se entrecruzan tradiciones y en las que conviven desde lo más universal a lo más particular. Los hombres y mujeres de esta tierra hemos sabido adaptar a nuestras singularidades estas celebraciones y en las postrimerías del mes de diciembre disfrutamos de nuestra gastronomía, nuestro folklore e imprimimos un marcado carácter autóctono a nuestros belenes. De esta manera la Navidad se ha ido convirtiendo en una fiesta popular canaria. 

Ese principio ha inspirado el belén que como cada año se puede contemplar en el escaparate de la Casa Palacio del Cabildo de Gran Canaria (en el cruce entre las calles Bravo Murillo y Pérez Galdós). Ha sido realizado por Fernando Benítez como homenaje a Risco Caído y reflejo del modo de vida de los habitantes de la cumbre de Gran Canaria. De esta manera entre del centenar de figuras de gran tamaño que alberga, podemos apreciar a un panadero, un carpintero reparando una silla, una mujer elaborando quesos y un hombre repartiéndolos, además de artesanos de la cestería o la alfarería.

La instalación muestra con detalle las casas-cueva de la cumbre de Artenara, así como la Cueva de Los Candiles desde la que se observa la majestuosidad del Parque Rural del Nublo – con el Roque Nublo, el Roque Bentayga y el Fraile- salpicado de pinares en miniatura. También se ha recreado la cueva número 6 de Risco Caído, la caverna que capta el sol de equinoccio a equinoccio y ofrece un relato de la fertilización de la tierra cada amanecer.

Y es que termina un año, 2019, que nos ha dejado una noticia histórica para Gran Canaria: la declaración de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, dentro de la categoría de Paisaje Cultural. Como ya comenté en su momento, esto supone el reconocimiento mundial de una cultura insular que evolucionó de forma aislada tras la llegada de los primeros amazighs del norte de África a principios del siglo I d.C. hasta los siglos XIII y XIV, cuando los marineros del sur de Europa arribaron a las islas en busca de nuevas rutas de especias y para la trata de esclavos.

Se trata de un enorme éxito colectivo, ya que para llegar hasta ese punto ha hecho falta el esfuerzo del personal del área de Patrimonio Histórico, el compromiso de gobiernos insulares de distinto signo, la colaboración leal entre todas las instituciones de Canarias y por supuesto el apoyo y la participación de la ciudadanía de Gran Canaria, en especial la de la cumbre y medianías, los grandes responsables de haber conservado este legado tan excepcional hasta hacer posible su reconocimiento. Creo que es una experiencia que se puede extrapolar y que puede y debe marcar la ruta a seguir para la consecución de un nuevo modelo de desarrollo para nuestra isla.

2019 también ha sido el año en el que la ciudadanía de Gran Canaria ha renovado su confianza en el pacto progresista del Cabildo y en mí como presidente. Solo puedo expresar mi gratitud y mi compromiso de trabajo incansable para no defraudar las esperanzas puestas en este proyecto. Es un hecho destacable porque desde los años 80 ningún presidente repetía al frente de la institución, por lo que reconozco el carácter extraordinario de la oportunidad que se ha concedido al actual gobierno. Estoy convencido de que es debido a la voluntad de la mayoría social de Gran Canaria de dar continuidad al proyecto de cambio ecosocial que hemos defendido para esta isla.

Quiero huir de la autocomplacencia, en especial para afrontar los enormes retos que nos esperan en los años venideros, pero me parece evidente que Gran Canaria cuenta ahora con un horizonte definido hacia el que dirigirse, basado en las energías renovables, la soberanía alimentaria, la movilidad sostenible, la reforestación de la isla,  la igualdad, el fomento de una economía más innovadora sustentada en el I+D+i, la economía azul, la economía circular, el internet de las cosas, la defensa de la democracia y la convivencia y por supuesto la lucha contra la pobreza y la exclusión, en especial a través del empleo de calidad.

Aunque es momento de mirar hacia delante, no puedo dejar de acordarme de los duros momentos que vivimos el pasado agosto. No obstante, esta isla volvió a dar un grandísimo ejemplo del que debemos sentirnos muy orgullosos, tanto durante la emergencia como posteriormente. Ya algunas personas afectadas  han empezado a cobrar las indemnizaciones y ayudas, nuestra maravillosa naturaleza ya está comenzando a sustituir el negro por el verde y estoy seguro de que gracias a la solidaridad saldremos más fortalecidos de esta circunstancia.

Somos una sociedad multicultural en la que conviven comunidades nacionales que profesan diversas religiones. Pero más allá de su significado estrictamente religioso, la Navidad es un momento de ilusión, de compartir  felicidad con los seres queridos y de proyectar nuestros mejores deseos para el futuro. Y son todos ellos sentimientos universales que facilitan que personas de los más distintos orígenes se involucren en la celebración de estas fiestas, incluso decorando sus tiendas, restaurantes y demás negocios en una muestra más de la ejemplar convivencia que siempre nos ha caracterizado y de la que creo que podemos ser un ejemplo.

Quiero acordarme también de todas las personas que han tenido que irse de  Gran Canaria por diversos motivos y que pasarán las navidades lejos de su tierra y de sus seres queridos. Quiero enviarles un especial y afectuoso saludo y felicitación. Nos guía la esperanza de un futuro en el que todos y todas ustedes puedan regresar a su lugar de origen si así lo desean, y en el que nadie tenga que irse para buscar un futuro que aquí, pese a los esfuerzos que algunos realizamos, se les niega.

Son estas unas fechas excepcionales para disfrutar de los productos de nuestra tierra. Consumir papas, vinos, quesos, carnes, pescados, frutas, verduras, repostería tradicional, etc. – todos productos de una enorme calidad- es el mejor regalo que podemos hacernos como sociedad, ayudando a mejorar las condiciones de las personas que trabajan el campo y nuestro paisaje, así como reduciendo el impacto medioambiental de nuestro consumo. Les animo a acudir a los mercados agrícolas y comercios de cercanía a realizar sus compras navideñas.

Vivimos tiempos difíciles, de inestabilidad e incertidumbre. La intolerancia vuelve a abrirse paso en nuestras sociedades y los proyectos políticos excluyentes ganan posiciones. En este escenario es más importante que nunca el compromiso con la democracia, el bienestar, la pluralidad y la lucha contra la exclusión y la desigualdad que es un problema que se ha acrecentado en las últimas décadas y que destruye la cohesión social y las posibilidades de prosperidad.

Desde este rincón del Atlántico en el que tenemos la suerte de vivir quiero enviarles la más sincera de las felicitaciones y los mejores deseos para el año 2020. Espero que este sea un año de prosperidad, en el que todas y todos puedan avanzar en la consecución de sus sueños y deseos y en el que como sociedad sigamos acercándonos al ideal de justicia, igualdad y sostenibilidad que nos inspira. Es un enorme privilegio para mí encarar un año más como presidente del Cabildo de Gran Canaria al frente de un gobierno progresista de marcado carácter social. No les quepa la menor duda de que seguiremos dando lo mejor de nosotras y nosotros para intentar mejorar la vida de todas las personas de Gran Canaria.

Feliz Navidad y Próspero Año 2020.

Nutrición, sostenibilidad y gastronomía

En Canarias tenemos un grave problema que en el debate público no ocupa el lugar que debería. Somos la comunidad más afectada por la obesidad, en especial la infantil. El 35% de los menores padece sobrepeso y los adultos sufren infartos cinco años antes que la media española. Esta situación tiene especial incidencia especialmente en aquellos grupos de población con menos formación e ingresos. La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y  enfermedades cardiovasculares.

Desde 2011 se hacen distintas oleadas del informe ALADINO (Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad). Aunque la edición de 2015 apuntaba una ligera mejoría en Canarias los datos seguían siendo muy graves. La prevalencia de sobrepeso era del 24.3%, algo menor a la encontrada en 2011 que fue del 28.4%. Por su parte, la prevalencia de obesidad era del 19,9%, poco más de un punto menor a la encontrada en el estudio de 2011 que fue de 21.2%. Es decir, a pesar de haberse producido un ligero descenso, más de una quinta parte de nuestros niños y niñas sufren sobrepeso y una cuarta parte obesidad.

El informe establece también que la presencia de sobrepeso y obesidad se asocia al nivel socioeconómico familiar, observándose una menor prevalencia de sobrepeso y obesidad al aumentar los ingresos familiares. Es decir, estamos además hablando de un problema que afecta en mayor medida a las familias con menos recursos de nuestra tierra, lo que supone además un nuevo factor de desigualdad para estos segmentos de población. Por estos motivos es imprescindible que se produzca la convergencia entre el sistema sanitario y el sistema alimentario y que este esté vinculado a la soberanía alimentaria. 

Esta semana tuve el  honor de estar presente en la inauguración de las jornadas sobre nutrición, sostenibilidad y gastronomía en Canarias, actividad de la Cátedra de Nutrición y Gastronomía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y del proyecto “La isla en tu Plato”. Se trata de una iniciativa innovadora y ejemplar del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la ULPGC dirigido de manera excelente por el catedrático Luis Serra Majem (eminente científico, hijo adoptivo de Gran Canaria) y cuyo objetivo es el de unificar salud, gastronomía y sostenibilidad como forma de luchar contra este problema.

Es una línea de trabajo que además coincide plenamente con la estrategia del Cabildo de Gran Canaria de fomento de la soberanía alimentaria, sustituyendo productos importados, y en muchos casos procesados y ultraprocesados poco saludables, por productos de kilómetro 0. Y es que en Canarias, por nuestra privilegiada situación, la mejora en la alimentación pasa por el consumo de cercanía. Se trata de productos saludables y de gran calidad que no solo tienen incidencia en la salud pública sino efectos positivos en el territorio, el paisaje, la biodiversidad, en la prevención de incendios, en el empleo local, en devolver la mirada al mundo rural, romper la dependencia exterior o reducir la huella ecológica, en especial las emisiones de dióxido de carbono derivadas de la importación de alimentos.

Para hacernos una idea de la dimensión del problema, Canarias importa aproximadamente el 80%  de la mayoría de los productos que consume, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda que cada región produzca un 60% de lo que come. Es decir, aun duplicando nuestra producción estaríamos muy lejos de alcanzar esa cifra. Los alimentos que adquirimos recorren de media 4.000 kilómetros hasta llegar a nuestra mesa, lo que implica miles de litros de petróleo y toneladas de emisiones de gases contaminantes causantes del cambio climático.

Pero como hemos visto, la mala alimentación es un problema que tiene mayor afectación entre las personas más pobres. Es una combinación de varios factores. El primero y más evidente es la falta de capacidad económica para acceder a productos frescos. Tenemos un sistema alimentario en el que abundan los productos de alta intensidad energética, es decir, altos en grasas y azúcares y de bajo precio. Por apenas unos pocos euros es posible adquirir bollería industrial de muy mala calidad para desayunos y meriendas de una semana.

Pero no solo es una cuestión económica sino de nivel formativo ya que muchas personas no tienen los conocimientos suficientes para saber seleccionar los alimentos adecuados para tener una dieta saludable, y abunda la publicidad de productos azucarados para niños.  También las condiciones de vida precarias, la falta de tiempo para dedicar a la compra y a la cocina etc. provocan que se recurra a opciones fáciles y precocinadas para poder hacer frente a la alimentación del día a día.

Por todo ello necesitamos dar formación a las familias y a los niños y niñas en las escuelas, y legislar sin presiones empresariales sobre alimentos ultraprocesados y con un alto contenido en azúcar, muy nocivos para la salud y para el medio ambiente. Y también sobre la publicidad engañosa. Una correcta alimentación supondrá un aumento considerable de la calidad de vida de las personas, en especial de las más pobres. Además, el descenso de las enfermedades asociadas a la mala alimentación como la diabetes tipo 2 o las enfermedades cardiovasculares generarían un  menor coste y una menor saturación del sistema sanitario, otro de los grandes problemas de las islas. En esta línea también trabaja desde hace muchos años el prestigioso catedrático y nefrólogo tinerfeño Benito Maceira que denuncia de manera reiterada que el 70% de nuestra alimentación es procesada, que “la función de comer es mantenernos con vida, pero lo que ocurre es que estamos comiendo basura” y que “la pobreza es el principal factor que alimenta la obesidad en Canarias, junto a la comida procesada y la vida sedentaria”.

El fomento de la producción local no solo tiene efectos positivos desde el punto de vista de la salud y medioambiental. Gran Canaria aparece por primera vez este año en la  portada de la Guía Michelin, tras ser una de las triunfadoras de la gala al recibir sus dos primeras estrellas así como otros galardones para restaurantes y establecimientos hoteleros. La semana pasada organizamos un reconocimiento en el Cabildo a todos los premiados que, a pesar de pertenecer a establecimientos de distinto tipo, tienen en común una apuesta y una fuerte presencia en sus menús de los mejores productos de Gran Canaria y de Canarias, y en ello reside gran parte del éxito cosechado.

Ni la mejor y más cara campaña publicitaria hubiese tenido el efecto sobre el prestigio que la isla que ha tenido y va a tener gracias a los galardones otorgados por Michelin. Es una  muestra de la tremenda importancia que puede tener la gastronomía y la promoción de nuestros productos para diversificar la economía, reforzar la calidad del destino turístico y avanzar hacia un modelo más sostenible y para consolidar Gran Canaria como una marca de excelencia.

Los productos locales, además,  son depositarios de cultura, de formas de vida y conocimiento que heredamos desde tiempos ancestrales y son fundamentales en la construcción de la identidad y el orgullo de pertenencia. La sociedad canaria siempre fue, hasta mediados del siglo XX cuando comienza el desarrollo turístico, una sociedad rural, agrícola y ganadera. Es en este contexto en el que se fue fraguando una cultura única en el mundo que recientemente ha sido reconocida como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Sin el sector primario hubiese sido imposible que el territorio y las formas de vida que componen el paisaje cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria hubiesen llegado a nuestros días en su actual estado de conservación.

La ecoisla, como hemos denominado a nuestro proyecto de cambio para Gran Canaria,  no es un modelo destinado exclusivamente a la sostenibilidad medioambiental. No podemos salvar al planeta y a las personas por separado. La ecoisla es una mirada global para transitar de un modelo insostenible social, medioambiental y económicamente a otro en el que el desarrollo económico, la conservación del medio ambiente y el bienestar de las personas estén interrelacionados. La convergencia entre salud, gastronomía y sostenibilidad visibiliza de manera excepcional esta visión.

Por todo ello creo que es necesario reconocer y felicitar el trabajo de todo el equipo del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias  y al catedrático Luis Serra y en especial a la iniciativa una “Isla en tu plato”. Es un ejemplo de innovación, compromiso social e investigación al servicio de la mejora de la calidad de vida de la población. También a todos los profesionales cuyo trabajo fue reconocido en la Guía Michelin, y a todos los que sin aparecer en ella hicieron posible esos galardones (ganaderos, agricultores etc, que generan productos de enorme calidad en condiciones que no siempre son las mejores). Es su labor diaria la que nos demuestra que nuestro objetivo no es solo posible sino que se está construyendo día a día.

30 años del CAAM

El pasado miércoles, 4 de diciembre, se cumplieron exactamente 30 años desde que el Centro Atlántico de Arte Moderno abrió por primera vez sus puertas. Fue aquel un tiempo de innovación, de esperanza y de confianza en las posibilidades que la cultura y los artistas canarios ofrecían para dialogar en un contexto tricontinental con el que históricamente nos hemos identificado. Aquella creación fue uno de los frutos más queridos del cambio democrático en el campo cultural. Recogió toda la movilización que durante la dictadura los artistas plásticos canarios de vanguardia habían protagonizado. Desde Manolo Millares hasta Tony Gallardo, desde Chirino hasta Lola Massieu. Unos versos de Manolo Padorno recogidos en su poema “Camino de mi ventana” parecen sintetizar la energía y las intenciones que fundaron el CAAM: “Yo me eché a caminar por un camino/Que llevaba a la fábrica de luz.”

El CAAM es la institución de referencia que a lo largo de tres décadas se ha erigido en el museo de arte contemporáneo más importante de Canarias, es un proyecto artístico cuya singularidad lo ha convertido también en una referencia dentro del panorama museístico del conjunto del Estado español, con ecos de proyección en América Latina, Europa y África.

La apertura del CAAM supone un antes y un después en el panorama cultural de  Gran Canaria y de Canarias entera. Si hacemos una retrospectiva, es muy difícil encontrar expresiones artísticas contemporáneas que no hayan encontrado acomodo en este espacio. Pero también, y éste es uno de sus principales valores, ésta es y ha sido la casa de los artistas canarios emergentes, conformando un discurso artístico que mira al mundo desde la reivindicación de sus orígenes canarios. Es el espacio artístico de diálogo multicultural e intercontinental que acoge desde su creación las expresiones que los artistas canarios siempre han protagonizado.

El proyecto alcanza hoy su madurez en plena actividad creativa. No lo ha vencido la rutina, ni el conformismo. Después de más de un centenar de exposiciones, lo que constituye una meritoria labor de producción artística, recordamos la más cercana que nos habla de la vitalidad y el dinamismo del presente. Además de todas las actividades paralelas  que se realizaron para reivindicar la figura de uno de los artistas más universales de Canarias, la exposición “Universo Manrique” que se clausuró hace apenas unos meses, se situó entre las más visitadas de la historia del museo, alcanzando casi las 35.000 visitas durante los seis meses de exhibición.

Han sido siete las personas que en estos 30 años de vida han asumido la responsabilidad de dirigir este espacio. El primero y más longevo fue Martín Chirino, que más que un director constituyó una de las grandes influencias e inspiraciones de este centro  recorriendo los primeros pasos de la andadura  tricontinental. Tras Chirino vinieron Franck González, Alicia Chillida, Álvaro Rodríguez, Federico Castro, Omar Pascual y su actual director, Orlando Britto. Profesionales todos de un gran nivel, que dejaron su impronta y permitieron que  el proyecto creciera hasta convertirse en la referencia que es hoy.

Pero este aniversario también debe ser un momento de reconocimientos para aprender de la historia bien labrada.  Esta iniciativa fue posible, y ha tenido una continuidad multiplicadora, gracias a las generaciones que nos precedieron y con las que tenemos contraída una deuda de gratitud. Tenemos que recordar a la generación de Gaceta de Arte, a los impulsores de la Escuela Luján Pérez y  a la generación llamada de los 70, artistas insulares que colaboraron en la fundación de esta realidad, el CAAM, con su compromiso por la acción cultural y social en tiempos muy adversos. Durante el siglo XX, Gran Canaria fue una sociedad creadora de cultura alternativa con referencias internacionales. En la literatura, en la plástica, en la música, en la danza, en la escultura, en el teatro. Mucho de ese talento cristalizó en el CAAM. Debemos canalizar las iniciativas del nuevo tiempo, del siglo XXI, para estar a la altura de lo que heredamos.

Es justo recordar la historia del CAAM que comienza en 1989, con Carmelo Artiles Bolaños como presidente del Cabildo de Gran Canaria, y Martín Chirino como primer director; con un  equipo impulsor en el que participaron Francisco Ramos Camejo, Carmelo Padrón, Félix Juan Bordes, Ana Beristain e Hilda Mauricio, que esbozaron las líneas maestras del centro que comenzaba a fraguarse. Hoy debemos reconocer el impulso inicial y valorar la continuidad de los sucesivos equipos directivos y profesionales  que han conservado la pasión por un Centro que nos identifica y nos llena de orgullo.

Es de justicia también que este centro de arte rinda, en su treinta aniversario, homenaje especial a este gran artista, Martín Chirino. Debemos unir esta celebración con el reconocimiento al talento del Director fundador de este espacio de producción artística y pensamiento crítico, que el propio escultor orientó con su visión prospectiva. Su fundador y la acción profesional arduamente elaborada por un tejido sucesivo de personas y equipos supieron guiar a este centro-museo de arte como una excelente plataforma de debate que ha inaugurado nuevas preguntas y formatos para la comunidad local, estatal e internacional. La figura de Chirino y El Grupo El Paso, colectivo artístico del que formó parte, nos recuerdan una época en la que Canarias se situó a la vanguardia de la vanguardia, con artistas como el propio Chirino, el ya nombrado Manolo Millares, Óscar Domínguez y tantos otros referentes internacionales del informalismo, el primitivismo y el indigenismo, cuyas obras constituyeron uno de los pilares del proyecto expositivo y del desarrollo de la colección que ha llegado a nuestros días con tan importante éxito. No pretendo describir los contenidos que han construido el concepto de la tricontinentalidad como una referencia de nuestra singularidad. Estoy convencido de que el CAAM ha contribuido a conectar lo que entonces era periferia con la comunidad global. Adelantó muchas relaciones que la globalización posterior multiplicó. El CAAM ha reforzado la idea de atlanticidad que conforma nuestro destino como pueblo, anclado en medio del Atlántico y en permanente diálogo con otros pueblos bañados por el mismo océano. La atlanticidad como espacio de apertura y de encuentro y no de aislamiento archipielágico.

Una dimensión poco divulgada pero muy consistente es la proyección de mujeres artistas que han consolidado una línea de valoración de figuras y de un colectivo de referencia igualitario en la programación del Centro. Si los artistas canarios en general sufrieron un ostracismo que el CAAM vino a compensar, el olvido de las mujeres creadoras ha sido sangrante y doblemente injusto. El CAAM ha sido muy sensible a reponer esta injusticia.

Es necesario destacar que a lo largo de todos estos años el CAAM ha desarrollado una importante labor de investigación y de producción de muestras, publicaciones y  debates críticos. Y que una de sus líneas de trabajo ha contemplado la revisión de la producción artística de los grandes maestros del siglo XX de Canarias. Muchos artistas interdisciplinares han prestigiado a este centro de arte con su poderosa presencia iconográfica abriendo circuitos artísticos alternativos, desde un auténtico diálogo simétrico, posibilitando en un coherente y obstinado proceso, la incorporación de otros agentes, otra mirada crítica, otro acervo simbólico al concierto global del arte.

El emplazamiento del CAAM en pleno casco histórico de Vegueta, cerca de otros espacios culturales y expositivos de muy diverso tipo como la Casa de Colón, la Casa Museo Pérez Galdós, el Museo Canario y en breve el Museo de Bellas Artes han creado un entorno cultural privilegiado  y también un espacio de atracción de ocio y turismo único. Esta riqueza museística nos recuerda el enorme patrimonio cultural de nuestra isla y la potencialidad que tiene la cultura para alumbrar un nuevo modelo de desarrollo más sostenible e integrador.

Pero la excelencia alcanzada en estos 30 años de historia no puede llevarnos a la autocomplacencia. El CAAM debe seguir creciendo y afrontar con ambición los retos de futuro, empezando por los miles de ciudadanos y ciudadanas de Gran Canaria que nunca lo han visitado. Hay que continuar en el esfuerzo de ser una institución cultural atractiva y dinámica, con un fuerte arraigo social y una vocación educativa, divulgadora e investigadora. Asumimos con ilusión la integración de las nuevas tecnologías como una parte más del proyecto museístico que genera nuevas posibilidades, así como continuar haciendo de la igualdad y la inclusión de todas las personas al margen de sus capacidades una parte estructural del proyecto. 

El proyecto del CAAM no se circunscribe únicamente al arte y la cultura. Es un proyecto que nos ayuda a encontrar nuestro sitio en el mundo, que nos habla y nos interroga sobre lo que somos y que ha sabido plasmar mejor que en ningún otro ámbito ese puente entre tres continentes que es Canarias. Ese principio tan bien explorado día a día por esta institución supone una inspiración para los que reivindicamos nuestras raíces como principal elemento de construcción de futuro y para convertir a Canarias y a Gran Canaria en referencia de apertura, tolerancia, integración, multiculturalidad y respeto, en un tiempo en el que es más necesario que nunca reivindicar estos conceptos.

Celebremos pues, que el CAAM sea hoy un museo abierto, que sale en busca de su público, que se implica en el ámbito educativo y territorial que le es natural y que, en la actualidad, con las herramientas de la comunicación se irradia  y se erige en un centro singular y con voz propia. En una efeméride tan importante, como presidente del Cabildo de Gran Canaria, me siento especialmente orgulloso de representar a la institución que ha tutelado, a lo largo de estas tres décadas, a este magnífico y singular proyecto museístico, el Centro Atlántico de Arte Moderno.

La realidad de la violencia de género

Durante 2018 en Gran Canaria fueron atendidas en la Red Insular de Prevención y Atención Integral a Mujeres y Menores Víctimas de Violencia de Género, unas 3.400 mujeres y más de 200 menores. Cincuenta y dos mujeres han sido asesinadas en España en 2019 (más que en todo 2018) a manos de sus parejas o exparejas (8 de ellas en Canarias), también tres niños (1 de ellos en Tenerife) y cuarenta y tres niños y niñas han quedado huérfanos. El dato es especialmente duro porque la última víctima fue asesinada el mismo lunes 25 de noviembre, en el día internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer.

Los datos ponen de manifiesto que los esfuerzos que se vienen realizando en los últimos años y décadas no están dando los resultados esperados. Es verdad también que con la excusa de la crisis, las políticas neoliberales han propiciado el desmantelamiento de los servicios de atención, proyectos educativos, formación de especialistas…La realidad es que el problema no se soluciona, y por momentos incluso parece que empeora. Debemos analizar las políticas públicas sobre igualdad y violencia de género para detectar en qué estamos fallando y redoblar esfuerzos. Desde luego para exigir menos recortes a los servicios públicos y más medios.

Los sistemas legales de detección temprana y protección de las víctimas de violencia son una parte fundamental de las políticas en esta materia. En los últimos meses hemos sido testigos de diversas sentencias, en especial en lo referente a la violencia sexual, que  han causado un profundo malestar social. Creo que es una muestra de que nuestro código penal se ha quedado obsoleto y que es urgente abordar su reforma, aunando todos los delitos sexuales para evitar que al final sea la víctima la que termine siendo juzgada, evaluando el grado de resistencia o consentimiento a la agresión que opuso. Es esto lo que recomendó la comisión de expertos penalistas creada a tal efecto.

El pacto de Estado contra la violencia de género es un paso importante, pero debemos dotarlo de los recursos necesarios, así como a las instituciones locales e insulares que tenemos encomendadas las competencias de atención a las mujeres víctimas de violencia. Deben contar con la dotación económica y de personal suficiente para poder dar una correcta atención. Hay que avanzar en la aplicación del Convenio de Estambul sobre violencia contra la mujer, especialmente en lo referente a una actuación coordinada de todos los organismos y servicios oficiales pertinentes y la sociedad civil. Debemos ser capaces de dar una respuesta global a la multiplicidad de situaciones de vulnerabilidad que se esconden detrás de la violencia de género e implicar a la sociedad civil, ya que esto es un problema de todas y de todos, y es imprescindible el compromiso para detectar la violencia, frenarla y evitar que las mujeres que la sufren se vean desamparadas.

Aunque la respuesta jurídica y legal tiene un papel fundamental en la lucha contra la violencia contra las mujeres, creo que es necesario alejarse de la idea de que la solución al problema vendrá por la vía punitiva. Haciendo un símil médico, podríamos decir que la vía jurídica es el tratamiento paliativo, pero no la cura a la enfermedad. Es imprescindible invertir en educación, pero no en términos genéricos, sino específicamente en educación afectivo-sexual, una de las grandes olvidadas en las políticas públicas educativas e incluso en las políticas públicas de igualdad. Tenemos, desde muy temprana edad, que enseñar a las personas a construir relaciones sanas en un plano de igualdad, a aprender a gestionar los sentimientos de rabia, dolor o frustración que se producen en las relaciones humanas de carácter afectivo. Esta es la única vía que puede ofrecer una solución estructural a este problema.

En ese sentido, y volviendo al Convenio de Estambul, se deja claro que la violencia implica promover la igualdad; que es necesario luchar contra todo tipo de discriminaciones (sexo, raza, género, color, religión, lengua, ideología, origen, nacionalidad, orientación sexual, edad, salud, discapacidad, etc); que se deben fomentar las ONG de mujeres; que la educación debe ser un instrumento básico de prevención; que se deben crear y potenciar servicios de apoyo generales y especializados; que la protección judicial debe ser de una absoluta garantía para las víctimas y los testigos; que se deben incluir como formas de violencia la violencia sexual, los matrimonios forzosos, las mutilaciones genitales, el aborto y la esterilización forzosos, el acoso sexual, la asistencia o complicidad y tentativa…

Desde el Gobierno del Cabildo de Gran Canaria lo tenemos claro, y por eso además de reforzar la red insular de atención a mujeres víctimas de violencia, que el año pasado atendió a 3.400 mujeres, hemos trabajado de manera coordinada con los ayuntamientos y los colectivos sociales, en el marco del Consejo Insular de Igualdad como espacio de elaboración consensuada de las políticas públicas. También estamos en permanente colaboración con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria desde iniciativas como la Cátedra de  Derechos Humanos y Estudios Críticos de Género o el primer Congreso Internacional de Género que tuvo lugar este mismo mes en Agüimes. Fue el actual gobierno del Cabildo el que, por primera vez, puso en marcha una consejería que agrupaba tanto las competencias en violencia de género como las de igualdad, teniendo así por lo tanto la capacidad para abordar de manera integral este fenómeno, siguiendo así las recomendaciones de los tratados internacionales a los que antes he hecho referencia.

En la campaña de este año –diseñada por el área de Igualdad- hemos cambiado el enfoque habitual y nos hemos centrado en los hombres, ya que somos quienes principalmente debemos transformar nuestra forma de pensar y actuar. La campaña “El club de los hombres no violentos” utiliza los códigos del fútbol como ganchos visuales para interpelarlos e invitarlos a unirse al club. Además habiendo ya asumido la necesidad de erradicar la violencia física, en esta campaña hemos querido hacer hincapié en el tipo de violencia que no es física, la violencia que se ejerce con las palabras en el ámbito del hogar, la psicológica o la que está asociada al control y a la violación de la intimidad.

Nos encontramos además en un momento crítico, porque por primera vez desde que se empezó a tomar consciencia de la importancia de actuar contra la violencia de género, hay formaciones políticas con representación en prácticamente todas las instituciones, que cuestionan la propia violencia machista, que desmantelan las políticas públicas de atención y protección de las víctimas y llegan a hacer apología del machismo. La semana pasada nos enterábamos de que el ayuntamiento de El Ejido, en Almería, se retiraba del sistema “Viogen”, para el seguimiento de las víctimas de violencia machista, con el objetivo de  “ahorrar en efectivos policiales”. Se acaban los calificativos para definir a quien pone en riesgo la vida de las mujeres con tan zafio argumento.  Hay que ser firme e intransigente contra estas opciones políticas, porque quien cuestiona la violencia contra las mujeres está cuestionando los derechos humanos del 50% de la población y está poniendo en cuestión las propias bases de nuestro sistema democrático y de convivencia.

El propio 25 de noviembre tuvimos un ejemplo de la estrategia de la ultraderecha, en el acto institucional del Ayuntamiento de Madrid. El secretario general de VOX, Ortega Smith, acudió al mismo con el objetivo de reventarlo, negando la existencia de violencia de género, a pesar de que al acto acudían mujeres víctimas de violencia. Y fue precisamente una de esas mujeres, Nadia Otmani, que está en silla de ruedas, tras recibir varios disparos de su cuñado al intentar proteger a su hermana, la que dio una muestra de dignidad al reprocharle su actitud y la falta de respeto a las mujeres asesinadas, mientras Smith, en una muestra de cobardía, era incapaz ni tan siquiera de mirarla. Una cosa es montar un show mediático y otra mirar a los ojos a una víctima y negar la realidad de la violencia. Y además consiguen un seguidismo perverso de  los partidos con los que han conformado pacto en las instituciones, como ha sucedido este 25 de noviembre al negarse algunas comunidades a emitir el manifiesto constitucional contra la violencia de género.

Las conmemoraciones del 8 de marzo y las manifestaciones del 25N en los últimos años nos han dado un tremendo ejemplo. Han sido movilizaciones jamás vistas que ponen de manifiesto que una buena parte de la ciudadanía se ha cansado de un sistema que margina a la mitad de la población. Avanzar en igualdad y en la erradicación de la violencia contra la mujer es un imperativo democrático, un avance impostergable en derechos humanos y una condición indispensable para construir sociedades prósperas y sostenibles. No nos lo demandan las mujeres, nos lo demanda la sociedad en su conjunto.